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El libro-objeto con las obras de Rugendas cuyos originales están haciendo ricos a sus dueños En diciembre, una obra suya se subastó en casi US$1 millón en Londres

El libro-objeto con las obras de Rugendas cuyos originales están haciendo ricos a sus dueños

«Los pasos de Rugendas por Coquimbo» se destaca por un formato único: es un libro de láminas que el lector puede sacar y mirar a gusto. Es obra del artista Sergio Olivares, que adicionalmente estrena la próxima semana un documental sobre el artista que vivió en Chile entre 1834 y 1842.


Hay un pintor europeo que estuvo por Chile y que está haciendo cada vez más millonarios a los dueños de sus bocetos. Se trata del alemán Mauricio Rugendas (1802-1858), un artista sobre el cual acaba de lanzar un libro-objeto de láminas el escritor y cineasta chileno Sergio Olivares.

El pasado 15 de diciembre, una pintura del germano, «El mercado de la Independencia en Lima», fue subastada en casi un millón de dólares en la casa de remates Christie’s, en un remate por un total de nueve pinturas.

Allí peruanos y chilenos pujaron las obras, pero los representantes del Museo de Arte de Lima (MALI), que viajaron especialmente para la ocasión, se fueron con las manos vacías, mientras los nuevos dueños permanecen en el anonimato.

Actualmente los cuadros de artista, que vivió en Chile entre 1834 y 1842, están desperdigados en museo públicos y colecciones privadas. Por cantidad entre los primeros lidera el Museo Nacional de Bellas Artes (27), seguido del Museo Histórico Nacional (20), la Pinacoteca de la Universidad de Concepción (3), el Museo Municipal de Bellas Artes de Valparaíso (2), la Biblioteca Nacional (1) e incluso La Moneda (1), mientras entre los privados se destaca el coleccionista Santiago Landman y los bancos BBVA y Scotiabank, según reseñó recientemente un vespertino local.

«La importancia de Rugendas, para Chile, como para toda América Latina, es la de haber sido un gran documentador», resalta el académico Pablo Diener, probablemente una de las personas que más sabe sobre este pintor en el mundo y autor del libro «Rugendas, su viaje por Chile (Editorial Origo).

«Rugendas dejó registro de lugares, modos de vida y tipos humanos que con el tiempo han sido devorados, sea por la codicia mercantil, sea por el cambio de los tiempos. Esa sensibilidad no tuvo mucha influencia entre sus contemporáneos. Su mirada no creó escuela. Pero hoy sí la reconocemos como un estupendo documento histórico».

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Filme + libro

«Los pasos de Rugendas por Coquimbo», de Olivares, se destaca por un formato único: es una caja con láminas que el lector puede sacar y mirar a gusto.

Este libro surgió en el proceso de investigación de un proyecto audiovisual, «Rugendas, crónica de una travesía», que habla sobre el viaje que Rugendas emprendió en el verano de 1837 por la región de Coquimbo.

«Revisando los dibujos , pensé en que éstos deberían ser conocidos por más gente, en el sentido de que esos personajes retratados son nuestros antepasados y por lo tanto parte de nuestra historia y también considerando que en la región no había registro de que alguien hubiera revisado este material histórico», cuenta Olivares.

Su film se podrá ver la próxima semana en Coquimbo en el marco del Festival de Arte de esa ciudad (ARC).

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Un público interesado en la historia

Este libro, en palabras de Olivares, está dirigido a un público primeramente interesado en la historia, luego en la identidad y el patrimonio.

«Mucha gente no sabe quién fue Rugendas y la importancia que tiene para Chile, tanto en la historia de la pintura nacional como en la creación de nuestra imagen como nación», explica. «Para nosotros los nortinos, que recién estamos reconstruyendo nuestro pasado, es un aspecto que viene a completar esa imagen que tratamos de poner en pie».

«Su habilidad como dibujante es sorprendente, por la capacidad de registrar rápido y con precisión y sensibilidad los asuntos más diversos, sea el paisaje, e los tipos humanos o de los trazos de la cultura de los pueblos», comenta Diener.

Olivares quiere que el lector aprecie el trazo y las técnicas de este eximio dibujante. «Si alguien gusta de una de las láminas en particular, puede separarla y tenerla más próxima, cosa que no podría llevar a cabo con un libro».

Escogió los dibujos más visibles e interesantes, visto esto desde el punto de vista de las vestimentas que usaban los personajes en aquella época o por los paisajes dibujados.

«Me interesaban por sobre todo los que muestran el Valle del Limarí, que es mi lugar de origen, y que también todos mostraran o me dieran las pistas para luego en el documental seguir la totalidad del viaje por las tres provincias: Elqui, Limarí y Choapa» .

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La importancia de Rugendas

Diener cree que Rugendas vino a Chile, probablemente, por la curiosidad que le merecían los pueblos indígenas.

«Había oído hablar de los mapuche, un pueblo que había luchado con bravura por su derecho a la vida y a la tierra, desde los tiempos de la conquista. La epopeya de Alonso de Ercilla era famosa por sí misma y por la relectura que habían hecho escritores románticos europeos desde el siglo XVIII y del XIX. Pienso que ese fue un factor decisivo para la venida de Rugendas a Chile», quien en las Américas además vivió en Brasil (1822-1825), Haití (1830), México (1831-1834) y Perú (1842-1845).

