Publicidad
Bruna Truffa: Entre lo global y lo doméstico CULTURA|OPINIÓN

Bruna Truffa: Entre lo global y lo doméstico

Ricardo Rojas Behm
Por : Ricardo Rojas Behm Escritor y crítico, ha publicado “Análisis preliminar”, “Huevo de medusa”, “Color sanguíneo”, además de estar publicado en diversas antologías en Chile y el extranjero.
Ver Más

La artista no sólo usa la pandemia como coartada, al sacar partido del entorno más próximo, sino que vuelve a recrear lo doméstico. Un eje a través del cual percibimos ese velado, pero punzante dejo de ironía que les es tan familiar y que siempre la acompaña, interpelado y emplazando, pero que en este caso se hace extensivo a las ya mencionadas cajas de remedios que se transforman -casi sin querer en cuadros modernistas- hasta ciertas disyunciones que acarrean otras disyunciones o incluso adaptaciones entre la cultura popular oriental y occidental, incluyendo el reciclaje y la resignificación de imágenes o los roles asociados a la historia del arte, al quehacer artístico en sí, o a los géneros y toda la controversia que trae consigo dicho trasfondo, el que aquí se expresa con un permanente y renovado contrapunto.


Abrirnos a la posibilidad de que el ocio deje de ser visto como algo nocivo, es lo que Bruna Truffa (1963, Arica) propone al tangibilizarlo por medio de un proceso creativo que trae aparejada una seguidilla de quiebres conceptuales donde se esfuman los límites entre la globalización y lo doméstico. Un hecho que se evidencia en la exposición “Sellos de ocio”, emplazada en dos salas, del MAVI UC hasta marzo de 2023.

Partiendo por el escenario de ficción que ha montado en torno a China (sala 1), y en especial en un Wuhan entre imaginario y supuesto o si se quiere inmediato. Estableciendo con ello un campo de acción en el cual retrotraemos los efectos de la pandemia, la que por sobre las circunstancias del encierro, opera como causa-efecto para acuñar estos sellos, que por sobre su raigambre oriental (tanto china como japonesa), enfatizan el reconocimiento de la copia y el anonimato, como parte de una cultura extrañamente opuesta a nuestra forma de ver el arte, en donde el juego de la tradición (lo permanente) versus lo transitorio (la copia) y viceversa, son propios de un accionar donde nada es lo que parece, o al revés, ya que la consistencia de la realidad es tan contundente, que para que no te aplaste debes inventar otra paralela que te permita experimentar lúdica y colectivamente.

Tal como lo expone la propia artista, “esta muestra opera como un laboratorio, siempre trabajo con equipos, lo que para mí es clave. Implica ir soltando de las manos, entregando la obra al proceso de modo que quede en entredicho el tema de la misma autoría”.

En tal sentido, la paradoja puede entenderse como un inaudito acto de pertinencia capaz de reemplazar la autoría por el anonimato, dejando en muchas manos el hacer creativo. Atribución que además se hace patente en obras donde la incidencia de lo colectivo desafía el modelo occidental, despojándolo de su individualidad, en favor de un ejercicio artístico que cuestiona los paradigmas, trazando una ruta distinta.

Además, no debemos olvidar que asistimos a una realidad divergente, con forzosos rituales de higiene, en donde prescindir rotundamente de nuestras escuetas libertades, banalizaciones y domesticidades fue sumándose a una rutina en la que además comenzaron a proliferar los medicamentos, los que aquí adquieren un manifiesto protagonismo, el que dejando de lado el sarcasmo, se remite a un sustantivo y esperanzador deseo de sanación. Un discurrir en el cual enfrentar y afrentar se mezclan, y donde confluyen el tinte fatalista con lo alegórico, más una soterrada e irónica visión de esta sociedad globalizada y sobresaturada. La que se expresa además en la sala 2 con la serie de Natura Morta / Still Life, inspirada en la obra de las mujeres de la Bauhaus y del pintor Giorgio Morandi. A modo de representar la tradición pictórica en occidente como una decisión ideológica y autoconsciente, expuesta tanto a través de las técnicas clásicas del óleo como las del bordado, pero haciendo nuevamente un entrecruce entre la abstracción geométrica y el peso de una técnica que al instaurarse evidenció la opresión de las mujeres en un medio artístico dominado por hombres y en el cual la ironía se centra en mostrar serenidad, bienestar y armonía desde lo cromático hasta lo estético, pero con una iconografía y manualidad pensada además en el conectarse desde la emocionalidad, puesto que apela a difuminar los límites entre lo elitista y el que alguien que no forma parte de esta esfera intelectual, vea esta muestra y se sienta igualmente representada.

Aludir al drama cotidiano puede ser un lugar común, pero las diversas formas de abordarlo que Truffa propone, poco usual o que no se perciben como tal, es darle otro enfoque a aquello que es un referente común (la taza, la tetera, la cafetera), pero que bajo el cepo de la pandemia se transformaron en una diversidad de capas y entrecruces similares al trenzado andino que la remiten a sus orígenes ariqueños incluso. Lo que devela un dejarse llevar por la casualidad, generando estéticas que van desde los más simple a lo abstracto y desde lo más pedestre a lo más simbólico.

En “Sellos de ocio”, vemos todo eso y más, dado que Bruna Truffa no sólo usa la pandemia como coartada, al sacar partido del entorno más próximo, sino que vuelve a recrear lo doméstico. Un eje a través del cual percibimos ese velado, pero punzante dejo de ironía que les es tan familiar y que siempre la acompaña, interpelado y emplazando, pero que en este caso se hace extensivo a las ya mencionadas cajas de remedios que se transforman -casi sin querer en cuadros modernistas- hasta ciertas disyunciones que acarrean otras disyunciones o incluso adaptaciones entre la cultura popular oriental y occidental, incluyendo el reciclaje y la resignificación de imágenes o los roles asociados a la historia del arte, al quehacer artístico en sí, o a los géneros y toda la controversia que trae consigo dicho trasfondo, el que aquí se expresa con un permanente y renovado contrapunto.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias