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Marco Antonio de la Parra: “Necesitamos democracia, pero está decadente y amenazada” CULTURA

Marco Antonio de la Parra: “Necesitamos democracia, pero está decadente y amenazada”

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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Este jueves el Teatro UC reestrenó su clásico “Lo crudo, lo cocido, lo podrido”, obra que en su momento fue censurada durante la dictadura militar. Dolido por el estallido social, De la Parra cree que “para muchos la (nueva) Constitución era una sociedad nueva, pero también era el terror heredado del estallido y un cúmulo de ideas más que cuestionables. Al no haber habido real debate, solo conoció el rechazo”, dice. “Vamos derecho a un populismo de extrema derecha”, advierte.


El dramaturgo Marco Antonio de la Parra (Santiago, 1952) está nuevamente en cartelera. Este jueves se reestrenó en el Teatro UC su obra clásica Lo crudo, lo cocido, lo podrido, censurada en 1978 en la Universidad Católica, en plena dictadura militar del general Augusto Pinochet. Ahora, llega finalmente a la sala de Plaza Ñuñoa con Álvaro Viguera en la dirección y un talentoso elenco, conformado por Mariana Muñoz, Marcela Salinas, Luis Cerda y Francisco Ossa.

Ha pasado mucha agua bajo el puente, pero el montaje conserva actualidad y retrata a cabalidad el Chile autoritario que sigue vivito y coleando. Transcurre en un extraño restaurante de nombre “Los inmortales”, donde sus trabajadores esperan, fantasean y añoran un desenlace que ha estado pendiente por muchos años. Entre el humor y la hostilidad, los personajes se despliegan atrapados en una situación en la que son al mismo tiempo cómplices y víctimas del abuso de poder.

La obra ya se había reestrenado con la dirección original de Gustavo Meza y el Teatro Imagen. Por eso, para De la Parra, reestrenar el montaje “no es lo más importante”.

“Lo interesante esta vez es la recreación de la obra bajo la dirección de Álvaro Viguera en el TEATRO UC, celebrando los 80 años del teatro. Eso hace único este montaje. La belleza de la puesta del Teatro Imagen, muy conectada con la versión censurada, parecía no superable y es hermoso poder pensarla de nuevo con cambios radicales”, comenta a El Mostrador.

Crédito: César Cortés/Prensa UC

La censura

En 1978, a un día de su debut en Teatro UC, la obra que dirigía Gustavo Meza fue censurada por no ser “un ejemplo de progreso cultural”. Esto, debido a su lenguaje e irreverencia, según consta en declaraciones oficiales de la época.

Después de ese traspié, el montaje –que finalmente tuvo una temporada un año después en otro espacio y a cargo de la compañía Teatro Imagen– solo había vuelto a la sala ñuñoína en una ocasión, en 2010, en el marco del Festival Teatro a Mil.

Ese año 1978, el futuro médico había llegado allí “como joven promesa, inocentemente y, muy inocentemente también, con un texto delirante que pretendía ser montado con el grupo que tenía entonces en la Escuela de Medicina”.

“Era un delirio, una pesadilla, una reflexión cargada al humor negro sobre el poder y su corrupción. Partía con un restaurante imaginario, inspirado en el Torres y el Venezia, donde residía una organización secreta de garzones con rituales mezclados entre la masonería, lo militar y lo religioso, quienes eran los que habían sostenido el poder en Chile durante siglos a través de las cenas y almuerzos en que decidían quién ocuparía el poder. Esta organización en decadencia ve que no hay salida para una posible figura ‘democrática’ y que todo se viene abajo. Uno de los garzones quiere pensar distinto y es mirado como subversivo y rebelde”, cuenta el autor.

“No pretendía tratar la política contingente, pero había interrogatorios, cadáveres entre los muros, prácticas cercanas a la tortura. Nada de Junta Militar ni dictadura, pero el tema del poder y su corrupción estaba por todas partes”, explica.

Obra clave

Autor de numerosas piezas, para el dramaturgo se trata de una de sus obras más importantes dentro de cien textos que acumula en su producción dramática y la considera una de las más originales.

“Es onírica, surrealista, muy extraña y la tomo como referencia siempre, como una especie de obra madre de la cual salen otras, como en el humor de La secreta obscenidad de cada día o lo macabro de El ángel de la culpa, la ferocidad política de La Puta madre o la poesía de Ofelia o la madre muerta“.

El artista recuerda que, en 1978, ni Gustavo Meza ni Eugenio Dittborn, ni él mismo, esperaban la censura.

