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BBC News Mundo

La cinta uruguaya de terror «La Casa Muda» cautiva al público internacional

Dirigida con pocos recursos por el director Gustavo Hernández, «La Casa Muda» está causando impacto en las salas de Reino Unido. BBC Mundo habló con el guionista de la película, Óscar Estévez.


A Óscar Estévez, el guionista de la película «La Casa Muda», no le gustan las cintas de terror. No las soporta.

Sin embargo, a él le tocó escribir la que se convertiría en una las películas más exitosas de la industria del cine uruguaya.

Dirigida con pocos recursos por el director Gustavo Hernández, «La Casa Muda» está causando ahora impacto en las salas de Reino Unido, igual que lo hizo en el Festival de Cannes.

Una cinta que sólo tenía ambiciones locales –proyectarse en salas uruguayas- se convirtió en la película uruguaya más vista en la historia de Argentina, recorrió festivales internacionales y en Hollywood rodaron su propia versión.

Es una película de miedos, escrita con miedos. En entrevista con BBC Mundo, el guionista Óscar Estévez los comparte.

MIEDO A LA TRAGEDIA

La historia real que inspira la cinta es la aparición de dos cuerpos mutilados, rodeados de unas extrañas fotografías.

Según Estévez, lo que hace la película, al ser contada en tiempo real, es tratar de descifrar qué pasó en los últimos 78 minutos de vida de esas personas.

«Todo lo que se origina a partir de la anécdota real es ficción, porque nadie sabe qué pasó. Ese caso nunca se aclaró».

El hecho ocurrió en la década de los ’40 del siglo XX y la película está ambientada en la época actual.

MIEDO A LAS PELÍCULAS DE TERROR

La historia que Estévez debía escribir estaba ya bastante delineada cuando llegó a sus manos.

El productor Gustavo Rojo le había dicho al cineasta uruguayo Gustavo Hernández que tenía un dinero ahorrado y no sabía si cambiar el auto o hacer una película.

Optó por lo segundo y entre los dos esbozaron el argumento para una cinta de terror, pues en Uruguay hay muy pocas experiencias al respecto.

Estévez fue invitado para «darle forma y dimensión a los personajes, además de pulir la anécdota».

Pero había un problema: «Era un género nuevo para mí. Nunca había escrito terror y, además, no me gustan esas cintas».

Estévez dice que cuando ve películas suele meterse en los protagonistas.

«Si la película es Notting Hill, yo soy Hugh Grant y mi novia es Julia Roberts, pero si la película es de terror, generalmente, yo soy la víctima y no lo soporto».

«Gustavo Hernández me pidió ver una película del francés Alexandre Aja, «Alta Tensión» (2003), pero en el minuto 40 ya no podía más, pero entendí lo que querían».

MIEDO AL DESAMPARO, A LO DESCONOCIDO

Estévez se puso a ver películas y recurrió a sus propios miedos para escribirla: «Miedo a la oscuridad, al desamparo, miedo a lo desconocido y a lo que no podemos controlar».

«En una película de bajo presupuesto es importante trabajar en la percepción del miedo: lo que puede llegar a pasar sin que realmente pase», señala Estévez.

«A diferencia de las grandes producciones, no puede empezar a morir gente en el minuto uno. El presupuesto implicaba una cantidad muy limitada de actores, en una sola localización que es la casa, y a eso había que ceñirse a la hora de escribir el guión».

Estévez dice que se involucró emocionalmente en el proyecto, al grado que sufría con la protagonista.

«Tengo el teléfono sobre mi mesa de trabajo y cuando sonaba yo saltaba, porque estaba completamente metido en lo que le ocurría a Laura y realmente tenía miedo. Por momentos iba teniendo miedo junto con ella».

EL MIEDO A LA CASA OSCURA

El dueño de la casa donde se filmó «La Casa Muda» había aceptado que se hiciera la película ahí, pero cuando el director lo fue a visitar se encontró con que el señor Alfredo Zorrilla estaba enfermo, con una enfermedad terminal.

Zorrilla les planteó que si no se hacía la película en un corto plazo, la casa iba a entrar en trámites legales e iba a ser más difícil filmar ahí.

«Tuve que escribir y hacer dos versiones del guión en un mes y en dos meses la película se rodó», cuenta Estévez.

El dueño de la casa murió y la película fue dedicada a él. «Su casa era enorme y él sólo subía a la planta superior una o dos veces al año».

Estévez cuenta que durante el rodaje había lugares en la segunda planta a donde los técnicos no querían subir, porque «las cosas se movían de lugar, las luces se apagaban súbitamente».

«Pasaron cosas extrañas dentro del rodaje, que le dan aún más mística a la película».

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