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El salto al vacío de La Nana

Felipe Saleh
Por : Felipe Saleh Periodista El Mostrador
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No postularon a ningún fondo estatal. Consiguieron plata con amigos y en el banco. En la mitad del rodaje un auspiciador retrocedió. Pero desde el elenco a los camarógrafos sabían que había algo en el proyecto que los hizo seguir. Ahora, con la posibilidad de ganar un Globo de Oro, literalmente todo el mundo quiere ver la historia de la empleada doméstica más famosa del momento.


Si hay algo de lo que puede ufanarse Gregorio González, productor de La Nana, es de su prestigio. Y aunque no lo haga evidente, fue su arma principal al momento de cumplir con el encargo de su amigo Sebastían Silva, el director, que le pidió conseguir plata para rodar la película.

Gregorio González es gerente general de LVA Indices, una empresa propiedad de Larraín Vial y Buena Vista Capital, dedicada a entregar información sobre  instrumentos en renta fija donde invertir en el mercado local (depósitos a plazo, fondos mutuos, etc.) y que entre sus clientes tiene a compañías de seguros, bancos y organismos de gobierno.

Director y productor, a mediados de esta década habían compartido un lugar en la oficina de Smog, la compañía de Pablo González, hermano de Gregorio, especialista en animación para comerciales. Ahí González experimentaba con proyecciones y videos musicales, mientras Silva afinaba sus dibujos y pintaba.

Se separaron siguiendo caminos distintos hasta que en noviembre de 2007 Silva llegó donde su amigo atragantado con la idea de La Nana, y mejor, con el elenco comprometido y el guión listo, escrito a cuatro manos con Pedro Peirano.

Quería rodarla con urgencia pero venía de una mala experiencia con los números. “La vida me mata”, su primer largometraje, estuvo dos semanas en cartelera y consiguió una exigua recaudación, aunque los especialistas digan ahora que es una gran película.

[cita]La película ya tiene amarrados contratos de estreno con salas en Inglaterra, Italia, España. Dinamarca, Noruega, Perú, Ecuador, Brasil y una oferta de  Argentina. Y próximamente (después que pase la locura de Avatar) Andes Films que la distribuye en Chile, planea reponerla en los cines locales.[/cita]

“No podía salir a hacer un roadshow con la película por mi trabajo. Salí a conseguirme plata en el banco con la familia y mis amigos y fue difícil porque desde todo punto de vista una película es capital de riesgo y más en este caso, porque nunca había producido una y además porque este negocio hasta para Steven Spielberg es inestable”, admite González, quién tenía alguna experiencia como director de videos musicales y guionista de algún episodio en “Patiperros”, la serie de Chiristian Leighton, exhibida por TVN a principios de 2000.

Pero logró conseguir los US$ 300 mil que aproximadamente costó la película. El rodaje costó  US$120 mil y con la mitad  se lanzaron a rodar en la casa de los padres de Sebastián Silva, en febrero de 2008. González investido como productor prácticamente no intervino en el proceso creativo, sólo caminaba las pocas cuadras que separaban su oficina en el Bosque Norte de la locación principal en el barrio El Golf: “Lo único que hice fue sugerir que hicieran storyboards de algunas escenas, pero nada más. Sebastián cuando se acercó a mi pensaba   hacerla con 20 palos pero después nos fuimos entusiasmando”, cuenta González.

A mitad de camino, el elenco tuvo  que abortar la idea de  los piscinazos en los intermedios   del rodaje para enterarse que un auspiciador había retrocedido y el presupuesto se redujo aún más. Fue el momento de reunir a todo el equipo y pedirles que esperaran asegurándoes que si había otro imprevisto los sueldos saldrían del bolsillo del productor. «Se les iba a pagar a todos si o si, los que podían esperaron un mes y a los demás pagué de mi bolsillo. Todos entendieron.  Había algo especial en el proyecto que nos hizo seguir”, revela González.

Ojo de elefante

La certeza de que esa intuición era correcta llegó en enero de este año cuando La Nana ganó el premio a Mejor Película Internacional en el Festival Sundance, uno de los más prestigiosos de la escena independiente.

Luego, en marzo, Silva presentó la película en el Miami International Film Festival, donde ganó tres de los seis premios correspondientes a su categoría. Y lo más importante conoció a Sthephen Raphael un escritor y productor indie que se acercó con las ganas de convertirse en el publicista de la película, encargado de de difundirla en Estados Unidos, donde La Nana ya ha recaudado US$450 mil.

“Pero de esa plata la mitad es para las salas, el resto se va en publicidad y promoción. Para nosotros quedan US$100 mil”, cuenta González, aclarando a además que esa cantidad llega parcelada a medida que se cumplen ciertos plazos como el tiempo que la película está en cartelera.

Pero es la nominación al Globo de Oro la que tiene muy atenta a la opinión pública local (hasta Ricarte Soto le dedicó una reseña en Buenos Días a Todos) y a la distribuidora Elephant Eye haciendo campaña para conseguir que Catalina Saavedra sea nominada al Oscar como mejor actriz.

Esto implica otra inversión, que para las películas grandes  bordea los US$ 400 mil según estimaciones de Gregorio González: “Tienes que mandar copias en cajas especiales sin ninguna propaganda a la gente que vota y poner avisos con ciertos parámetros en revistas especializadas como el Hollywood Reporter. Las condiciones son muy estrictas para evitar que puedas influir en las personas que votan”, cuenta.

González alaba el trabajo de Elephant Eye, que tiene muy poca experiencia distribuyendo películas de ficción pero “se la han jugado mucho, recuerdo que hablé con Sony Pictures, y el principal reparo era que no fuese en inglés”, dice. Mientras que la campaña con los actuales gestores sigue arrojando sorpresas como la reciente inclusión de “Ayayay” el tema central de la película que interpreta Pedro Piedra, entre las 65 “elegibles” para postular al Oscar. Pedro Subercaseaux, el nombre detrás de Pedro Piedra, formó junto a Sebastián Silva la banda o como les gusta decir, el “colectivo” CHC, con tres discos editados.

La vuelta al mundo

La película ya tiene amarrados contratos de estreno con salas en Inglaterra, Italia, España. Dinamarca, Noruega, Perú, Ecuador, Brasil y una  oferta de Argentina. Y próximamente (después que pase la locura de «Avatar») Andes Films que la distribuye en Chile, planea reponerla en los cines locales.

Más allá de los premios hay una cosa cierta. Todo lo que la película ha conseguido es muchísimo más de lo que esperaba el equipo involucrado en hacerla: “Fue un verdadero salto al vacío y caímos en un lugar maravilloso”, remata Gregorio González, quién tiene un pie en las finanzas pero no deja el cine. Prepara una nueva película, “Román”, drama de corte sicológico a cargo de otro director joven, Sebastián Brahm. Y aunque admite que posiblemente no tenga el mismo impacto que La Nana, ya puso sus fichas y hasta ahora la suerte lo acompaña.

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