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La Posada de El Taique: La defensa selvática de una familia en medio del bosque El refugio se encuentra a 25 kms. de Entrelagos, montaña arriba, en la Región de Los Lagos

La Posada de El Taique: La defensa selvática de una familia en medio del bosque

Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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En la selva cordillerana de la X Región, en medio del único bosque templado lluvioso de los Andes Australes, una familia que hace años dejó la comodidad de Santiago, instaló su hogar y desde ahí impulsan un emprendimiento único: el Turismo salvaje. Una oferta turística sustentable que ofrece, entre otras actividades, caminatas a campo traviesa entre bosques milenarios, y vistas indescriptibles, solo para espíritus aventureros.


Sobre el Cerro Alto, a 15 kilómetros del Hotel Termas de Puyehue, en la Región de Los Lagos, se encuentra La Posada de El Taique, un refugio cordillerano que surge, tímido y respetuoso, en la inmensidad de bosques milenarios de Coihue -el roble magallánico- y la espesura fresca de miles de Canelos. Este no es un recinto hotelero ni su bosque un balneario, tampoco es un hostal dentro de un parque de aventuras, ni un camping con horarios paras las duchas al interior de monocultivos de pino. Este es un hogar. Una posada de descanso que administra una familia que hace unos años dejó la capital para adentrarse en la selva, en las entrañas del único bosque templado lluvioso de los Andes Australes, y desde ahí plantearse un proyecto de vida, uno que sigue adelante aunque el monte cada año los ponga a prueba.

La Parcelación Ecológica El Taique, que debe su nombre a un arbusto espinoso de uso medicinal y ornamental, cuyo mayor atractivo es una flor muy parecida al copihue, es un recinto de conservación privada que partió a punta de machete de la mano de su primera administradora, Ximena Flühmann, una ex ejecutiva del BancoEstado, que en edad madura y completamente sola, cambió la comodidad de la oficina para abrirse espacio en el bosque nativo con la idea de preservarlo.

«Ella forjó los cimientos de nuestra vida en la montaña, ella fue la que tomó el llamado de la naturaleza, dejó su trabajo en el banco para afrontar este desafío. Nosotros solo seguimos sus pasos y asumimos su compromiso», cuenta su yerno, Emilio Catalán, quien junto a Dennise Tapia- la hija de Ximena- y a los hijos de ambos, Etram (18) y Newen (5), se fueron a vivir al monte desde donde impulsan su emprendimiento que bautizan como Turismo Salvaje.

Etram Catalán, Denisse Tapia, Emilio Catalán y Newen Catalán

Etram Catalán, Denisse Tapia, Emilio Catalán y Newen Catalán

Coraje de montaña

Literalmente, esta familia del Taique vive sola en la montaña. Sus vecinos más cercanos están a varios kilómetros de distancia, pero no en línea recta como suele ocurrir en el campo, sino cerro abajo. «Yo soy nacido y criado aquí en El Encanto (el cruce habitado más cercano) pero nunca he subido hasta allá arriba», reconoce un campesino, que apunta con el dedo a un cerro que está rodeado entre siete volcanes, en pleno cordón del Caulle (El Osorno, el Puntiagudo, el Casa Blanca, el Puyehue, el Tronador, el Sarnoso y el Calbuco).

Denisse, explica que tras morir su madre, comenzó a barajar la idea de venirse a retomar el trabajo de Ximena, una tarea para nada fácil ya que aunque su madre habilitó espacios para permanecer en la montaña, no eran aptos para vivir con familia, especialmente por las dificultades de acceso.

«Estando acá, distanciándonos de las grandes ciudades, contemplando el entorno, y debido a las visitas de los vecinos parceleros que vienen esporádicamente a ver sus sitios, es que pensamos en emprender con esta idea de tener un refugio en la montaña para poder recibirlos y brindarles las condiciones para que puedan disfrutar de esta belleza al igual que nosotros. La verdad es que las dificultades de acceso debido al camino y sus condiciones tanto de distancia como de estructura, sin contar el clima, te ponen a veces en jaque, pero también sirven muy bien de filtro para la conservación de este rincón salvaje», cuenta.

Invierno Nevado corregido

Aunque admite que fue una decisión difícil la de dejar la comodidad de Santiago, Emilio -que trabajando en equipo con su familia ha construido su cabaña, más parecida a un bungalow, con los troncos de coihue que encuentra en el camino- se siente complacido y repara en lo que observa como una confusión habitual entre la gente que vive en la ciudad.

«En lo personal creo que mucha gente confunde la comodidad con la felicidad, pero la verdad creo que la felicidad está más cerca de la satisfacción y no hay nada más satisfactorio que construir tu refugio, cultivar tu alimento y disponer de tu tiempo a voluntad, además de hacer equipo con tu familia para alcanzar las metas que proponemos juntos», dice.

