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Crónica de la fiebre de amor de Luis Miguel en Chile CULTURA

Crónica de la fiebre de amor de Luis Miguel en Chile

Johanna Watson
Por : Johanna Watson Periodista musical
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A las 20 horas partió la segunda presentación de Luis Miguel, el astro Mexicano que después de un período sin presentaciones en vivo, retomó las giras en un circuito de conciertos que se extenderá hasta el 2024 y que comprende países de Latinoamérica y Estados Unidos. El paso del cantante por Chile no ha estado exento de comentarios y críticas, derivados de un cuadro viral que lo ha tenido en un estado febril con leves episodios de tos que se han dejado ver en los conciertos. A propósito de lo mismo, se ha especulado sobre una presunta hospitalización en una clínica de Santiago al llegar a Chile, pero lo concreto es que anoche cerró su segundo show con una ovación rotunda. En poco menos de dos horas, y pese al resfrío, los años de oficio y su profesionalismo le permitieron presentar un show a la altura de su trayectoria.


Cuando  Luis Miguel tenía 12 años, Patricia Maldonado le dijo que perdería la voz. La conversación se dio en el contexto de una entrevista en 1982, en el programa “Pare, mire y escuche” de TVN, donde la cantante era la conductora.  El registro está en YouTube, y a la fecha cuenta con más de cuarenta mil visitas. El interés por ver dicho video radica en que la entrevista es una de las más incómodas que se recuerden en la historia de la televisión chilena, donde se puede ver que la mujer decide realizar un desajustado set de preguntas a su joven invitado. A pesar de su inocencia, Luis Miguel salió airoso del agravio con inteligentes respuestas, aunque su lenguaje no verbal evidenció su nerviosismo.

Entrevista de Patricia maldonado a Luis Miguel 1982

Cuarenta y un años después, Luis Miguel es toda una leyenda. Un mito. Un artista de quien orbitan relatos acerca de su vida personal y laboral, probablemente porque ha crecido sobre el escenario, siempre fue una figura pública y ha enamorado desde sus primeras apariciones a una audiencia que valoró sus dotes como intérprete, desde que tenía esa voz de niño que Maldonado no supo, no pudo o no quiso verle proyección.

Será que no me amas

Anoche se vivió el segundo esperado concierto del Sol de México en el Movistar Arena, entre una seguidilla de polémicas que el cantante viene arrastrando desde sus primeros shows de la gira “Luis Miguel Tour 2023”. Después de su paso por Argentina -donde se puso en duda su identidad sobre el escenario, instalando la idea de que estaría utilizando un doble-, en Chile la noticia ha sido otra: la supuesta atención de urgencia que habría recibido en una clínica de la zona oriente a causa de un fuerte resfrío.

Rápidamente distintos diagnósticos circularon por la prensa, pero  fueron invalidados a partir de las ocho PM de ayer, momento en que Micky pisó por segunda noche consecutiva el escenario chileno, aplaudido hasta la ovación por su público, que si bien es transversal, se diferencia por ser menos popular que la audiencia de otros artistas de la canción romántica. Dicho en chileno, Luis Miguel tiene espectadores más pitucos, de la onda de Michael Bublé o del mismísimo Frank Sinatra, con quien, dicho sea de paso, grabó el dueto “Come Fly With Me”, incluído en el repertorio de anoche.

Mientras el concierto avanza, noto que Luismi no dialoga con el público, pero las canciones son su medio de comunicación, el lenguaje que domina. Esas composiciones representan su historia de vida, se han circunscrito en su ADN como si fueran su huella digital, o como si en vez de sangre, corrieran canciones por sus venas.

Mientras el repertorio avanza, “Suave”, “Culpable o no”, “La incondicional”, son ejecutadas con una pulcritud bestial. Impecable es decir poco: entre las coristas, la orquesta, los músicos y mariachis, apoyados con un sobrio juego de imágenes visuales, propician el marco para exhibir a la obra de arte, al astro de la noche, al “Sol”; que a sus 53 años exuda sex-appeal. Nada que decir. La combinación de talento, atractivo físico y sexual, más sus años de oficio, hechizan al Movistar y nos unimos en patota a corear canciones del año de la pera. Se abren las carteras y caen todos los carnet al unísono, y al diablo, que se joda todo. Luis Miguel está cantando para nosotros, con un resfrío que maneja alterando las notas de las versiones originales de las canciones por terceras o cuartas voces, que se acoplan precisas al coro espontáneo del público que no para, corazón en mano y  bitácora de vida a cuestas, recordándole amores del pasado, cantándoles a los del presente, y anunciando letras a los romances del futuro.

CRÉDITOS:
Flip Noticias y Fabián Vergara
@flipnoticias y @fafian

De negro el hombre se pasea por el proscenio, se mueve haciendo surcos entre los músicos que lo acompañan y se relaciona con el público a través de besos y sonrisas. Ahí está Micky, el real. El que ha guardado los detalles de su vida personal bajo siete llaves y que aprendimos a conocer un poco a través de la serie de Netflix. Ahí está el hombre que vivió la desaparición y muerte de su madre, la explotación laboral e infantil de su padre, la exposición a vicios desde su adolescencia. Ahí está ese tesoro de la voz que aprendió el oficio del canto a costa de su niñez arrebatada.

Culpable o no

“Luis Miguel, lávate las patas que tenís piñén” se coreaba con cierta envidia pero en forma de broma por allá en los ochenta, con la melodía de la canción “Isabel”.  En la época se hacían algunos comentarios negativos sobre su personalidad. Con los años Luismi tomó distancia de los periodistas y la prensa en general, lo que le llevó a  ganar el apodo de “chupete de fierro”, chilenismo que indica un modo de ser engreído. Después de tantos años Luis MIguel debe tener una coraza de oro. De titanio. De criptonita. Se ha escrito e instalado en la opinión pública tanto de él que podría armarse una biblioteca en su nombre. Pero nada ni nadie debería decir algo en desmedro de su performance sobre el escenario. Algunos medios dijeron que el concierto de anoche parecía karaoke, que no llegaba a los altos, o incluso “que perdió la voz” a raíz de su resfrío.

Créditos: Martina Nigro

Los celos han sido una constante en la vida de Luis Miguel.

Pero mientras tanto su público lo aplaude y corea cada tema que interpreta. Él es el rey, una especie de  Elvis latino, que se pasea como tigre entre medleys de distintas épocas de su trayectoria, cantando clásicos adorados como “Tengo todo excepto a tí”, “Entrégate” y “Fría como el viento”.

Amado, odiado, envidiado. Luis Miguel nos ha brindado algo más que un espectáculo musical durante esta lluviosa noche de agosto. Su elegancia se expresa primeramente en su obra, y también en su decisión profesional de seguir el curso de los conciertos estando un poco enfermo. No debe de ser  fácil una elección así, pues con ello se enfrenta a las críticas, a los cuestionamientos, o a que aparezcan ideas disparatadas como aquella de que ocupa un doble.

Créditos: Martina Nigro

Créditos: Martina Nigro

Luismi logra superar el traspié que le jugó el destino, de enfermarse justo durante la gira y poner en riesgo su herramienta de trabajo, la voz. La misma que a los 12 años le dijeron que perdería. El Sol de México con entereza y talento brindó un show inolvidable a su público incondicional. El ídolo también es humano y puede enfermar, puede tener una fiebre de amor por salir a cantar.

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