Desde el pueblo al teatro. El pueblo en el teatro, parece ser una suerte de consigna que intenta constituir este montaje, desarrollando un cuerpo social que se transforma en una hermosa voz, una voz conjunta, para manifestarse en un cuerpo artístico, puesto que en este caso, tal vez sea el aspecto de transversalidad lo más interesante en la propuesta de los hermanos Ibarra Roa.
Niños, personas no profesionales del teatro, actores, bailarines, en el fondo un enorme equipo, se reúne para aportar -desde su perspectiva o su disciplina- a esta obra, que engloba diversas artes: canto, teatro, danza, intervención social, formando un dispositivo que conmueve por su multidisciplinaridad y la magnificencia de la escena, lo que a la vez es el gran desafío que este montaje presenta.
Desde el pueblo al teatro. El pueblo en el teatro, parece ser una suerte de consigna que intenta constituir este montaje, desarrollando un cuerpo social que se transforma en una hermosa voz, una voz conjunta, para manifestarse en un cuerpo artístico, puesto que en este caso, tal vez sea el aspecto de transversalidad lo más interesante en la propuesta de los hermanos Ibarra Roa.
La obra cuenta, en principio, como un pueblo frente al asedio romano, en desigualdad de fuerzas y de condiciones bélicas, resiste frente al imperio para, finalmente, en un acto a la par que trágico y heroico -y frente a la inminente conquista por parte de los romanos- en una decisión radical, deciden suicidarse; el pueblo numantino (hombres, mujeres y niños) toman en sus manos lo único que pueden en tales circunstancias: sus vidas. El texto escrito por Miguel de Cervantes, está basado en un hecho real, acontecido en el año 134 a. de C. y que consta en la propia historia romana, dado que el general que hubo de estar a cargo de las huestes romanas fue el célebre Publio Cornelio Escipión, también conocido como el “africano menor”.
Un pueblo que resiste hasta la muerte frente a una fuerza que le es infinitamente superior, es una temática transversal a los tiempos y que hoy particularmente nos toca, en tanto que, a momentos, aparece con menor nitidez en la actualidad, cuando vemos el descontento en las calles como una regla general; de este modo, el concepto de coro ciudadano emula en demasía la sensación de protesta que en este caso se enuncia a través de una manifestación poética, una gran voz social, que aparte de ser técnicamente deslumbrante, produce su propio efecto artístico y político, precisamente porque al ver una masa humana cantar, vemos que hay una propuesta que responde a una voz crítica, que permite así al arte trasladarse del cuerpo performativo al cuerpo social.
Los elementos técnicos que según mi perspectiva están mejor logrados, son aquellos que están vinculados a lo musical, puesto que este ámbito aporta una gran competencia, belleza y sentido de espectáculo, hay gran mérito en la dirección musical de Diego Belmar, sin duda. Por otro lado, la idea de incluir los coros asesorados por Annie Murath es un acierto absoluto, en tanto, son deslumbrantes y están muy bien logrados, desde los arreglos vocales, la fuerza escénica que adoptan y la sinergia provocada por quienes participan de ellos con el total del montaje, sin duda, verdaderos protagonistas dentro de la obra.
La danza, con coreografías a cargo de Tania Rojas, constata otra belleza; a través de la corporalidad y destreza de movimientos, genera imágenes que logran conectar con la emotividad profunda de las acciones de la obra, a través de una relación que podríamos caracterizar como senso/emocional, más que racional, efecto que se retrata como la posibilidad de ilustrar pasajes del inconsciente colectivo del pueblo numantino.
