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El documental que irritó a Nicanor Parra

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Después de once años trabajando, la película enfrentó dificultades hasta el final. Sólo tres semanas antes de la «avant premiere» la producción y el esquivo artista llegaron a un acuerdo, aunque no se cortaron todas las secuencias que el poeta quería. Por suerte, porque en poco más de una hora veremos el testimonio definitivo y saludable del vate chileno vivo más gravitante en las vanguardias artísticas.


La anécdota la cuenta el propio Nicanor Parra: «La única vez que me han pifiado fue en Guadalajara. Pero alcancé a dar vuelta la cosa. Dije ‘no soy capitalista y aplaudieron todos…  no soy comunista, sino todo lo contrario…. ecologista’. El antipoeta es un tipo difícil, a pesar de que a primera vista sus versos parecen juegos de palabras sacados de un almanaque huaso.

Precisamente ahí está su gracia y su alcance mundial: en que la poesía que lo convirtió en profesor honorario de Oxford, después de haber pasado como alumno conflictivo por esa institución, está llena de las contradicciones que marcaron a las personas de la posguerra, la época en que Parra comienza a cobrar fama. «En una época en que todas las certezas ideológicas se han terminado, aparece Parra para decir que no importa si un día eres comunista, otro día cuadrado o redondo y qué importa»,  dice Víctor Jiménez Atkins, director de Retrato de un Antipoeta, el primer documental que logra registrar la intimidad del poeta chileno vivo más importante del siglo XX.

Jiménez, director de las carreras de Cine y Teatro en Inacap, entidad que patrocina la película, demoró once años en ver la película terminada. Todo partió junto a su amigo Mario Navarro «otro, no el hermano de Iván Navarro, el artista visual», quién  en 1997 armó una intervención de pinturas de Roberto Matta con poesía de Parra. Victor Jiménez hizo unas proyecciones de aproximadamente siete minutos: «Ahí lo conocí y me  di cuenta de que el personaje era potente por sí solo, muy cinematográfico y  se lo dije a Mario». Esa es la primera parte del registro.

Sin cámaras por favor

El documental también recoge la legendaria lectura de Parra en la Feria del Libro de 1998, donde el poeta se ve como una estrella de rock, que firma autógrafos, recibe besos de mujeres jóvenes y ante la impaciencia de los fans promete «una más, sólo una más». De esta lectura aparecen dos momentos que retratan las contradicciones más saludables y el ingenio agudo del artista. El mismo que en 1970 tomó té con la mujer de Richard Nixon, en tiempos que el ex  presidente de Estados Unidos era el demonio encarnado para toda la intelectualidad de izquierda. En esta lectura de hace once años dice «hay que darle gracias a los ingleses» que en ese momento tienen detenido a Pinochet. Los vítores se oyen antes que termine de leer y nadie se atreve, ni se atrevería a decirle «vendido».

Otra secuencia de humor fino es cuando Parra lee el poema «Siglas» y empieza: «PC: Politically Correct. RN: Revolución Nica  DC: Divina Comedia. PS: Proyecto Sustentable. UDI: Unión Dictadura Indefinida PR: Pura Razón. PPD: Pepe Donoso….»

La segunda parte del documental se hizo entre 2007 y 2008 en las casas de Parra en La Reina, las Cruces e Isla Negra. Aquí el hermano mayor de Violeta se ve como un poeta profundo, que habla de Dios, de su obsesión con la cruz y de la similitud entre Hamlet y los huasos chilenos, que «jamás dicen una tontería», aparece con su nieto de cinco años y su hija Colombina, vocalista del grupo EX, que aporta a la música de la película igual que su hermano Juan de Dios.

Pero también aparece el hombre pragmático, el viejo medio huraño conciente de que si quisiera, podría transformarse en una franquicia transnacional. Entonces vemos como ante una sugerencia del director le dice «ah, no, olvídate, si me pones un cheque con quinientos mil dólares me paro de cabeza, pero así, no».

En adelante, Parra declara que «no le gustan las cámaras» y se vuelve mucho más esquivo.  Víctor  Jiménez, quien reconoce cuando la película se transformó en una obsesión, se las arregla entonces  para esconder la cámara, filmarlo desde lejos y en otras ocasiones, sólo registrando los audios. Encontrando a través de coloridas e ingeniosas ilustraciones, la manera de cubrir los trozos donde Parra no se deja grabar, pero  habla de Martín Lutero, del Papa, de su amistad con Allan Ginsberg y su influencia en los beatniks, además de otros poetas surgidos en Liverpool.

Corten

Pero  las dificultades no terminaron ahí. Hace tres meses, Parra, el protagonista vio la película, «salió muy contento, como esplendoroso y sólo sugirió que agregáramos un dibujo que nos pasó», cuenta el director. Pero hasta hace dos semanas, antes de la Avant Premiere, el autor de «Poemas para combatir la calvicie» exigió que se quitaran algunas secuencias, donde habla de sus mujeres, por ejemplo.  La producción se negó y hubo una pequeña disputa. Incluso The Clinic publicó en su último número que el poeta estaba molesto y había dado instrucciones a sus abogados para iniciar acciones legales, pero Jiménez precisa que «eso no es así, firmamos un contrato donde hay una cesión de derechos y al final accedimos a cortar pequeñas cosas, frasecitas, garabatos, incluso el corte lo hice sobre el positivo de la película», dice.

Retrato de un antipoeta, que después de una función en el SANFIC 5 llega a las salas el 27 de agosto, es hasta ahora el retrato más íntimo de Parra. Algo que ningún realizador había podido conseguir y funciona porque sirve para los que no conocen nada del genio, como para quienes siguen su obra con la devoción de los especialistas.

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