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Fundación Ciencia Joven confía en revertir la poca conciencia que tiene la escuela de la importancia de la ciencia La idea es procurar la alfabetización científica

Fundación Ciencia Joven confía en revertir la poca conciencia que tiene la escuela de la importancia de la ciencia

La Fundación organiza junto al Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la U. de Valparaíso, y a la Agencia Alemana de Intercambio Académico (DAAD), el capítulo chileno del «Falling Wall Lab», el concurso para científicos jóvenes más importante del mundo, que se llevará cabo el 22 de septiembre en el Parque Cultural de Valparaíso, y donde los postulantes nacionales tendrán 3 minutos para convencer a un exigente jurado que su proyecto tendrá un impacto global en el futuro. El ganador sacará pasajes a Alemania, donde se lleva a cabo el torneo mundial de científicos jóvenes.


A raíz de las recientes protestas de los científicos, la importancia de la ciencia se ha convertido en un debate central en un país que aspira a convertirse en una economía desarrollada. Aunque los investigadores locales sufren problemas de precariedad laboral, son altamente productivos, en medio de una inversión pública y privada que es una de las más bajas entre los países de la OCDE.

Sin embargo, el desafío no es sólo mejorar este panorama, sino lograr que más jóvenes se interesen por hacer ciencia. Actualmente hay varias iniciativas en marcha para ello.

Una es el Bayer Kimlu Campamento Científico para Jóvenes, que reúne a jóvenes de Latinoámerica durante 10 días en un evento científico que tiene como eje conductor el diseño y ejecución de un proyecto de investigación científica, donde desarrollan habilidades conceptuales al conocer temáticas variadas de STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), habilidades de pensamiento científico y habilidades sociales desde el liderazgo, que fomentan una red de jóvenes de secundaria y universitarios con el idioma en común de las ciencias, ingeniería, matemáticas y tecnología.

A nivel escolar y universitario, en tanto, «se destacan profesores líderes en ciencias que, con grupos pequeños de jóvenes y escasos recursos, generar proyectos de investigación científica a nivel de todo Chile, equipos que destacan en concursos de ciencias y tecnología, pero que hacen una hermosa tarea en el desarrollo de vocaciones científicas. Estos equipos, minorías, nacen desde el interés personales de profesores/as y jóvenes, que consiguen apoyo de asesores científicos y espacios de divulgación. A pesar de ser pocos grupos en Chile, son de alta calidad, exitosos, y tienen poco apoyo económico», según Marjorie Parra, bióloga y directora de educación científica.

Esta entidad impulsa el Programa Academias Ciencia Joven, que se realiza en establecimientos educacionales para jóvenes de 12 a 18 años.

«Ha tenido un impacto positivo en aumentar el interés por las ciencias por parte de jóvenes y profesores de ciencias, quienes han visto las ventajas de la investigación científica como eje del desarrollo de competencias científicas, programa que se ejecuta al interior de establecimientos educacionales y busca impactar a una comuna desde sus recursos y redes», dice Parra.

Falling Walls

Junto a esta iniciativas, la Fundación Ciencia Joven -que dedica todo su tiempo a estimular y fortalecer las redes para que se desarrolle la ciencia en jóvenes- impulsa  un proyecto de grandes proporciones, junto al Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la U. de Valparaíso, y a la Agencia Alemana de Intercambio Académico (DAAD). Se trata del capítulo chileno de uno de los concursos científicos más importantes del mundo, el Falling Walls Lab.

Al evento que se va a realizar el 22 de septiembre en el Parque Cultural de Valparaíso participaran jóvenes científicos de las más diversas áreas de las ciencias y las humanidades para ganar el único cupo que les permitirá medirse con científicos jóvenes de de 100 países y de asistir a la Conferencia Falling Walls, que se llevará a cabo en Berlín en octubre próximo.

Para ganar este cupo, los científicos chilenos tendrán el gran desafío de a un exigente jurado en tan solo tres minutos, que es lo que dura la exposición.

Todas las exposiciones serán transmitidas vía streaming por El Mostrador.

Cómo incentivar

Uno de los desafíos es mantener y aumentar la participación. ¿Cómo se puede incentivar a los jóvenes que hacen ciencia?

Parra responde que una de las tareas fundamentales en los incentivos para que los jóvenes hagan ciencias tiene que ver con las propuestas metodológicas que se aplican en las aulas de clases de todo el país, las cuales han ido cambiando desde una propuesta enfocada en solo conocimientos y con una mirada propedeútica, donde prácticamente los estudiantes aprendían conceptos y pocas veces sabían reconocer la utilidad de los mismos.

«Actualmente, las propuestas metodológicas han acercado a los jóvenes a hacer más ciencia en las aulas, reconocer las preguntas científicas como la motivación que los mueve, reconocer la utilidad del conocimiento y reconocer la necesidad de las ciencias en la vida cotidiana», dice. «Desde ahí, muchos jóvenes encuentran vocaciones, por lo que la formación de capital humano en el país tiene su primer momento en las aulas de clases».

Pero además, ya hay profesores y proyectos educativos que han favorecido la realización de academias de ciencias como espacios de desarrollo para aquellos jóvenes que muestran más interés o talentos en las ciencias, espacios que en general favorecen la investigación científica como eje principal de acción, y que permite a los jóvenes participar de congresos científicos.