Añade que Chile – como México, como Perú, o también, como Brasil – influyó contundentemente sobre la personalidad de Rugendas. «El país le ofreció temas nuevos y él inventó lenguajes artísticos para aprehenderlos con propiedad. Chile, como los demás países que visitó, representó un reto, que él se esmeró por enfrentar, y salió exitoso del desafío. Chile le dio impulsos para buscar lenguajes artísticos. Esa es la contribución que podemos atribuir a Chile en Rugendas».

¿Por qué permaneció tantos años en nuestro país? «El país lo acogió bien, aunque después lo dejó caer», responde Diener.»Creó lazos afectivos, con Carmen Arriagada, pero también con innumerables otras personas, que hicieron de Chile un verdadero hogar para él. Me parece que Chile atrapó a Rugendas, y el artista no podía y en cierta medida tampoco quería irse».

El académico agregara que su paso por el norte fue relativamente corto. «Quizá pasara algunas semanas recorriendo el territorio de Coquimbo hacia el interior. El mayor atractivo del norte probablemente fuera la población minera; había visto campesinos del sur, indios de más al sur, la variopinta población de la capital y del puerto; le faltaba conocer individuos del ramo minero. Creo que para cumplir esa tarea fue que Rugendas viajó al norte».

Su lugar en la pintura chilena

Para Olivares, la importancia de Rugendas en la historia de la pintura chilena es vital.

«Forma parte de un contingente de pintores extranjeros que vinieron por acá y que pintaron al Chile de aquella época y así forman la base de lo que sería más tarde la pintura chilena», dice. «Son una especie de documentalistas que registran la realidad nacional de aquella época».

En particular, según él, Rugendas tiene mayor importancia porque él no se mantiene estático viaja y busca, se interesa por lo popular para convertirlo en un motivo artístico. Eso le otorga una importancia mayor dentro de la historia de la pintura y también en la historia de los pueblos latinoamericanos donde se detuvo a registrar.

«Su estancia en Chile fue una historia de relativo fracaso, según mi parecer. Porque ya los chilenos al final de sus días en Chile no se interesaron más en comprar sus pinturas y él vivía de la pintura en Chile, por lo tanto su partida se hizo inminente. Ante los fracasos amorosos y la incomprensión de la importancia del trabajo pictórico realizado, Rugendas vuelve a su patria. Es un momento de la historia del arte donde las cosas están cambiando. Unos años después nace la fotografía y los cambios en la pintura también influyen en su trabajo, esto lo aplasta y finalmente muere a los 53 años», dice Olivares.

El Chile de esa época era una sociedad conservadora, que vivía su aislamiento geográfico, y que se encantaba con los extranjeros.

«Esa fue una de las cartas que el artista viajero tenía en la manga: ser afuerino en un país que buscaba puentes para abrir algunas ventanas al gran mundo. Pero Chile, también, conservador, le puso límites en el acceso al mundo social, concretamente cuando quiso afincarse en el país, y casarse con una chica de buena familia, Clarita Álvarez Condarco. Esa jovencita pertenecía a una familia de origen argentino pero establecida en Chile y bien adaptada a las costumbres nacionales. Cuando Rugendas quiso casarse con esa chiquilla, la familia lo detuvo, haciéndole ver que en su calidad de pintorcillo muerto de hambre no tenía cómo entrar en el seno de ese círculo», remata Diener.

Así, era un Chile que para Olivares, al menos en el plano de las ideas, no distaba mucho del que conocemos hoy: «un país atrasado culturalmente, que mira hacia fuera, y no a su interior».

«Lo que ha cambiado son los carruajes y las vestimentas, pero lo esencial sigue siendo igual al de esa época: jerárquico, hostil. Que no soporta la innovación, la curiosidad, las ideas nuevas que remuevan el viejo sistema que se derrumba y Rugendas era un romántico que vivía la vida con vehemencia. Por lo tanto sufrió el rechazo de nuestra fronda».

«Yo creo que Chile dejo una marca de fuego en su corazón, él se enamoró de Chile. Muchas veces cuando estaba rodando pensaba en ese viaje y que tan solo el hecho de cruzar esas montañas y sus soledades, hay que querer mucho un lugar para ir por ellas».

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Vista de La Sierra, al norte de Illapel.

Museos y acervos

Y aunque el Estado chileno estuvo ausente en la subasta de Londres, Diener cree que las colecciones públicas de sus obras están bien cuidadas. «Pero, claro, es poquito. Históricamente entraron algunas obras en colecciones públicas y las instituciones las han cuidado y las han dado a conocer. Las instituciones han cumplido adecuadamente con su deber».

El académico cree que lo principal para aumentar el acceso público a las obras de arte es crear una política de fomento del mecenazgo, es decir, facilitar y premiar el préstamo de largo plazo de colecciones privadas es una cuestión que debe ser organizada desde el Estado.

«No tiene sentido crear museos sin acervos. Primero hay que tener el acervo, negociar el depósito de obras en manos públicas, mostrar que serán bien cuidadas, y atraer a los prestadores para que depositen sus preciosidades en manos públicas. Cuando hay algo que mostrar, entonces sí tiene sentido crear museos. De lo contrario nos quedaríamos con bellos edificios vacíos», concluye.

 

 

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