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“Principio de incerteza” de María Mazzocchi: distintos niveles de tensión CULTURA|OPINIÓN

“Principio de incerteza” de María Mazzocchi: distintos niveles de tensión

Nicolás Bernales
Por : Nicolás Bernales Escritor y columnista literario. Ha publicado el libro de cuentos "La Velocidad del agua" (Ojo Literario 2017), por el cual se adjudicó el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura en el área de creación. En 2023 publicó la novela "La geografia dell` esillio", Edizioni Ensemble. Roma.
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El texto está compuesto por una infinidad de reflexiones sobre la escritura, apoyadas en la observación de lo inmediato y citas de otros autores, todas apuntando en la misma dirección, hacia el mismo fin. Acá María Mazzocchi logra al fin lo que en los otros relatos queda como búsqueda y tentativa. Logra a través de su creación reunir lo que antes estaba disperso y presentarlo como un todo.


En su primer libro de cuentos, una cuidada edición de Libros del Pez Espiral, María Mazzocchi entrega seis relatos donde nos vamos a ver enfrentados a distintos niveles de tensión. El proceso de escritura mismo es cuestionado a lo largo del libro, y como lectores titubeamos frente a la incertidumbre creada por la autora. Esa duda genera un efecto, un leve desdoblamiento.

En las ficciones de Mazzocchi se percibe un conflicto entre el contenido y la forma, a veces esta tensión se concentra solo en una de ellas, en otras ocasiones en ambas.

El principio de incerteza, termino derivado de la mecánica cuántica, y acuñado por Heisenberg, propone como se señala en el libro: «que, frente a la tarea de estimar cualquier variable de cualquier objeto, llámese ubicación llámese movimiento, llámese velocidad, la incerteza es infinita». Si logramos definir una de ellas, perdemos la visibilidad de la otra.

Los relatos del libro podrían ser catalogados de experimentales, pero por suerte, la autora está abierta al juego y al humor. Se aleja de la experimentación académica que muchas veces da como resultado textos correctos pero fríos como un témpano. A los que el lector accede con una distancia clínica.

Este es el tercer libro de la autora, los dos anteriores los publicó bajo el nombre de Victoria Valenzuela (segundo nombre y apellido paterno), en grandes editoriales. En su novela El hambre de las bestias, hace un recorrido por la ciudad de Santiago de la mano de una serie de personajes marginados quienes intentan definir su identidad en medio de un ambiente de pobreza, violencia y rechazo.

Ahora, como María Mazzocchi (primer nombre y apellido maternos) se observa un tránsito refundacional en su escritura. Se trata de relatos ambivalentes, eruditos, donde florece lo metaliterario, que en cierta medida profundizan la incerteza.

En el primer cuento, “La conducta de los animales”, dos amigas, casi hermanas, forman una relación de necesidades complementarias que las ayuda a tolerar la realidad familiar. Cada tanto se intercalan párrafos sobre el comportamiento de animales o microorganismos, tema que a las dos interesa y apasiona, donde se explica con exactitud científica el comportamiento de la naturaleza. Estos párrafos contrastan con la dificultad de determinar el comportamiento de las personas que habitan el relato.

En “Cuenta regresiva”, un niño narra una serie de acontecimientos que no logramos conectar o comprender del todo. Al final del texto nos encontramos con una serie de preguntas y actividades a realizar. En primera instancia pensamos que en ese punto se resolverán las dudas que arrojó la lectura, pero no es así. El ejercicio nos hace revisitar el cuento, pero al no encontrar todas las respuestas mantiene la ambivalencia. No hay duda sobre la forma, pero el contenido se conserva difuso.

En “Cuerpo celestial”, un grupo de líderes de todos los credos avanzan por el desierto hacia un concilio donde se definirá el porvenir de la humanidad y la sobrevivencia de la especie mediante la ocupación de un nuevo planeta. La temática es arriesgada y atrapante, en la parte inferior de cada página aparecer una serie de notas escritas por: quien escribe, quien edita y quien narra. Al avanzar en la lectura, las notas comienzan a ganar protagonismo y nos vamos olvidando del concilio, del desierto, de la humanidad y la sobrevivencia de la especie.

El último cuento, “Principio de Incerteza”, de una extensión mayor a los anteriores, podría caber en la definición de nouvelle, nos lleva de cierta forma a replantearnos el libro en su totalidad. Nos hace pensar en el recorrido y transito por el que ha pasado la autora. No solo de Victoria Valenzuela a María Mazzocchi, también nos hace pensar en el recorrido a lo largo del libro desde el primer relato. Es en este cuento, el más logrado de todos, donde las dudas y las incertezas anteriores son planteadas en el texto de forma transparente. Y lo que plantea a través de esta ficción sobre Rodrigo S.M., quien trabaja certificando ascensores, el cual se toma unas vacaciones de veintiocho días en North Beach, Florida, con la finalidad de escribir una novela corta es algo que no acaba nunca en el ejercicio de narrar: La dificultad nunca desaparece, siempre se es un principiante frente a la hoja en blanco.

El texto está compuesto por una infinidad de reflexiones sobre la escritura, apoyadas en la observación de lo inmediato y citas de otros autores, todas apuntando en la misma dirección, hacia el mismo fin. Acá María Mazzocchi logra al fin lo que en los otros relatos queda como búsqueda y tentativa. Logra a través de su creación reunir lo que antes estaba disperso y presentarlo como un todo.

Ficha técnica:
Libros del pez espiral.
135 páginas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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