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Hernán Rivera Letelier: «Soy un contador de historias» CULTURA

Hernán Rivera Letelier: «Soy un contador de historias»

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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Acaba de volver de Cuba, donde fue homenajeado, mientras un equipo internacional –con Daniel Brühl («Goodbye Lenin») como protagonista– filma una cinta basada en su libro «La contadora de películas» y se prepara para lanzar su próxima obra, un compendio de tres novelas cortas. Es pesimista respecto al proceso constituyente («lo dije en varias entrevistas, que el diablo iba a meter la cola ahí, los poderes fácticos, y es lo que están haciendo»), pero confía en el Presidente Gabriel Boric. «El comienzo ha sido duro, pero se sabía que la derecha no se iba a quedar tranquila, y que los poderes fácticos iban a tratar de ensuciar el Gobierno del Presidente (Boric). Pero tengo fe en que esto va a salir adelante», expresa.


Tras sobrevivir a un infarto y aquejado de un párkinson, el escritor Hernán Rivera Letelier (Talca, 1950) continúa con su rutina diaria de escritor en su ciudad de residencia, Antofagasta, mientras declara su pesimismo respecto a la Convención Constitucional y su fe en el Presidente Gabriel Boric. A los 71 años, parece estar en la cumbre de su carrera, a pocos días de regresar de Cuba, donde fue homenajeado.

Actualmente un equipo internacional, integrado entre otros por el actor alemán Daniel Brühl (Goodbye Lenin), filma en el norte del país una película basada en su libro La contadora de películas, mientras el autor se prepara para lanzar en el segundo semestre su próximo libro, integrado por tres novelas cortas.

-¿Cómo va la filmación de «La contadora de películas»?
-Antes de ir a Cuba me invitaron al lugar donde se está haciendo la película y lo que vi es una maravilla. Vi cantidad de actores y actrices, aparte de Daniel Brühl. Los actores de Chile también están muy bien. Vi algunas escenas ya hechas y creo que va a ser una gran película. La filmación está siendo en (la salitrera) Pedro de Valdivia (en la Región de Antofagasta), donde transcurre la historia.

-¿Hasta cuándo dura esa filmación?
-Me dijeron que duraría hasta mediados de mayo. Están trabajando full time.

-¿Cuál ha sido su participación en la película?
-Yo no participo en la película. El guión lo revisé nomás y les di a entender algunas cosas que no se veían en la pampa, pero nada más que eso.

-¿Pero le parece que quedó bien el guión?
-Mira, que hagan una película de tu novela es un arma de doble filo, porque puede que se haga un bodrio de película o hagan una mejor que la novela. Yo creo que en esta es lo segundo. La película va a quedar mucho mejor que la novela. Y lo digo yo, que soy el autor.

-¿Cómo ha sido su experiencia con el cine en su carrera?
-Encuentro que el cine es demasiado kafkiano. He tenido experiencia de todo tipo. Se iba a hacer Los trenes se van al purgatorio el 98, 99, alcanzaron a hacer el guión, el guión se ganó un concurso de guiones en Santiago y hasta ahí nomás llegó. Faltaron los recursos. Después se iba a hacer Santa María de las flores negras, querían hacer toda una película en grande y resulta que las mineras no se pusieron con la plata. Después iban a hacer El fantasista, la hicieron, pero solo se vio en Brasil. Después se hizo Fatamorgana de amor con banda de música, también aquí en la pampa, en una oficina que se llama Humberstone, pero solo se ha dado en Francia, porque acá en Chile tuvo un problema y hay un juicio contra el director, creo. A esta, La contadora de películas, le tengo mucha fe. Esta novela se la vendí en el 2010 a los franceses y han tenido que pagar todos los años una plata por seguir con la opción, hasta que por fin pudo empezar a filmarse. Pienso que esta va a ser la película definitiva. En México me compraron El arte de la resurrección y empieza a filmarse el próximo año.

La escritura

-¿Alguna vez imaginó que su obra iba a llegar al cine?
-Ni en mis sueños más desbocados. Soy un privilegiado, porque mis novelas, aparte del cine, han llegado al teatro, al radioteatro, al musical, a la ópera, al comic, o sea, nunca pensé que iba a ser tanto el éxito de mis novelas.

-¿Cómo explica el interés por llevar sus obras a estos formatos, que son tan distintos?
-Creo que el secreto va en que soy un contador de historias. Creo que las películas que fallan, fallan en contar una historia, sobre todo aquí en Chile, fallan por el guión, por cómo se cuenta una historia. Mis novelas transcurren en el norte, en la pampa, pero son temas universales, y las escribo en un estilo universal también. Eso me lo han dicho en España, en Francia, en México.

-¿Cuáles serían esos temas universales?
-En el caso de La contadora de películas, es el cine. En El fantasista, que se hizo en Brasil, es el fútbol. En Santa María de las flores negras es la matanza de los obreros, que en todas partes ha ocurrido. En La reina Isabel cantaba rancheras es la prostitución.