“Cayó como un rayo sobre el ensayo general. Las autoridades de la universidad declararon que no estaba a la altura de la UC. Cierto que era extraña, que se aludía a la oligarquía chilena y había apellidos de ciertas autoridades, y en la debacle del lenguaje del personaje supuestamente político se usaba un lenguaje malsonante extremo. Pero fue evidente que había despertado sospechas por ciertas misteriosas escenas”, piensa hoy en retrospectiva.

Tuvo que pagar las consecuencias, por cierto.

“Cuando se repuso, se cambiaron los apellidos y el resto quedó igual, pero yo quedé maldito por varios años y mis obras fueron declaradas ‘no culturales’, con lo cual sus montajes debían pagar impuestos altos y, por eso, La secreta obscenidad de cada día fue muy barata y jugó con todo lo prohibido de Lo crudo…, incluyendo reírse hasta de Marx, para mostrar la ambigüedad de esta reflexión sobre el poder que me preocupaba”, relata.

Con todo, la censura permitió llenar la sala del Goethe que paralelamente estrenaba Matatangos, sobre cómo Carlos Gardel había sido asesinado por sus guitarristas, “en un juego muy Genet de máscaras y rituales una vez más”.

Actualidad

Pasaron los años. Se acabó la dictadura, retornó la democracia. De la Parra siguió escribiendo teatro y narrativa, se casó, tuvo cuatro hijos, logró premios del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, y obtuvo la Beca Guggenheim, entre muchos otros logros. Y Chile cambió.

“Del país prefiero no hablar. Me tiene triste. Lo crudo… habla mejor que lo que podría decir yo. Estamos dispersos, confusos, hostiles y peligrosos. Asquerosamente polarizados. Sin diálogo posible, con el peligro de populismos de derecha ad portas tras el fracaso de los populismos de izquierda. No hay centro que invite a la negociación”, lamenta.

“El estallido fue de un dolor espantoso para mí. Me arrebató la ciudad, instaló la violencia como hábito y junto con la pandemia cerró las calles, las anchas alamedas, dejó todos nuestros sueños rotos. Después vendría la inseguridad, las calles en peligro y su complejidad”, analiza.

El año pasado ganó el Rechazo, que –a su juicio– “mostró ese país malherido”.

“Era una utopía, una fiesta y se dio con la puerta en las narices. (El Presidente Gabriel) Boric se identificó tanto con ello, que le costó carísimo. Se hizo votar de nuevo con su obra magna y le fue fatal. Se expuso seguro de sí mismo y eso no se hace. Para muchos la Constitución era una sociedad nueva, pero también era el terror heredado del estallido y un cúmulo de ideas más que cuestionables. Al no haber habido real debate, solo conoció el rechazo. Y vi amigos y parientes amargados. Imaginaron un país nuevo. Pero ese país aún olía a pólvora y molotov”, comenta.

El momento actual además lo pilla pesimista.

“Vamos derecho a un populismo de extrema derecha. La supuesta mano dura que tranquilice el pavor ante la mafia y el riesgo en las calles. Una imagen espantosa. Necesitamos democracia a gritos. Pero esa democracia está decadente y amenazada. No solo en nuestro país. Lo crudo… trata de eso. Por eso se repone”, expresa.

Nuevo proyecto

Eso sí, sigue trabajando. Su próxima obra se estrena en julio. Los temas: la corrupción, la impunidad, el humor negro, esta vez tomando todos los clichés del thriller y el nordic noir.

Dirigida por Francisco Krebs, será protagonizada por Paola Volpato y Marcial Tagle.

“Con Krebs hicimos hace años una obra que se llamó La UP y fue muy polémica. Medio insoportable todavía. Era un retrato de familia durante la Unidad Popular. Me encantan los retratos de familia. Tal vez a eso me dedique. A un gran retrato de familia mezclado con el estallido y las voces de un místico. Algo que nos salve”, concluye.

Ficha artística
De: Marco Antonio De la Parra | Dirección: Álvaro Viguera | Elenco: Mariana Muñoz, Marcela Salinas, Francisco Ossa y Luis Cerda | Asistente de Dirección: Pascale Zelaya | Diseño de escenografía e iluminación: Rodrigo Ruiz | Diseño de Vestuario; Andrea Contreras | Música original: Camilo Salinas | Maquillaje y pelucas: Carla Casali | Asesoría coreográfica: Carla Baeza | Producción: Teatro UC.

Temporada: 4 de mayo al 3 de junio, miércoles a sábado a las 20.30 horas, sala Ana González, 1er piso Teatro UC, Jorge Washington 26, Ñuñoa.

Entradas: en boletería del teatro (atención de martes a sábado, de 15 a 20 horas) y Ticketplus.


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