Los hermanos Ibarra Roa desde la dirección y la mirada integral aglutinan todos estos elementos, les dan vida y los hacen dialogar, dando como resultado aspectos como los antes mencionados que eran muy interesantes, sin embargo, el ámbito textual y la configuración de la obra en términos argumentativos y actorales, en general, no estaban a la misma altura, (no necesariamente es así, esta es una opinión), la edición del texto resulta poco clara y problemática tanto en la construcción de la historia como en el desarrollo de la versificación, tal vez por ellos, no se lograba la conexión con todas las interpretaciones y se veían algunos cuerpos distantes al texto, sobre todo, tomando en cuenta que se trata de muy buenos intérpretes (habían grandes momentos emotivos, pero se habla de un general) y que, al mismo tiempo, la actuación en verso, técnica especialmente dificultosa, requiere trabajarse cuidadosamente para establecer una relación con el público, dado que para éste también es un lenguaje distante y difícil; lograr la vinculación emotiva con él no es sencillo, en este caso, era complejo conectarse con el texto y la historia en sí misma –si esta no era previamente conocida- lo que provoca una natural distancia, tal vez, por la edición que se hizo; entonces, esto también constituía una razón para adherir mayormente con la belleza del coro, música y danza, en tanto se transformaron en los pilares fundamentales de la obra.
Es complejo hablar de forma detallada de las actuaciones, puesto que la obra es bastante coral, e incluso, es una obra que se destaca a través de esa coralidad y eso, al mismo tiempo, es un efecto conmovedor en el teatro y en la obra, porque no hay individualidades absolutas. Sin equipo no hay obra, sin comunión no hay relaciones ni objetivo. La obra, a través de su forma, traspasa un discurso, la coralidad tiene un discurso político en la performatividad del mismo, podríamos concluir.
Sin duda la obra responde a un gran desafío de dirección , 87 personas en el escenario, de diversas disciplinas, entre ellos niños y personas no profesionales, todos esos elementos reúnen gran dificultad y no deja de generar admiración, que los hermanos Roa, instalen tan arraigadamente una estética y una forma de hacer arte en el teatro.
Incluir coros ciudadanos en esta puesta en escena es una propuesta poderosa y pienso que la obra está plena de sentimiento y emoción dado que, precisamente, lo que parece faltar al pueblo chileno es poética, poética en el sentido que esta cobra en la vida cotidiana; poética como el arte de la ciudadanía: vida en las calles, en la gente, estamos invadidos por un ejercito capitalista que lo único que provoca es la despersonalización y el consumo y la idea de simplemente cantar, no desde la profesión en sí misma, sino desde la persona común, desde el “hijo de vecino” es luchar con el pragmatismo de las cosas y, que duda cabe, al ver una inmensidad de personas cantar con humanidad y pasión, conmociona, no importa que sea Numancia un lugar concreto e histórico, porque Numancia es la estructura y pretexto de un gran discurso social y humano; desde mi perspectiva, la obra está centrada en la emotividad que producen los cantos y danzas, dado su maravilloso despliegue técnico. Esa emotividad es la que hace vibrar a la audiencia y que al ver gente común y corriente llevando a cabo esa grandeza artística, hace estremecer.
Por otro lado, el diseño, en cuanto a los vestuarios, era muy acertada, con esas ropas grises, se manifestaba un solo cuerpo acorralado, desgastado, que tenía un carácter propio, pero me pareció que la escenografía, que emulaba los colores de la sala y parecía como parte del teatro, era algo fría, puesto que no contenía, en tanto la forma ya propuesta por los vestuarios, una relación metonímica esperable, esto nos distanciaba del imaginario poético al que nos trasladaban todo el tiempo el resto de los recursos en el montaje.
Esta es una obra, que por sus múltiples desafíos e impactos, no se puede dejar de ver. Es interesante que la temática aquí se cruza con el estilo, debido a que potencia mucho en la propuesta que el pueblo de Numancia se revele frente a una invasión, pienso en este caso, que un pueblo al cantar y levantar la voz, se revela de una forma poética, es por esto que la obra no solo tiene un fin artístico, sino que el trabajo tiene una gran consecuencia social, incluyendo la estética. Es aquí cuanto el teatro y el arte, tienen un sentido pregnante, cuando a través de su estética, buscan transformar o hablar con la sociedad.
Obra «Numacia»
Centro GAM, Sala A1 – Edificio A
Temporada: 5 al 28 de agosto de 2016
Horarios: Ju a Sá – 20 h, Do – 19 h
Precios: $8.000 general, $4.000 estudiantes y tercera edad Entradas a la venta en Boleterías GAM y www.daleticket.cl