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Autor de libro sobre asesor desaparecido de Allende: “me impresionó ver poleras” sobre lanzamiento de cuerpos al mar CULTURA

Autor de libro sobre asesor desaparecido de Allende: “me impresionó ver poleras” sobre lanzamiento de cuerpos al mar

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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El abogado Cristóbal Jimeno acaba de publicar junto a la periodista Daniela Mohor el libro «La búsqueda» (Planeta), donde narra la historia sobre el secuestro y asesinato de su padre, el sociólogo Claudio Jimeno. «Siempre es importante procesar los hechos traumáticos. Requieren elaboración para que uno pueda construir una vida propia. Hay que procesarlos y para eso la terapia es una herramienta más. Pero no hay que equivocarse tampoco, pensar que pasar por terapias, hablar sobre lo ocurrido o escribir un libro al respecto permite dar una sensación de cierre final es una ilusión. Cada persona que sufrió esto tiene su propia experiencia, pero yo creo que después de hechos de este tipo, solo se puede a aprender a vivir con ellos. Esto no se cierra nunca del todo. Esa es la verdad y hay que salir adelante a pesar de eso», afirma Jimeno hijo.


Un día, un compañero de curso le dijo que su padre había muerto en un accidente de avión. Eso explicaba que no hubiera tumba. Cristóbal Jimeno tenía ocho años. Sólo conocía a su padre por una foto en blanco y negro. Sabía que había muerto, pero no el cómo. Era fines de los años 70.

Su hermano tuvo menos suerte. Un día le preguntó a su abuelo qué le había pasado a su padre, y éste respondió: «Los militares los mataron a todos». Una frase que lo persigue hasta hoy.

De esto y mucho más habla un libro que cuenta la historia sobre el asesinato de Claudio Jimeno, un asesor del presidente socialista Salvador Allende, que desapareció a los 33 años en La Moneda el 11 de septiembre de 1973. Lo ha publicado su hijo, el abogado Cristóbal Jimeno, junto a su esposa, la periodista Daniela Mohor.

Se trata de «La búsqueda» (Editorial Planeta), donde Jimeno hijo, que tenía dos años al momento del crimen, narra en primera persona la biografía de su progenitor, un sociólogo, miembro del Partido Socialista, casado y con dos hijos pequeños. Específicamente, Jimeno padre lideraba el Centro de Estudios de la Opinión Pública, que proveía al presidente Allende de información sobre la realidad política del momento y las tendencias del electorado.

Claudio Jimeno fue detenido, junto a otras personas que estaban en el palacio presidencial, tras el bombardeo de La Moneda, por miembros del Ejército de Chile, en lo que se conoce como el Caso La Moneda. En total fueron 23 las personas fusiladas en el sector militar Peldehue, para luego ser lanzadas a un pozo. Fueron desenterradas nuevamente en 1978 para sus restos ser lanzados al mar. Nacido en Quilpué, había sido alumno del colegio Mackay de Viña del Mar y el Internado Nacional Barros Arana de Santiago.

El texto cuenta el calvario que sufrió la familia a partir de ese hecho: los reclamos ante tribunales, las estafas a manos de un abogado que aseguraba tener información, la incertidumbre de sus familiares, las terapias y las investigaciones judiciales tras el fin de la dictadura, que culminaron con el hallazgo de fragmentos del cuerpo de la víctima.

«Siempre es importante procesar los hechos traumáticos. Requieren elaboración para que uno pueda construir una vida propia. Hay que procesarlos y para eso la terapia es una herramienta más. Pero no hay que equivocarse tampoco, pensar que pasar por terapias, hablar sobre lo ocurrido o escribir un libro al respecto permite dar una sensación de cierre final es una ilusión. Cada persona que sufrió esto tiene su propia experiencia, pero yo creo que después de hechos de este tipo, solo se puede a aprender a vivir con ellos. Esto no se cierra nunca del todo. Esa es la verdad y hay que salir adelante a pesar de eso», dice Jimeno hijo.