-¿Y usted va eligiendo para cada libro un tema distinto? ¿Cómo surgen sus novelas?
-No sé cómo nacen, ni de dónde vienen. Sencillamente de repente se me ocurre una imagen o una frase, y así empiezo. En el café al que voy todos los días aquí en Antofagasta, el Café del Centro, que ahora cambió de dueño, han nacido cinco novelas, de frases que he escuchado, de historias que me han contado. Hay que estar con los cinco sentidos, engrifado, como antena, para captarlas.

-¿Cómo escribe, en el papel, en un computador?
-Empecé escribiendo en un cuaderno cuadriculado, con lápiz Faber número 2. Después pasé a la máquina de escribir, y después al computador. Ahora estoy computarizado completamente. Ni siquiera lo paso al papel para corregir, como lo hacía al principio. Ahora escribo y corrijo en el mismo computador.

-¿Y quiénes son sus primeros lectores?
-Mi primer libro fue de poemas. Escribí poemas durante catorce años. Mis primeros lectores fueron mis amigos. Publicaba y vendía los libros en el trabajo, en los cafés. A la juventud le gustaba mucho mis poemas. Después me pasé al cuento, al cuento corto, al microcuento, y publiqué un libro que se llamó Cuentos breves y cuescos de brevas. Con La reina Isabel cantaba rancheras cambió la cosa.

-Y ahora cuando escribe, ¿quién es la primera persona en leer sus textos?
-No se los muestro a nadie. Lo que hago es conversarles a mis amigos en el café. «Estoy escribiendo esto y esto» y les cuento algunas cosas, y según la expresión que pongan, voy viendo si voy bien o mal.

-Entonces sus amigos del café con súper importantes.
-Son súper importantes, y la salida del café es la única que hago en todo el día. Me levanto a las cinco de la mañana, me ducho, tomo un café y me siento a escribir, hasta las once que me voy al café. Estoy hasta la una y media, vuelvo a casa al almuerzo, hago una pequeña siesta y a las cuatro estoy en pie para seguir escribiendo. Escribo hasta las ocho, diez de la noche.

-¿Y quiénes son sus amigos del café, a qué se dedican?
-Hay de todo. Tengo un amigo que es fotógrafo, es muy bueno él, ahora está montando una exposición con fotos mías y de las portadas de mis libros en otros idiomas. Son 23 idiomas los que llevan mis libros. Se llama Glenn Arcos. Tengo un amigo que es pintor, hace unos murales increíble, se llama Luis Núñez. Tengo un amigo actor, Raúl Romo, actuó en la obra La reina Isabel cantaba rancheras en la Universidad de Antofagasta. Tengo otro amigo que también escribe.

-¿Ahora en qué está trabajando?
-Durante la pandemia escribí como desaforado, cuatro novelas cortas, y vamos a publicar un libro en julio, agosto, que se va a llamar Hombres que llegan a un pueblo, y este libro trae tres novelas cortas con el mismo tema: un hombre que llega a una oficina del salitre en el desierto.

El nuevo Chile

-¿Cómo vivió el estallido?
-Había llegado recién de Cuba, de cuando me dieron los infartos en Cuba. Llegué muy enfermo. Estaba en Antofagasta y en cama, así que lo viví enfermo.

-¿Cuáles fueron sus impresiones?
-Esto se veía venir desde hace tiempo. Se estaban dando todas las condiciones para que estallara esto. Fue la crónica de un estallido anunciado.

-Para usted, ¿cuáles fueron las causas?
-La principal fue la cada vez más marcada diferencia entre los que tienen y los que no tienen. Son pocos los que tienen mucho y muchos los que tienen poco. Y todas las medidas con pico en el ojo que nos han hecho los políticos con la corrupción, los robos en Carabineros, en los militares, las colusiones del comercio, en fin, por todos lados nos castigaban. Lo que no se sabía era por dónde iba a llegar el estallido. Nadie imaginó que iba a ser por unos colegiales, que se tomaron el Metro por el pasaje y saltaron los torniquetes. Yo escribí un artículo donde dije que tendríamos que hacerle un monumento al primer alumno que saltó el torniquete en la Plaza Italia, en la Plaza de la Dignidad, porque ahí empezó todo.

-¿Y cómo ha vivido el proceso constituyente?
-Lo dije al principio, soy un pesimista respecto a la Constitución. Lo dije en varias entrevistas, que el diablo iba a meter la cola ahí, los poderes fácticos, y es lo que están haciendo.

-¿Y el Gobierno de Boric?
-Tengo toda la esperanza puesta en ellos. Conocí a la ministra Izkia Siches cuando vino a Antofagasta. El comienzo ha sido duro, pero se sabía que la derecha no se iba a quedar tranquila, y que los poderes fácticos iban a tratar de ensuciar el Gobierno del presidente (Boric). Pero tengo fe en que esto va a salir adelante.

-Usted vivió la UP, el golpe militar, la dictadura, la transición, ¿en qué género clasificaría la historia de Chile?
-Ha sido una tragedia, desde el golpe de Estado. Yo viví los tres años del Gobierno de Allende, y lo que está pasando ahora es lo mismo. Se coludieron los camioneros con los industriales, escondían las cosas. Yo me acuerdo que el 12 de septiembre estaban todas las tiendas llenas que faltaban el día antes. Es lo que está ocurriendo ahora con los camioneros, ahora están haciendo lo mismo, coaligados con los poderes fácticos.

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