Pero en la montaña no todo es paisaje ni se vive en estado de vacaciones permanentes. «Este monte nos embarra, nos moja, nos enfría hasta los huesos, nos vuelve mojar, nos sopla hasta botarnos, y nos dice que no nos quiere aquí. Es un desafío diario el permanecer estoicos y construir nuestros sueños en la montaña», confiesa Catalán. «Pero cuando te conectas de manera respetuosa, consciente y natural con la montaña y aprendes a alimentarse de ella sin depredar, cuando ese equilibrio se logra, la naturaleza pasa a ser tu refugio».

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Biodiversidad

En el estudio realizado en el año 2010, encargado por la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama) al Instituto de Ecología y Biodiversidad, se comparó la distribución actual de las especies en peligro de extinción y los distintos escenarios que presentaría para ellos el cambio climático. Se analizaron 1.514 especies de flora y fauna del país y 36 ecosistemas.

«Este estudio -cuenta Emilio- estableció prioridad de 4 especies animales (huemul, ratita arbórea, sapo austral y lagartija magallánica) y 3 vegetales (radal Enano, Ballahuen y Michay Rojo) en real peligro de desparecer. Todas estas especies, excepto la Lagartija magallánica, están presentes en la cordillera de la Región de Los Lagos y en particular en nuestra parcelación ecológica que es en donde está emplazada la Posada del Taique».

El sector, en el que también habita el sapito de Darwin, es riquísimo en madera de coihue y aunque este roble ha sido ampliamente explotado en muchos lugares de la región durante años «nuestro bosque tuvo una extracción forestal parcial o llamado raleo selectivo por las empresas forestales, y  principalmente por su ubicación no pudo ser sobre-explotado, lo que permitió su supervivencia en la Parcelación Ecológica El Taique».

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Turismo Salvaje

Una de las actividades más espectaculares al visitar el Taique, y que incluso despierta el interés científico, especialmente en niños, es el treakking o caminatas desde el sendero principal de ascenso hasta la cima del Cerro Alto -que es donde está la Posada- subiendo escaleras de troncos que sirven de entrada a un bosque milenario hasta llegar al mirador Sur, donde se puede ver todo el valle de la provincia de Osorno, los lagos Puyehue y parte del Lago Llanquihue, además de los Volcanes Puntiagudo y Osorno.

«A diferencia de otros miradores este está en plena selva y debes subir 2 Km. por el bosque de coihues para llegar a tener esa vista», señala Denisse, quien comenta que «en el lugar tenemos una zona de camping habilitada con terrazas, zona de fogata y agua, en la que se puede pasar la noche en medio del bosque».

Otro de los destinos, dentro de la parcelación, es una ruta a campo traviesa a las cascadas del Taique y sus 7 pozones y saltos de agua. Esta ruta es toda una aventura. Para llegar a este lugar se debe atravesar el bosque de Mañío a punta de machete, cruzando pantanos llamados “hualbes” y luego bajar una quebrada de 20 metros para llegar a la cuenca del río Pichi-Coihueco (pequeño salto de agua en Mapudungun) en donde se recibe el tronar de la cascada de unos 12 metros de alto. De ese lugar se puede caminar por el lecho del río hasta los 7 saltos de agua y pozones que están en el corazón de la montaña, solo accesibles a través de esta ruta.

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«También puedes realizar tus propias exploraciones en la selva. Machete en mano puedes recorrer senderos que fueron hechos varios años atrás y descubrir por tus propios medios los destinos y maravillas que contiene esas rutas dispersas a lo largo de la montaña», propone Emilio.

«También dentro de nuestras actividades esta la cocina compartida», invita Denisse. «Aquí todos participamos de la preparación de alimentos, compartiendo ingredientes y recetas, preparando pan amasado y compartir preparaciones que van desde el asado de cordero al horno estilo neozelandés hasta las más ricas e intricadas fórmulas de pizzas caseras».

Recomendaciones

Como se trata de un lugar selvático, especialmente recomendado para quienes buscan en cualquier época del año experimentar la naturaleza en su estado puro, el equipo familiar de la Posada de El Taique, ha elaborado un documento con recomendaciones para los que vienen por primera vez y tienen una idea equivocada de cómo es la vida en la montaña. «Es una invitación al espíritu aventurero, pero también una forma de desalentar a aquellos turistas que creemos no podrían soportar el aislamiento, la naturaleza y la vida con las comodidades mínimas».

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-¿Qué podrán encontrar, en definitiva, los viajeros que se inserten en la selva de la Posada del Taique?

– El solo hecho de llegar a un bosque como este es una total aventura, siempre decimos que la casa es la excusa, lo importante es vivenciar el bosque, un bosque que la mayoría no conoce, sin paisajismo, sin zonas erosionadas, pura e intimidante naturaleza desbordándose por todos lados.

Contacto
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