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En la era de las personas multipantalla, el CNTV debiese abrirse a premiar otros formatos Premios CNTV 2015

En la era de las personas multipantalla, el CNTV debiese abrirse a premiar otros formatos

Lo clave es preguntarse: ¿no es hora de que el Consejo Nacional de Televisión elimine el segundo apellido de su nombre y lo remplace por Consejo Nacional Audiovisual? Así, las producciones artísticas audiovisuales podrían explorar nuevas plataformas de igual relevancia en audiencia que, de paso, estarían honradas de incluir en su programación los proyectos premiados bajo una estricta pauta de evaluación impuesta por el actual CNTV


“Público, espectadores, audiencias; hoy en día, la discusión no está en la semántica” sentenció el Ministro de Cultura Ernesto Ottone, en la inauguración del Seminario de Audiencias organizado, recientemente, por el Centro Cultural GAM. En ese contexto, “el público” fue objeto de análisis en función de las artes escénicas.

No obstante, la frase viene como anillo al dedo al extrapolar la reflexión hacia otros medios. Viviéndose la era de los Millennials (humanos nacidos entre 1981 y 1995 convertidos en adultos con el cambio de milenio), el desarrollo de las audiencias no debería remitirse a una plataforma en particular. Actualmente son los espectadores quienes motivan la gestión de los medios.

Las frases del Ministro de Cultura empezarían a cobrar sentido 48 horas después. En una elegante ceremonia que tenía al Teatro Municipal como anfitrión, el Consejo Nacional de TV anunciaba los nombres de los 22 proyectos audiovisuales que serían financiados por la entidad y con miras a ser vistos por un gran número de televidentes al ser apoyados por estaciones de tv abierta.

Desde hace 23 años el estado chileno destina miles de millones de pesos para la concreción de apuesta televisivas de calidad (el 2015 se repartieron $3.953.225). Tales proyectos deben ser programados en TV Abierta, por tanto la iniciativa debería ser abrazada con alegría por los canales. Pero a decir verdad, no siempre existe una comunión entre aquello que se quiere programar en TV y lo que se premia anualmente.

¿Datos duros? Las cifras hablan. De 18 proyectos premiados este 2015, doce de ellos contaron con el apoyo de TVN; dos serían vistos por las pantallas de CHV, uno de ellos por C13 y otro por Mega. El resto se repartió entre UCV y La Red o se realizaron sin apoyo de un canal, esperando encontrar algún aliado una vez concretado el proyecto . En Telecanal, también señal abierta, ningún postulante piensa…

Estas cifras coinciden porcentualmente con las cantidades propuestas que llegan a la instancia de evaluación y cuentan con el apoyo de una casa televisiva que posee una audiencia relevante. No por nada, la ceremonia de premiación que año a año destaca el aporte del Consejo a programas tales como Los 80; 31 Minutos, El reemplazante y los Archivos del Cardenal entre otros, abrió los fuegos con un video en el que se podía ver a destacados actores chilenos pidiendo respeto a las televisoras a la hora de poner al aire los espacios beneficiados por el organismo.

La realidad es que, exceptuando a la señal estatal, el resto de los canales -de propiedad de privados- no pueden, por definición, apoyar románticamente proyectos que distan mucho de las metas de facturación que deben cumplir las producciones de tv de origen masivo.

Lo clave es preguntarse: ¿no es hora de que el Consejo Nacional de Televisión elimine el segundo apellido de su nombre y lo remplace por Consejo Nacional Audiovisual? Así las palabras de Ottone cobrarían sentido y las producciones artísticas audiovisuales podrían explorar nuevas plataformas de igual relevancia en audiencia que, de paso, estarían honradas de incluir en su programación los proyectos premiados bajo una estricta pauta de evaluación impuesta por el actual CNTV

¿Qué se necesita para que los espacios premiados por el organismo estatal no sigan dependiendo de los vaivenes de una industria que se define por los intereses económicos de sus propietarios? He ahí la interrogante. Ya que por ley se especifica a la televisión como medio de difusión de los mencionados programas, es obvio que ha llegado el momento de introducir cambios en los artículos de una ley elaborada y aprobada en 1992. Las nuevas plataformas digitales así lo exigen.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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