De lo privado a lo público

Jimeno hijo es  un destacado abogado de la Universidad de Chile. Se graduó en la Escuela de Derecho de la Universidad de Columbia, en Nueva York, (Master in Law, LLM) y en la Kellogg Business School (MBA) de la Universidad de Northwesthern, en Chicago. Desde 2006, es socio fundador de la firma Gutiérrez, Waugh, Jimeno y Asenjo Abogados, especializada en litigios y arbitrajes. Ha sido director de empresas del sector privado y de entidades públicas.

El profesional cuenta lo difícil que fue pasar a contar esta historia, y pasar de lo íntimo a lo público. Esto último ocurrió tras varios episodios tendientes a relativizar las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).

«Durante mucho tiempo, decidí mantener mi historia y la de mi familia en el ámbito privado porque consideraba que todas las personas cargan con algún trauma o desgracia que ha marcado sus vidas. Siguen viviendo, sin necesidad de hacerlas públicas. Como abogado, yo estaba involucrado en el proceso judicial por el asesinato y la desaparición forzada de mi padre, entonces sentía que cumplía con la responsabilidad que tenía hacia él, hacia mi madre y mi hermano», cuenta.

«Pero en los últimos años pasaron varias cosas que me hicieron cambiar de opinión. Noté que el tema de los derechos humanos se fue trivializando. Por ejemplo, hace unos años en Estados Unidos vi poleras que decían ‘los viajes de Pinochet’ con una imagen de un helicóptero en referencia al lanzamiento de cuerpos de personas asesinadas al mar. Eso me impresionó mucho y lo vi en Brasil también».

Los autores de «La búsqueda», el abogado Cristóbal Jimeno y la periodista Daniela Mohor.

A esto, en sus palabras, se sumó el aumento de la vandalizaciones de los memoriales que homenajean a las víctimas de violaciones de derechos humanos. Pero lo que terminó de convencerlo de de que tenía que escribir este libro «fue el trato liviano, incluso ofensivo, que algunos ministros de Estado le dieron al Museo de la Memoria en declaraciones públicas. Uno dijo que el museo era un ‘montaje’ mientras otro habló del ‘museo de la mala memoria'».

«Sentí en ese momento que no solo tenía una responsabilidad con mi familia, sino que también como ciudadano con la sociedad a la que pertenezco. Esa responsabilidad me llevó a hacer un intento por persuadir al que no conoce estos temas. Y eso se hace a través del relato de los hechos tal como habían ocurrido, con el único objetivo de que nunca se repitan».

Jimeno hijo asegura que los hechos se abordan desde una perspectiva personal y periodística a la vez, sin afanes políticos ni odio, para que las personas que no han tenido contacto con estos temas puedan conocer la dimensión real de estos crímenes cometidos en Chile y sus consecuencias en la vida de muchos chilenos.

«Ahora que el libro salió espero que le llegue a un público que sea lo más transversal posible y que ayude a que, a casi 50 años del Golpe, se haga una reflexión pausada sobre lo que pasó y se entienda que el respeto de los derechos humanos es el piso mínimo que debe tener toda sociedad para poder convivir».

El sociólogo Claudio Jimeno. Crédito: Memoria Viva.

La escritura del libro

Para la escritura del libro, Jimeno contó con la experiencia de la periodista Daniela Mohor, quien cuenta con una destacada trayectoria.

Ella se graduó de la Universidad de La Sobonne-Nouvelle en París (Máster de Relaciones francoalemanas) y en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (Master Of Arts). Ha trabajado para medios chilenos y extranjeros, entre ellos Siete + 7, Revista “Sábado”, Revista “Ya” y Univisión Noticias Digitales. Es coautora del libro Socialism, God and a Good Cigar: Cuba enters the 21st Century (Duke University Press) y editoria del libro #JuntasSomosPoderosas (Uqbar, 2019), realizado por alumnos de la carrera de periodismo de la UDD. Además es colaboradora en Chile de CNN International Digital News.

«Lo primero que hicimos, cuando Cristóbal me pidió que le ayudara con este proyecto, fue conversar sobre lo que nos interesaba transmitir. Y en eso estábamos bien alineados. También sobre la importancia de cuidar el tono del libro, de ser lo más objetivos posibles frente a lo que contaríamos. Luego, comenzamos a trabajar en paralelo, nos repartíamos capítulos y luego los revisábamos juntos, haciéndoles los ajustes necesarios. Fue un proceso largo pero fluido», explica Mohor.

