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Descentralización y una nueva política nacional de museos Opinión

Descentralización y una nueva política nacional de museos

Abogado, ex Director del Museo Histórico Nacional


Hace ya décadas se viene hablando de la necesidad de que exista una política nacional para los museos chilenos, anhelo que hoy forma parte del programa de gobierno de la Presidenta Bachelet y que fue mencionado en su último discurso del 21 de Mayo.

Junto al envío de la indicación al proyecto que crea el Ministerio de Cultura y la nueva Política Nacional del Libro y la Lectura, forman parte de los anuncios que han generado más expectativas por su relevancia y efectos a mediano y largo plazo en el desarrollo cultural del país.

Respecto de los Museos, en el debate público se han escuchado voces que -usando como argumento el desigual estado de los Museos a lo largo del país- sugieren la necesidad de crear un órgano que centralice el control de los modelos de gestión, líneas curatoriales y ámbito de acción para la totalidad de los Museos existentes, públicos y privados.

[cita]Hoy la Subdirección Nacional de Museos, quien tiene a su cargo los museos regionales, es un ejemplo de un modelo obsoleto, por el cual se ejerce (desde Santiago) un abrumador control económico, curatorial y administrativo de lo museos regionales y especializados, dejándoles recursos irrisorios para ser administrados[/cita]

A primera vista, pareciera una medida sensata que busca sistematizar y ordenar una diversidad de instituciones en desigual estado de desarrollo. Pero esta propuesta implica una mirada centralista y poco coherente con los otros principios que inspiran el programa de Gobierno. De acuerdo a lo señalado por la Presidenta Bachelet, una de los ejes de su gobierno esta puesto en la necesidad de avanzar en la descentralización y de empoderar con más fuerza a las regiones y sus comunidades. Hoy la Subdirección Nacional de Museos, quien tiene a su cargo los museos regionales, es un ejemplo de un modelo obsoleto, por el cual se ejerce (desde Santiago) un abrumador control económico, curatorial y administrativo de lo museos regionales y especializados, dejándoles recursos irrisorios para ser administrados.

Las renovaciones que se han hecho, si bien han sido positivas, adolecen de este mismo problema: el excesivo centralismo. En ese sentido, una nueva Política Nacional de Museos debiera dotar a las regiones de poder ejercer una tutela efectiva y real de su gestión y curatoria, liderando localmente la creación y mantención de vínculos con sus comunidades. Esto implica mejorar no sólo su infraestructura y renovar sus muestras, sino que dotarlos de presupuestos suficientes, con equipos administrativos, técnicos y profesionales bien remunerados y con condiciones estables suficientes para desarrollar colecciones, investigarlas, exhibirlas y educar.

Lo anterior implica un deber que debe imponerse el Estado a si mismo en esta materia, ya que lamentablemente es en el propio Estado en donde hoy encontramos más deficiencias en la gestión de sus Museos.

Junto con la falta de un interés real de las autoridades políticas de involucrarse de lo que sucede en estas instituciones, está siempre el peligro de ser capturados por intereses políticos de corto plazo, que impiden un trabajo profundo y reflexivo que se proyecte en el mediano y largo plazo.

La mejora de nuestros museos nacionales requiere una Política Nacional que incentive la reflexión comunitaria y regional, creando las condiciones y dotando de los medios suficientes para que cada Museo busque su propio camino, tome sus propias decisiones y genere vínculos con su entorno de forma sustentable y permanente, y no que un órgano centralizado piense por ellos y les dicte cátedra de cómo hacer las cosas.

La autonomía curatorial es un valor que debe ser cautelado, ya que eso garantiza la pluralidad, diversidad y la contribución de los Museos a la existencia de un pensamiento critico accesible a los ciudadanos.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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