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Martín Larraín al cine: Alejandro Fernández se inspira en hijo del senador para próxima película Define su proyecto como «cine de guerrilla», apuesta a comenzar a rodar antes de obtener financiamiento completo

Martín Larraín al cine: Alejandro Fernández se inspira en hijo del senador para próxima película

El director de Matar a un hombre busca recaudar U$20.000 para rodar esta cinta inspirada en el caso del hijo del senador Carlos Larraín y que lo hizo reflexionar sobre los males del sistema legal chileno, donde “creemos saber qué pasó pero las cosas son más sutiles”, dice. Filmará en abril con Agustín Silva, Daniel Muñoz y Luis Gnecco, entre otros.


¿Qué define a una “buena” justicia: Las pruebas, la presunción de inocencia o lo que entendemos por justo?

Como espectador frente al bullado caso de Martín Larraín, el director Alejandro Fernández Almendras se hizo estas y otras preguntas difíciles de responder desde las certezas. Más aún cuando la temperatura de las redes sociales pareció explotar en una condena hacia el hijo del ex senador  Carlos Larraín, absuelto del atropello fatal que protagonizó en Conaripe.

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Foto: Agencia Uno

“Hablando del caso con el coguionista Jerónimo Rodríguez, quien es abogado, pensamos en que al final de cuentas en este país la justicia hace tiempo que no tiene que ver con lo justo sino que con lo correcto legalmente, y eso plantea dilemas morales interesantes sobre si lo que es bueno es justo y si lo justo es lo legal, y si todo eso cumple con la aspiración de justicia”, reflexiona el director de Matar a un hombre sobre su nuevo filme, Aquí no ha pasado nada.

Luego de reflexionar sobre la burocracia policial y legal y la consecuente decisión de hacer justicia por propia mano, como fue en la exitosa Matar a un hombre, Fernández se encontró con la mesa servida en un tema que encajaba como anillo al dedo: la primera versión del guión estuvo lista en una semana y visualizó que sería una cinta de bajo presupuesto que podría filmar rápido.

“Se nos ocurrió al tiro el punto de vista de un joven que anda con un bidón de pisco y tan curado que no se acuerda de nada. Tiene esa especie de nebulosa en que dices no me acuerdo pero sí, quizás, donde todo pasó en un carrete. La historia tiene el punto de vista nuestro, como ciudadanos, en que sabemos lo que pasó pero no tenemos absolutamente ninguna prueba para demostrar nada”, cuenta.

Foto : Nacho Rojas, Gentileza de CinemaChile

Foto : Nacho Rojas, Gentileza de CinemaChile

Definida como una “película urgente”, Aquí no ha pasado nada pasó a ser una conversación con un amigo a un proyecto que busca conseguir financiamiento a través de la plataforma Crowfunding (https://www.indiegogo.com/projects/aqui-no-ha-pasado-nada-much-ado-about-nothing), donde tiene hasta el 23 de marzo para lograr U$20.000 e iniciar así su rodaje en Cachagua o Zapallar, pensado para abril. La premura fue tal, que pospuso otros proyectos del director, como la cinta de ciencia ficción The Grey beyond (coproducción chileno-japonesa, alemana y holandesa) y Hierro, el cierre de su trilogía sobre la justicia en nuestro país.

Aquí no ha pasado nada será un “cine de guerrilla” donde el equipo se comprometió a trabajar gratis: “Queríamos que no se nos fuera el verano  y conseguimos mucha gente dispuesta a colaborar, como (la montajista) Soledad Salfate, la productora (Jirafa) e Inti Briones (director de fotografía),junto a actores como Agustín Silva, Daniel Muñoz, Luis Gnecco o Alejandro Goic. Le dijimos que la idea es irnos ajustando en la medida que ellos puedan y trabajaremos los fines de semana o buscaremos una forma de cómo hacerla”, resume Fernández.

La ambigüedad que se desprende de un hecho tan brutalmente concreto como es un atropello con resultado de muerte, es lo que obsesiona al director. Y el caso de Martín Larraín es emblemático, ya que fue condenado por las redes sociales de manera rotunda. Fernández escarba más allá: “Lo de Larraín me da la impresión de que es algo que creemos saber que pasó, pero si le preguntas a cualquier penalista, no hay pruebas. Todos pensamos que estaba curado pero no hay pruebas, no hay una alcoholemia, no hay declaraciones de gente que haya dicho que estaba tomando y si no existe esa prueba no puedes culpar a alguien”, sentencia.

Y si no hay pruebas, entra a funcionar la presunción de inocencia, garantizada en el sistema penal. El tema de fondo de la película, que se ambientará el día del atropello y la jornada siguiente, es cómo este sistema, cuando hay una falta de pruebas, permite girar la justicia de acuerdo a la propia conveniencia.

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“Lo que me llama la atención es cómo cambia todo, desde encontrarlo culpable a inocente”, reflexiona Fernández sobre el caso de Larraín. El ordenamiento legal tiene zonas grises y el ejemplo de la turba enardecida de las redes sociales hace pensar que no están, “pero si existen y están ahí”, agrega el director, “porque si no, es pensar en cosas que no han pasado, como comprar jueces. Pero las cosas son más sutiles de lo que pensamos”.

El protagonista del filme (Agustín Silva, hermano del director Sebastián), es un joven que carretea en la playa con amigos, conoce a una chica, se emborrachan y se produce el atropello protagonizado por un amigo que conduce. Al otro día despierta en su casa y no se acuerda de nada. Piensa que lo van a inculpar y no tiene pruebas para defenderse.  “En ese punto es cuando los argumentos que te dice un abogado pesan más que la poca certeza o convicción que puedas  tener de algo”, sostiene Fernández.

Lo fascinantemente brutal del caso de Martín Larraín, a juicio del director de Huacho, es como pasa de ser encontrado culpable a posteriormente ser inocente ante la justicia. “El fiscal pensó en que podía sacarle más pena y eso terminó en algo distinto. Lo terrible es que eso habla de una falla del sistema donde importa más que haya gente mejor en lo que hace a gente que no es mejor en lo que hace. Ese desequilibrio me parece que es grave en la justicia, porque tiene que ver con esa inequidad en que terminas comprando tus derechos. De haber tenido un buen fiscal desde un principio y policía con más recursos, podríamos tener una mejor justicia. Por mientras hay que pensar en quien se va a defender mejor y quien va a usar el sistema mejor de acuerdo a sus intereses. Entonces el problema no está tanto el sistema sino el acceso que algunos tienen de ese sistema”, concluye.

 

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