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«Ramones en 32 canciones»: una nueva perspectiva para entender la música que cambió el mundo CULTURA|OPINIÓN

«Ramones en 32 canciones»: una nueva perspectiva para entender la música que cambió el mundo

Cristian Estrada
Por : Cristian Estrada Penquista, abogado, librero en librería Página 128 de Concepción y coleccionista.
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Una vez situados en espacio y tiempo, el libro comienza con un rápido –pero bien documentado– resumen de quiénes eran los Ramones originales: Johnny, Joey, Tommy y Dee Dee, el contexto del que provienen –el Queens y la Nueva York donde vivían–, los temas que sonaban en la radio, su vida antes de la banda y, principalmente, sus gustos musicales, todo esto necesario para lo que viene y que es lo que realmente importa: su música y sus canciones.


“En primer lugar, y aunque nos cueste, pensemos que el punk no existía. Ni nada de lo que derivó del punk: hardcore, postpunk, grunge, hardcore melódico, etc. Todo el concepto que hoy entendemos por punk, ya sea desde lo musical, lo estético o lo político, aún no se formaba. Todas las etiquetas relacionadas (específicamente el protopunk) que se aplicaron a las bandas anteriores a 1974, como The Stooges o MC5, fueron colgadas mucho después, cuando el punk ya era un género y movimiento establecido”.

Así parte su libro Emilio Ramón (uno de los autores de otra gran publicación: Disco Punk, veinte postales de una discografía local), tratando de que, previo a hablar de The Ramones, tengamos claro que antes de su llegada no existía nada de la mayoría de la música que ha sonado los últimos ¡casi cincuenta años!

Como bien lo expresa el baterista fundador del grupo, Tommy Ramone: “Es difícil de imaginar ahora, pero lo que estábamos haciendo era muy diferente a todo lo que nadie había escuchado antes. Era como si fuéramos de otro mundo”. El panorama musical de la época nos entrega una mezcla entre música disco, hard-rock, rock sinfónico y progresivo, con eternos solos de guitarra y canciones crípticas. Incluso la Nueva York de los 70, cuna de The Ramones, está lejos de la glamorosa y cosmopolita pasarela que es hoy, como bien nos cuenta en el libro.

Una vez situados en espacio y tiempo, el libro comienza con un rápido –pero bien documentado– resumen de quiénes eran los Ramones originales: Johnny, Joey, Tommy y Dee Dee, el contexto del que provienen –el Queens y la Nueva York donde vivían–, los temas que sonaban en la radio, su vida antes de la banda y, principalmente, sus gustos musicales, todo esto necesario para lo que viene y que es lo que realmente importa: su música y sus canciones.

Disco a disco, el autor repasa su importancia, su proceso de creación, qué los motivó a escribir tal y cual canción, su selección de temas –que van desde las clásicas e ineludibles a otras menos conocidas–, y cómo se desarrollaron y en qué estaba la banda al crearlas, pasando de lo musical a los líos personales e interpersonales, que son muchos, considerando que The Ramones siempre fue un grupo lleno de “bichos raros”, con familias disfuncionales, traumas, adicciones y personalidades extremas.

Así, por ejemplo, nos cuenta cómo The Ramones terminan trabajando con el famoso y controvertido productor Phil Spector para su disco End Of The Century. Spector salió de su retiro para hacerlo, ya que opinaba que The Ramones eran “la mejor banda de rock and roll desde los Rolling Stones”. Un episodio lleno de anécdotas extrañas y violentas, que hoy pueden sonar incluso graciosas, pero seguramente en ese momento no lo fueron para quienes estuvieron allí.

En cuanto a la selección de las 32 canciones –el mismo número de temas que tocaban en sus conciertos–, Emilio pasa desde las ahora mundialmente conocidas (como “Blitzkrieg Bop” o “Sheena is a Punk Rocker”) a otras que, en sus palabras, deberían haber sido un éxito, pero por uno u otro motivo no lo fueron.

Entre estas últimas se encuentra “Time Bomb”, del álbum Subterranean Jungle, una pieza de puro punk rock, que con otra producción bien podría haber sido un tema favorito entre los fans. Y en cuanto a las canciones conocidas, ninguna más que “I Wanna Be Sedated”, en que nos relata cómo, a pesar de que la banda creía que debía haber sido el single del álbum Road To Ruin, no lo fue –pese a lo que opinaba casi todo el mundo (menos el sello)–, y que ahora se ubica en el puesto número 144 de la lista de las mejores 500 canciones de todos los tiempos elaborada por la Rolling Stone.

En resumen, Ramones en 32 canciones es un muy buen libro, serio, preciso, pero no por ello superficial; a medida que avanzamos, nos sumerge en las mentes creativas y atormentadas de esta “familia feliz” y cómo nos dejaron discos, canciones y, sobre todo, una actitud que vino a cambiar la historia de la música como pocos lo han hecho.

Para quienes les interesa saber de The Ramones y nunca han leído algunos de los muchos libros que hablan de ellos (Dee Dee, Marky, Johnny, Richie, Mickey Leigh, Monte Melnick y muchos más han publicado los propios), les recomiendo este. Y si ya ha leído uno o varios, igual es una lectura muy recomendable. Es muy probable que se sorprenda con algún dato que no sabía o que vuelva a escuchar los discos desde otra perspectiva.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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