Publicidad
Obra «Después del fin»: el poder nunca dice dónde está CULTURA|OPINIÓN

Obra «Después del fin»: el poder nunca dice dónde está

Según la obra, nuestros días de consumidores podrían ser la base de una futura revolución en el año 2068. Vale preguntarse si la democracia está en crisis, cuando en realidad el asunto es más simple: los partidos tradicionales han decidido hace décadas co gobernar con los poderosos.  Lo único claro: Los populismos de derecha van por más, desean menos y menos control a su influencia sobre lo público, pues así todo será cada vez más privado.


Es el año 2068 y luego de una seguidilla de gobiernos de ultra derecha, Arturo y Beatrix son los líderes de una nueva revolución que enfrentan sus visiones sobre la democracia y la representatividad, en un salón de plenarios de un viejo edificio público, lleno éste de muebles antiguos envueltos en plásticos polvorientos.

En Después del fin la pareja de cabecillas del futuro movimiento Soberanía Popular dialogan, conversan, se gustan, bailan, festejan, rememoran y se confrontan en un salón del legendario Centro Cultural Gabriela Mistral en 49 años más, inmueble testigo de un gobierno popular de izquierda, una dictadura fascista y del imperio por décadas de un duopolio solventado en la concentración del capital.

[cita tipo=»destaque»]El individualismo, la sociedad de la entretención y el hedonismo, los partidos políticos comprados, la porno cultura y las selfies, el miedo al migrante, los spas para perros y gatos, la apología de odios y violencias, la fama por sobre el prestigio, la indiferencia, los monopolios, el cambio climático o los “voztros” de la radio, serán, tal vez, los compuestos químicos de la próxima revolución. Una comandada por una generación aún no nacida y que desde cero deberá enfrentar, en grave despolitización, las mismas preguntas hechas por los sublevados desde las primeras urbes.[/cita]

Ella se va espantando de a poco, pues observa en su compañero ideas muy pedestres respecto a la representatividad. Arturo, a su vez, se va desencantando de la reflexión socrática de su amiga, plena de cuestionamientos sobre las reales bases emocionales y racionales de las aspiraciones político sociales.

Los actores Juana Viale (Beatrix) y Juan Pablo Miranda (Arturo y dramaturgo de la pieza) de la mano del director Cristián Flores, nos trasladan a este salón de convenciones para que en sus estrados circulen otra vez las mismas angustias y dudas, pues el nuevo movimiento desea abjurar de líderes.

Los efectos sonoros de la obra, nos rodean con un sinfín de voces de caudillos reconocibles del pasado chileno. Arturo evidencia desde el inicio fortísimas migrañas, ella no le da tregua en la controversia, justo ahora que han conquistado el mando hacia un nuevo experimento político.

La obra habla de un movimiento político futuro, cuya disyuntiva será elegir entre el individuo y el ajado concepto de “masa”.

¿Dónde radica el poder? Éste no se encuentra en el palacio de gobierno, ni en el parlamento o en el palacio de los tribunales. No está físicamente en un sitio determinado, ni bajo escarapelas identificables. Nunca nos dirá dónde está. Navega entre nosotros, tal como el Wi Fi o las relaciones comerciales.  

Aun así, constan símbolos de éste. El edificio del Centro Cultural Gabriela Mistral es uno muy enérgico, pues tiene la capacidad de vestirse con las ropas de la historia. El GAM demostrará con sus trajes la tendencia de temporada, pues fue pensado para las personas y éstas nunca son las mismas.  

En su origen habló de un mundo que iba al socialismo. En sólo 245 días fue levantado por más de tres mil obreros, muchos voluntarios, para albergar, en plena Unidad Popular de Salvador Allende, la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en el Tercer Mundo, UNCTAD III. En esos días de abril de 1972 se llamaba Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral.

Tras el golpe de Estado del 73 no fue casualidad que sus vanguardistas instalaciones fueran ocupadas por la sanguinaria contrarreforma, siendo re bautizado como Edificio Diego Portales, para imponer desde ahí la nueva arquitectura refundacional de la dictadura, imperante hasta hoy.  

Entre 1990 y el año 2010 el edificio observó la ambigüedad propia de estos tiempos, donde los ciudadanos fueron reemplazados por consumidores. A partir del bicentenario, los años de neoliberalismo lo convirtieron en un proyecto cultural “exitoso”: Debe autofinanciarse en un 40% vía sector privado de ultra derecha, al cual no le interesan los proyectos que los artistas postulantes, proponen al país en sus salas.  

Cinco décadas más tarde el capital impera sobre el trabajo y el edificio del GAM es refugio de los pocos que no han dejado de ser ciudadanos: los artistas. Ellos siguen cumpliendo su misión, mientras miles de adolescentes de hoy prefieren las bandas K-Pop y ensayan sus coreografías frente a los ventanales soñando ser virales, o varios adultos optan por disfrazarse de Jedis Star Wars en sus patios, para evadirse de las deudas.

Aun así, desde dentro del GAM los artistas no se rinden y siguen siendo miembros de una polis.

Según la obra, nuestros días de consumidores podrían ser la base de una futura revolución en el año 2068. Vale preguntarse si la democracia está en crisis, cuando en realidad el asunto es más simple: los partidos tradicionales han decidido hace décadas co gobernar con los poderosos.  Lo único claro: Los populismos de derecha van por más, desean menos y menos control a su influencia sobre lo público, pues así todo será cada vez más privado.

El individualismo, la sociedad de la entretención y el hedonismo, los partidos políticos comprados, la porno cultura y las selfies, el miedo al migrante, los spas para perros y gatos, la apología de odios y violencias, la fama por sobre el prestigio, la indiferencia, los monopolios, el cambio climático o los “voztros” de la radio, serán, tal vez, los compuestos químicos de la próxima revolución. Una comandada por una generación aún no nacida y que desde cero deberá enfrentar, en grave despolitización, las mismas preguntas hechas por los sublevados desde las primeras urbes.   

Después del fin nos permite el ejercicio de las preguntas por sobre las certezas, en un momento de la historia donde ya vivimos las consecuencias de no haberle puesto el bozal a tiempo a este Rottweiler. Algo que debería haber sido tarea de los partidos cuando éste era cachorro, cinco décadas atrás, hoy ya es tarde.  

Después del fin

En Centro Gam, Edificio B, piso 2, Sala N1

Hasta el 20 abril. Miércoles a sábado 21:00 horas.

Mayores de 12 años

Precio: $ 6.000 Gral. $ 3.000 Est. y 3ed.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias