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«Gianni Schicchi», la ópera bufa, dirigida por Eduardo Browne y Miryam Singer, que brilló en el Teatro Municipal de Las Condes

«Gianni Schicchi», la ópera bufa, dirigida por Eduardo Browne y Miryam Singer, que brilló en el Teatro Municipal de Las Condes

En la función del miércoles 26, presenciamos el elenco liderado por el barítono Javier Weibel a cargo del rol principal. Weibel supo interpretar este complejo rol que combina tanto lo musical como lo actoral, lo serio con humor e ironía. Su Schicchi fue humano y divertido, haciéndolo cercano, creíble y personal. Su gran escena dictando el testamento al notario, es notable.


Divertida, irónica y ágil es la puesta en escena de la ópera bufa de Giacomo Puccini, Gianni Schicchi que se está presentando en el Teatro Municipal de las Condes hasta el próximo domingo 30 de agosto.

La dupla de Eduardo Browne, director musical y Miryam Singer, directora de escena estrenaron su tercera ópera, (Cosi Fan Tutte el 2011 y Madame Butterfly el 2012) con una línea editorial clara, todos son chilenos.

En la función del miércoles 26, presenciamos el elenco liderado por el barítono Javier Weibel a cargo del rol principal. Weibel supo interpretar este complejo rol que combina tanto lo musical como lo actoral, lo serio con humor e ironía. Su Schicchi fue humano y divertido, haciéndolo cercano, creíble y personal. Su gran escena dictando el testamento al notario, es notable.

El tenor Pedro Espinoza sortea cómodamente los pasajes agudos en un Rinuccio joven y desesperado por su novia. Por su lado, Lauretta, hija de Schicchi interpreta un aria archiconocida, “O mio babbino caro”, que solemos escuchar en las galas líricas. Esta vez, Carla Paz Andrade con buena técnica y hermoso registro, no tuvo problemas en abordar esta breve, pero emotiva “petición-chantaje” al padre para que le permita casarse con su enamorado.

Puccini, en general, no solo le da nombre de mujer a sus óperas, sino el protagonismo en la acción; pero ésta es una excepción, ya que sin duda el título Gianni Schicchi da cuenta de quien está en el centro del relato. Sin embargo, el aria más importante, se la da a la Soprano quien no está más de cinco minutos en el escenario.

La familia Donati fue el foco de esta producción, ya que más allá de cada una de sus características particulares, funcionaron con una precisa coreografía que en el fondo permitía ver el lado más oscuro de sus personalidades. No forman un coro y son participaciones más teatrales. Sin duda, Singer los dirigió hábilmente para lograr darle mucho humor y presencia. No es nada fácil dirigir las diferentes frases melódicas y los movimientos de los ocho parientes ávidos por una mula, un molino y una casa.

Toda la acción se desarrolla en una elegante habitación florentina, con decorados pesados y conservadores, contrastado con el vestuario contemporáneo, lo que no obsta a su mensaje; ya que la ópera representa con mucho humor, la codicia humana, que es universal y atemporal.

La Orquesta reducida a las dimensiones del foso y con la partitura de Panizza, logra darle la atmosfera melódica y envolvente a la ópera. Sin embargo, hay ciertos pasajes con predominancia de los bronces por sobre las maderas y cuerdas. El director Browne manejó con habilidad y respeto, la partitura en la ágil dirección de los cantantes con los tempos puccinianos.

Este formato, a precios reducidos, en comparación a los que normalmente se cobra por este espectáculo no solo en el Teatro Municipal sino en general, en los teatro del mundo, y permite desmitificar a la ópera tanto en el acceso como en su contenido.

Un detalle que también acerca al público es la gratitud de los artistas en el momento de los aplausos ya que no solemos presenciar a los técnicos de escenario y vestuario junto a los cantantes, un detalle que humaniza este arte.

Una ópera bufa contemporánea inspirada en el gran padre Dante. Un aporte por donde se le observe, dándole la atenuante solicitada por Schicchi en el parlamento final.

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