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Árboles antiguos ayudarán a la creación de un Atlas de Sequía en Chile CULTURA|CIENCIA

Árboles antiguos ayudarán a la creación de un Atlas de Sequía en Chile

Árboles nativos, longevos y que crecen en condiciones extremas son capaces de entregarnos valiosa información sobre cómo fue el clima en el pasado. Es por eso que un grupo de investigadores del Laboratorio de Dendrocronología y Cambio Global de la U. Austral de Chile se encuentra desarrollando un Atlas de sequía para Chile, un mapa que mostrará los cambios y variaciones espacio-temporales a través del territorio.


La ciencia de la dendrocronología estudia los cambios ambientales del pasado analizando los anillos de crecimiento anual de los árboles. “La característica más importante que tienen especies como la queñoa, el ciprés de la cordillera y la araucaria, son sus anillos de crecimiento claramente distinguibles, que además tienen la peculiaridad de ser anuales, de tal forma que podemos tener un registro confiable, año por año, sincronizado entre distintas especies y entre los distintos árboles que crecen en un lugar”, explicó Carlos LeQuesne, académico de la Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la U. Austral de Chile y director del proyecto Fondecyt.

El segundo requisito para poder tener información sobre el clima a través de los anillos de los árboles es que éstos deben ser sensibles a la falta del agua. El crecimiento de estas especies que habita en ambientes extremos depende en gran medida de la disponibilidad de este recurso.

“Las especies con las que trabajamos deben ser longevas y su madera debe mantenerse bien conservada, por ejemplo, en el altiplano, las condiciones extremas hacen que sea muy durable la madera y se conserve mucho tiempo, lo mismo que en Chile central”, afirmó el académico respecto de las características que debe tener el material para elaborar el atlas.

Un proyecto ambicioso

Para el Dr. LeQuesne una iniciativa como ésta no se logra en unos dos años, pero gracias a las redes de colaboración de su equipo con otros laboratorios internacionales, como IANIGLA, esta tarea puede desarrollarse hoy, contando con un registro único y de alta calidad.

“A finales del año 2020 tendremos un atlas de Chile de sequías en alta resolución, eso significa una resolución espacial más alta de la que actualmente se tiene, usando datos meteorológicos y más cronologías que las que antes se tenían. En ese sentido, hemos avanzado en cuanto a aumentar gracias a otros proyectos nuestra base de datos instrumental, validarla, agregar nuevas cronologías de árboles en los lugares donde había espacios que no estaban cubiertos”.

Un avance importante que describe el profesor LeQuesne es que se encuentran explorando con nuevas especies de árboles. “Estamos ampliando nuestro horizonte en cuanto a incluir especies que podrían ayudarnos a entender el problema de la sequía en una escala mayor”, comentó refiriéndose a ejemplares de luma de Juan Fernández de 455 años, y del lleuque, especie de la cual han encontrado árboles de 300 años en la Araucanía. “No se sabía la edad, ni crecimiento de árboles de lleuque y todo esto es nuevo gracias al Atlas”, señaló el investigador de la U. Austral.

Años de sequía en el pasado

El académico adelanta que durante el siglo XIX y XX hubo años con sequías severas. 1863 fue uno de ellos, un dato histórico que ahora comprueban gracias a los anillos. Los años 1892, 1911, 1914, 1924 y 1968 también fueron años particularmente secos. Sin embargo, largas sequías consecutivas sin años intercalados de lluvia, como lo que vivimos hoy, no es común encontrar.

“Es bastante inusual la situación que se presenta ahora porque, por ejemplo, el año 1998, que fue un año muy seco y caluroso, fue antecedido por un año húmedo. También podemos decir que los datos que nos dice el atlas nos indican que no solo es necesario observar los años críticos, eso lo podríamos catalogar dentro de lo que se conoce como alta frecuencia de variabilidad interanual, sino también la baja frecuencia, porque existen ciclos de más larga data, de décadas o varias décadas que también controlan el clima”, explicó y añadió que dicha variabilidad se presenta hoy en 1/3 debido a la intervención humana.

Si bien, aun más atrás, entre los años 1600 y 1640, existió un periodo seco histórico, hay que considerar que la población de Santiago era tan solo de alrededor de 5 mil personas, una situación que ahora enfrenta un escenario muy distinto.

Todos estos elementos son para el académico nuevos aspectos que se van a poder contrastar de manera científica para poner en contexto la megasequía del siglo XXI. “En el contexto actual toma mucha importancia tener estos datos históricos que nos den luces para entender el problema en el largo plazo”.

 

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