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Sorpresa melódica en el Baquedano

Sorpresa melódica en el Baquedano

Rodolfo Fischer, con su gran maestría y experiencia tuvo el desafío de inspirar a más de cien músicos integrados por la Orquesta Sinfónica Estudiantil Metropolitana y la Orquesta Sinfónica de Chile, en un concierto inolvidable, la sinfonía nº 3 de Saint-Saens. Más allá de las melodías a las que nos invita esta inspirada sinfonía con piano y órgano incluidos, fue la excusa perfecta para ver en escena el proceso de formación de un músico. Sin duda, la experiencia de estar en un escenario con los maestros es una de los momentos más enriquecedores en la formación de los jóvenes músicos.


Los escolares vestían elegantes, las niñas con vestido negro largo y los varones con traje y corbata azul. Expectación y ansiedad se respiraba en los camarines.

Tenían los instrumentos en sus manos y expectantes esperaban el momento de entrar al escenario.

Pero había uno de ellos que no estaba uniformado. Sin corbata, despeinado, desafiaba al estricto protocolo. Ese joven violinista, sin duda es apasionado de la música, a su manera y su entrega es total. Ese joven violinista, el percusionista que tocó los timbales en los acordes finales, los chelistas -todos disciplinados- miraban cada detalle de su particella.

La Orquesta Sinfónica Estudiantil Metropolitana tenía cita con la Orquesta Sinfónica de Chile. Maestros y alumnos todos juntos en el Teatro Baquedano bajo la batuta del director Rodolfo Fischer.

Fischer, con su gran maestría y experiencia tuvo el desafío de inspirar a más de cien músicos en un concierto inolvidable, la sinfonía nº 3 de Saint-Saens.

Más allá de las melodías a las que nos invita esta inspirada sinfonía con piano y órgano incluidos, fue la excusa perfecta para ver en escena el proceso de formación de un músico.

Sin duda, la experiencia de estar en un escenario con los maestros es una de los momentos más enriquecedores en la formación de los jóvenes músicos.

Años largos de estudios, conseguir instrumentos, estresantes audiciones, muchas vidas con complejas vulnerabilidades, todo parece no detener a estos niños siendo sus profesores, la clave para estimularlos y motivarlos.

En un momento, cerré los ojos y pensé lo simbólico de presenciar un concierto con dos orquestas. Vi a ese joven sin corbata, ese violinista rebelde y en él, las ganas de ser músico, la fuerza de un sueño y la determinación de dominar las adversidades.

Un joven chileno, como tanto más , un joven con fuerza y estilo, un joven libre.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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