Por supuesto que para poder avanzar en los capítulos hubo que investigar. Para eso Mohor entrevistó a la familia, a amigos y colegas de Claudio y a sobrevivientes del bombardeo de la Moneda. Y también con quienes estuvieron involucrados en la búsqueda de los restos durante la investigación de la exministra Amanda Valdovinos en Colina en 2001: arqueólogos, antropólogos, odontólogos, panteoneros, detectives. La información que les entregaron abogados de derechos humanos también fue muy valiosa.

Esa fue una parte del trabajo. La otra tuvo que ver con la revisión de los expedientes del Caso La Moneda, que lleva casi 50 años en los tribunales y que Jimeno hijo, por haber estado involucrado en el proceso judicial, conoce muy bien.

«Estudiarlos en profundidad nos permitió conseguir mucha información detallada que no solo hizo que pudiéramos reconstruir los hechos de la manera más fidedigna posible, sino que también nos ayudó a darle una estructura narrativa al libro», dice Mohor.

«Verificar y contrarrestar la información de los expedientes fue un gran desafío, en gran parte porque los asesinos mentían o se echaban la culpa los unos a los otros para encubrir los hechos e impedir que se llegara a la verdad. Además, la memoria es cambiante, entonces lo que un sobreviviente recuerda no es necesariamente exactamente lo mismo de lo que recuerda otro», remata.

Impacto en la familia

Como se podrá imaginar, la desaparición de Claudio Jimeno no sólo afectó a su núcleo familiar, sino a muchas otras personas que lo conocían.

«Claudio era una persona muy querida, magnética, y en su corta vida tocó a muchas personas, no sólo a su familia directa, sino que a sus amigos, alumnos de la Universidad de Chile, ayudantes, etc. Para mí madre, por supuesto, fue particularmente difícil. Para su hermano, Tomás, quien era muy cercano a mi padre y que se convirtió en un puntal para mi madre también fue muy duro. Y para mi abuelo también», cuenta Jimeno hijo.

«Son heridas que nunca se sanan del todo, pero mi madre tuvo la inteligencia y la valentía de protegernos como pudo, sobre todo del odio. Como cuenta el libro, ella tomó la decisión de no dejar nunca de buscar la verdad, pero de seguir viviendo de la mejor manera posible. Eso permitió que nos diera a mi hermano Diego y a mí, una nueva familia junto a nuestro padre adoptivo y a nuestra hermana menor».

Hitos

El libro narra varios episodios ocurridos tras el asesinato de Claudio Jimeno, incluidos engaños sobre su paradero.

Para Mohor, en dictadura, sin duda, el caso del abogado Diego Barros Aldunate fue un momento muy duro. «Este abogado se dedicó, en los meses que siguieron al Golpe, a engañar a familiares de detenidos desaparecidos haciéndoles creer que estaban vivos y que él podía liberarlos, gracias a sus contactos. Obviamente, todo mediante pagos millonarios. Como para muchos, la dictadura fue en general un periodo muy duro. Allanamientos, hostigamientos, etc».

«El allanamiento que sufrieron a mediados de los 70s, después del discurso del embajador chileno en la ONU asegurando que no habían detenidos desaparecidos en Chile, es también algo que no se olvida. Querían probar que Claudio estaba en casa, para reafirmar que el señor embajador estaba en lo correcto», dice la periodista.

En democracia, a la periodista le resulta llamativo «la cobardía de los generales responsables del fusilamiento y de la desaparición de Claudio, que se culpaban unos a otros, los intentos de los involucrados por desorientar a la justicia y evitar que se llegara a la verdad. Los civiles que participaron en los asesinatos y que aún se esconden. En fin. Hay muchos momentos de difíciles».

Lecciones para el Chile actual

Jimeno hijo asegura que son varias las lecciones que deja esta historia para el Chile actual.