Entre estos nombra los que organiza Explora a nivel regional y nacional, y las ferias de ciencias nacionales como la Feria Nacional Científica Juvenil del Museo Nacional de Historia Natural, La Feria Escolar Antártica y la Feria del Biobío, entre otras, «que son maravillosas instancias de aprendizajes y divulgación científica que permite mostrar los proyectos científicos que se realizan en todo el país a manos de jóvenes y su profesor guía».

Asimismo, Fundación Ciencia Joven se ha comprometido con estos espacios para STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) a través del citado Programa de Academias Ciencia Joven, que apoya y guía academias de ciencias para jóvenes de 12 a 18 años, y el nombrado Bayer Kimlu, Campamento Científico para Jóvenes, que favorece el desarrollo de habilidades científicas y liderazgo en jóvenes de 14 a 18 años de Latinoamérica.

Estos espacios sin duda incentivan a los jóvenes y permiten abrir un mundo de posibilidades para ellos, donde no solo aprenden de STEM, sino que se insertan socialmente en una red de jóvenes interesados en las ciencias y tecnología.

Problemas actuales

Sin embargo, no todo es color de rosa. Parra admite que uno de los principales problemas que enfrentan los estudiantes interesados en ciencias es la falta de recursos destinados, como país y, muchas veces, como proyectos educativos.

«Muchas veces nos encontramos con sistemas escolares que no dimensionan las ventajas de una academia de ciencias, o las ventajas de tener un profesor de ciencias de calidad, con conocimientos actualizados, y con tiempos destinados a generar oportunidades para sus estudiantes, y falta de perfeccionamiento docente», menciona.

Los jóvenes de secundaria, por ejemplo, tienen mínimas opciones de fondos concursables que les permita sacar adelante proyectos de ingeniería, medio ambiente, ecología, robótica, etc., que requieren recursos materiales para su implementación, por lo que sus proyectos quedan en papel sin poder ser ejecutados.

Asimismo, muchos jóvenes quedan en espera de oportunidades por no poder costear pasajes o estadías para participar en eventos de ciencias fuera de sus regiones, o fuera de Chile. «La visión de la educación científica basada en investigación científica aún no está instaurada en Chile. Y esta falta de visión también detiene a profesores de ciencias, que por falta de recursos no pueden implementar laboratorios, o comprar materiales, o participar de los espacios y las oportunidades de ciencias que se dan en el país», dice convencida.

Rol del Estado y privados

En este tema, sin duda el papel del Estado y los privados en la promoción de que los jóvenes hagan ciencias es fundamental.

«A nivel país, es fundamental que las políticas públicas gubernamentales se posicionen desde una mirada de la educación científica, y se proyecten a formar una sociedad con alfabetización científica y cultura científica», afirma. «Sin esta mirada clara, las acciones y oportunidades para los jóvenes se ven individualizadas y se convierten en proyectos pilotos que no permiten el seguimiento».

Agrega que para mejorar la cultura científica, por ejemplo, y que aparezcan más oportunidades para los jóvenes, es necesario un estado con fondos y recursos para que las iniciativas encuentren el sustento y toman forma.

Por otro lado, el Estado tiene una importante responsabilidad en la formación docente de las especialidades científicas, quienes serán los que diseñen y ejecuten acciones en todos los sistemas educativos.

«Lo mismo pasa con los privados: cuando una empresa, por ejemplo, ve una oportunidad de apoyar el desarrollo regional o país a través de las ciencias, permite que iniciativas de calidad se inserten en las regiones, aumentando los recursos económicos, humanos y de infraestructura para que jóvenes hagan y aprendan de ciencias», explica. «Los privados pueden asociarse a Fundaciones u Organizaciones que actúen directamente en las escuelas, o formar espacios de educación no formal, como el caso de Bayer Kimlu».

La especialista concluye que la enseñanza de las ciencias es fundamental en la formación de niños, niñas y jóvenes.

«Por un lado, la alfabetización científica genera individuos informados y ciudadanos con opciones claras en las tomas de decisiones, una cuestión importante a nivel social», dice. «Que las personas puedan participar en debates de temas cotidianos relacionados a las ciencias y tecnología, implica que deben tener conocimientos y habilidades de pensamiento científico que les permita opinar. Por ejemplo, en Chile, los temas de aborto, píldora del día después, construcciones ante terremotos, probabilidades de tsunamis, las antenas de celulares, han sido cotidianos y han requerido de una ciudadanía informada».

Pero al mismo tiempo, dice, las ciencias favorecen el desarrollo de habilidades de razonamiento y pensamiento científico, y habilidades actitudinales, que son valiosas para cualquier joven, no sólo para los que vocacionalmente quieren dedicarse a estudiar o trabajar en áreas científicas.

«Un país con un proyecto claro y de calidad en la enseñanza de las ciencias crea una sociedad más preparada que se proyecta en el uso de sus recursos y puede determinar su propia ruta. Que los jóvenes hagan ciencia favorece su desarrollo personal y el desarrollo social de un país», sentencia.

 

 

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