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Jean-Michel Carda, director de asociación responsable del festival de graffitti francés Kosmopolite que se reedita en Chile: «Vuestros muralistas son excepcionales» El festival se realiza en Santiago entre el 21 de abril y el 9 de mayo

Jean-Michel Carda, director de asociación responsable del festival de graffitti francés Kosmopolite que se reedita en Chile: «Vuestros muralistas son excepcionales»

Creado en el 2002, Kosmopolite fue el primer festival internacional de graffiti en Francia, que tiene como objetivo promover la riqueza y diversidad del arte de la calle. En 14 años, el festival ha invitado a cerca de 700 artistas de todo el mundo, convirtiéndose en un elemento clave de la escena del graffiti internacional.


Es una de las personas que más sabe de cultura hip hop en Francia, y por primera está en Chile. Jean-Michel Carda (Martinica, 1970)  ha venido como director de la asociación del graffitti  Kosmopolite, organizador de un festival de graffitti que se realizará en Santiago entre el 21 de abril y el 9 de mayo.

Creado en el 2002, Kosmopolite fue el primer festival internacional de graffiti en Francia, que tiene como objetivo promover la riqueza y diversidad del arte de la calle. En 14 años, el festival ha invitado a cerca de 700 artistas de todo el mundo, convirtiéndose en un elemento clave de la escena del graffiti internacional.

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Jean-Michel viene con una tropa de artistas galos -liderados por el legendario Kongo- que hasta ayer trabajaron en talleres en Colina, Cerro Navia, San Joaquín y Quinta Normal, con colectivos de grafiteros nacionales que ya se encuentran organizados. El proyecto tiene como objetivo trabajar con artistas jóvenes sobre el tema de la ciudad y la urbanidad en todo el mundo, y hacer frente a diversos puntos de vista.

Esto es posible gracias al programa Santiago es Mío, proyecto emblemático de la Intendencia, financiado por el Gobierno Regional y ejecutado por el Consejo de la Cultura de la Región Metropolitana, en convenio con la Île de France.

Como parte del KOSMOPOLITE ART TOUR, hoy a las 15:00 horas se dictará una clase magistral gratuita abierta a todo el púbico en el Auditorio del Museo Violeta Parra, titulado “La sustentabilidad del Street Art”. La charla incluirá temáticas como los estatutos jurídicos, proyección económica y escalabilidad y metodología de trabajo. También se efectuará una proyección de documental sobre el tema.

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En tanto, el sábado 7 de mayo, desde las 12:00 horas en la Estación Mapocho, se llevará a cabo la Street Party, inauguración de la muestra de graffitis que fueron realizados en las cuatro comunas, con la presencia de conocidos dj de la escena nacional y una muestra de Street Dance.

Bella experiencia

«Compartir con la gente ha sido una experiencia muy bella», señala Carda, «impresionado» por la gran cantidad de graffitti que hay en Santiago, mucho menos que en la pulcra París, donde reside. Allí este arte convive entre una dura persecución y las galerías de arte.

«Por otro lado, aquí hay muralistas excepcionales», expresa, ya conocedor de la obra de chilenos como Sick.

Entre 2009 y 2013, el proyecto se ha llevado a cabo en ocho ciudades -Amsterdam, Bruselas, Bagnolet, Sao Paulo, Río de Janeiro, Yakarta, Casablanca y Badalona- «porque, como dice Kongo, el graffitti es un lenguaje universal».

«Chile es un lugar mítico para el graffitti, con ciudades como Valparaíso, que son como un templo», remata. «También llama la atención la calidad, el detalle». Hay artistas locales que ya están invitados a Francia. Sick va en septiembre.

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«El graffitti salvó mucha gente»

El propio Carda se involucró en el graffitti a través del hip hop. Nacido en la isla caribeña francesa de Martinica en 1970, en el seno de una familia humilde, a los 12 años llegó a un suburbio de París.

En su barrio, muchos de sus amigos se convirtieron en artistas del género, y él en su fan y promotor. «Eran la única cultura que teníamos», recuerda. «Y aunque cursé estudios superiores y trabajé, unas décadas después volví con ellos».

«En mi grupo, el graffitti salvó la vida de mucha gente», recuerda. «Muchos se preguntan qué habría sido de ellos si no se hubieran dedicado a este arte».

Cuando era joven, la relación entre grafiteros y las autoridades era muy difícil, aunque ha ido mejorando con el tiempo. Aún así persiste una ley que hace que la policía fotografíe los graffittis de forma sistemática para, una vez dado con el autor, condenarlo al pago de una multa. Sus orígenes están en los rayados que sufría el metro y los trenes, cuya limpieza costaba fortunas a las empresas.

Naturalmente, se puede pintar con permiso. El festival Kosmopolite es una instancia para ello.

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Una manera de vivir

¿Cuál es la importancia del graffitti? «Al principio es una manera de expresarse, de existir», responde. En los años 80, cuando la cultura del hip hop llegó a Francia, el graffitti fue una de las principales vertientes, especialmente en los barrios más humildes. En París se instaló en el barrio 19, en el noreste de la ciudad.

Allí, tal como ocurrió en Chile, el movimiento pictórico tuvo altos y bajos, pero varios artistas persistieron, incluso cuando no había una comunicación fluida como hoy, gracias a Internet. De esa época son artistas como Kongo (1969), que en realidad se llama Cyril Phan, de ascendencia franco vietnamita.

«Para la mayoría de los artistas es una manera de vivir. Antes lo hacían, sin ganar nada. Hace cinco, siete años algunos empezaron a ganar dinero», como el propio Kongo, que ha trabajado con marcas como Hermes, aunque sigue pintando en la calle.

El dinero ha tensionado el ambiente. «Cuando llevas treinta años pintando, pasas del graffitti al street art. Para ganarse la vida, algunos grafiteros arman equipos, que incluyen contadores y abogados. Se han profesionalizado: unos pintan y los otros les manejan la carrera».

Cada país vive su realidad. Carda lo compara los casos de la música hip hop en Estados Unidos y Francia: en el primero, las radios hicieron comercial el género «y ganan dinero sin ningún problema», mientras en su país lo tocan en emisoras alternativas.  «En Francia la relación con la plata es más problemática, aunque ya hay grafiteros que venden una tela en diez mil euros».

«Hay artistas buenos y malos, pero si tienen contactos, galerías, medios…», admite. «Hay artistas muy buenos, pero no quieren ir a galerías». Hay que pensar que en Francia algunos grafiteros ya han expuesto en lugares como el Louvre, el Grand Palais y la Fundación Cartier .

Para él, un buen grafitero necesita talento, pero también abrirse a los demás y encontrar su estilo. Tampoco hay que estudiar. «La mayoría de los artistas que nos acompañan lo han hecho toda la vida».

 

 

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