«Para mí una de las lecciones que dejó la Unidad Popular es que no se puede pretender hacer cambios profundos en una sociedad, por muy bien intencionados que sean, sin un sustento técnico y sin que exista un gran consenso respecto a estas transformaciones, que en todo caso deben hacerse pausada y gradualmente», expresa.

«En eso me parece que una parte importante de la izquierda pecó de una ingenuidad y voluntarismo muy evidente. No se pueden imponer visiones de sociedad solo con una minoría. Esa lección se aprendió y permitió que los primeros gobiernos democráticos en la década de los 90 y 2000 avanzaran de forma muy relevante en el desarrollo de Chile».

Además estima que su padre, por su trabajo de análisis sociológico y por la información que manejaba entendió eso, pero ya era muy tarde.

«En esto no me engaño, a sus 33 años no tenía la suficiente influencia para torcer el desarrollo de los acontecimientos. Eso le correspondía a dirigentes con mayor responsabilidad y experiencia. Hay una cita en el libro de Camus, que sobre este punto me interpreta a cabalidad: ‘Las ideas equivocadas siempre acaban en un baño de sangre, pero en todos los casos es la sangre de los demás. Por esta razón algunos de nuestros pensadores se sienten libres para decir cualquier cosa'».

«Después de 50 años, todos debemos reflexionar para que esto no le ocurra nunca más a nadie. Los ciudadanos, los políticos que extremaron las posiciones y aquellos que después negaron los hechos, los jueces, etc. Es muy importante que el poder judicial haga un análisis mucho más crítico de las causas que lo llevaron a renunciar a una de sus misiones fundamental que es proteger la vida y la integridad físicas de las personas. Fueron miles los recursos de amparo que se presentaron durante la dictadura y que fueron rechazados», critica.

Jimeno hijo además destaca que el caso La Moneda revela lo difícil que ha sido hacer justicia.

«La próxima semana cumple 49 años de tramitación, debe ser el caso más largo de la historia judicial chilena. Si bien después de la Mesa de Diálogo se registró un avance vertiginoso en algunas causas y se dictaron casi 400 procesamientos, hoy se ha perdido ese impulso. Hay muchas causas que avanzan muy lentamente. Hay más de mil causas aún en estado de sumario», subraya.

En mayo de 2018, el ministro en visita Miguel Vásquez condenó por el asesinato de Claudio Jimeno a varios miembros del Ejército de Chile: el ex brigadier Pedro Espinoza, el ex coronel Servando Maureira, ex mayor  Jorge Herrera López, y los ex suboficiales Teobaldo Mendoza, Eliseo Cornejo, Bernardo Soto y Jorge Gamboa, confesos por los fusilamientos. El fallo fue confirmado en noviembre de 2021 por la Corte de Apelaciones.

Tras una identificación del Instituto Médico Legal de Innsbruck (Austria), los familiares recibieron los restos de la víctima.

«Lo que quedaba de Claudio eran dos mínimos fragmentos -de una falange del pie y de un pequeño hueso del empeine- y uno de los incisivos superiores por los que, décadas antes, había recibido el apodo de Conejo Jimeno. No había nada más», escribe su hijo en «La búsqueda».

Doble estándar

Finalmente, Jimeno hijo piensa que debe hacerse una reflexión frente al doble estándar que existe en materia de derechos humanos.

«Ha sido muy evidente y ha perjudicado su defensa en Chile y en el mundo el doble estándar con que se trata este tema. La incapacidad de una parte de la izquierda chilena de condenar claramente los crímenes de gobiernos dictatoriales actuales —como en Venezuela o Nicaragua es inaceptable. Existen claros informes del Alto Comisionado de Naciones Unidas sobre lo que ocurre en Venezuela, pero hay gente que no se entera. Estoy convencido que las personas que abogan por los derechos humanos solo cuando les es útil para su agenda política, no tienen un interés real respecto de su protección», critica.

«Al fin y al cabo, todo esto lleva a lo mismo: es fundamental cuidar nuestra convivencia, respetarnos, ser tolerantes y no salirnos nunca del rayado de cancha que constituye el respeto de los derechos humanos. Porque cuando ese equilibrio social se quiebra y cuando se dan las condiciones para nuevas dictaduras, ya es muy tarde».

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