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Piñera y los países que causan más impacto al medio ambiente Opinión

Piñera y los países que causan más impacto al medio ambiente

Jaime Hurtubia
Por : Jaime Hurtubia Ex Asesor Principal Política Ambiental, Comisión Desarrollo Sostenible, ONU, Nueva York y Director División de Ecosistemas y Biodiversidad, United Nations Environment Programme (UNEP), Nairobi, Kenia. Email: jaihur7@gmail.com
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Alguien debería informar al Presidente que la actual crisis climática y del medio ambiente, responden a los patrones de producción y consumo que contaminan y despilfarran recursos, independiente del sello capitalista o socialista, aunque los primeros llevan la delantera por décadas en el consumo humano excesivo de los recursos naturales y quema gigantesca de combustibles fósiles. Que en los países socialistas hubo un accidente fatal, el de Chernobyl en Ucrania, si es verdad. Pero también hubo dos bombas atómicas en Nagasaki e Hiroshima, lanzadas por EEUU y una serie de detonaciones nucleares experimentales por las potencias militares no socialistas de la NATO, sin olvidar los accidentes nucleares de Japón originados por sismos.


Alguien, sus asesores, ministros, partidos de la coalición que lo apoyan, amigos o familiares, alguien, entre todos ellos, debería informar al Presidente en materias relativas a medioambiente y desarrollo sostenible, con objeto de evitar las declaraciones como las que concedió a Emol TV. En ellas, atribuyó a los países socialistas la responsabilidad de ser los mayores destructores del medioambiente. No es mi interés defender a los países socialistas pero, en honor a la verdad, me apresuro a afirmar que esa afirmación es completamente incorrecta. Hoy, cualquier persona medianamente interesada en estos temas, con mínima educación universitaria, sabe que cuanto mayor es la riqueza de un país, mayor es su impacto al medioambiente. Los países socialistas, sabemos, no se destacan por este atributo.

Es lamentable que el Presidente de Chile, anfitrión de la próxima Sesión 25 de la Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, a la cual asistirán mas de 3.000 delgados representantes de 195 países, (además de 30.000 observadores), entre los cuales figuran Gobiernos de todo el espectro político, desde los más socialistas de extrema izquierda hasta los ultra de extrema derecha nacionalistas. Es lamentable, porque lo que se persigue con mayor interés en las reuniones de las COP es forjar una unidad de criterios e intereses para detener el sobrecalentamiento de la superficie terrestre que de acuerdo a los datos de la última semana ya alcanza a un 98% del planeta tierra. Por primera vez en nuestra historia es universal y se hace sentir, al mismo tiempo, en todo el planeta. Piñera debería reflexionar y darse cuenta que con esas declaraciones no ayuda a la unidad, sino que divide, como lo hace muy bien el vecino de EEUU.

Por los Informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) todos sabemos que si no logramos detener antes de 2030 la crisis climática manteniendo bajo 1,5ªC el ascenso de la temperatura media global respecto a los de la época preindustrial, no podremos evitar grandes desastres climáticos que pondrán en peligro la sobrevivencia en gran parte del planeta. La aceleración de la degradación ambiental viene sucediendo poco a poco, desde la segunda mitad del siglo XX. En algunos países, como el nuestro, los sucesivos gobiernos hasta el día de hoy, nunca asimilaron, esta realidad. Esto lo saben la gran mayoría de los políticos, economistas, expertos o ecólogos que tengan una mínima formación, pero aún no entra en las cabezas de Trump, Bolsonaro, Morrison y desde ayer Piñera.

Otra cosa es que lo reconozcan en público, y aboguen por un medioambiente sano, libre de contaminación y por el desarrollo sostenible, paro otra que sigan permitiendo las termolelectricas a carbón, las zonas de sacrificio ambiental, las pesqueras que destruyen nuestra fauna marina, la contaminación de las aguas, la desertificación en el norte y centro del país, la destrucción de los bosques. La pobre imagen de calidad del medioambiente en Chile, se mantiene, sobre todo, porque hasta ahora no existe una decisión gubernamental verdadera para buscar y aplicar las soluciones, pero sí muchos intereses económicos para invertir y expoliar, y ganar la mayor cantidad de dinero en el menor tiempo posible. Esa es la ideología detrás de la contaminocracia chilena, que desde las grandes empresas y capitales que queman combustibles fósiles, emiten CO2, contaminan las aguas y el aire de las grandes ciudades, mueven y estiran los hilos del poder político en el gobierno de turno y en el parlamento para que la protección del medioambiente y calidad de vida de los chilenos sean siempre postergados.

Respecto al tema de reconocer cuál sistema económico, el capitalista o socialista, daña más al medio ambiente, después de muchas consideraciones y análisis los especialistas llegaron a la conclusión que en todos los casos era una aproximación más politiquera que científica, y de esa manera era difícil evaluar los impactos. Al debatir qué tipo de medidas de protección y mejoramiento ambiental hay que adoptar y decidir quiénes las deben tomar, en la mayoría de las situaciones los conflictos medioambientales se radicalizan. Se corre el enorme riesgo de tergiversar la realidad, de acuerdo a la posición política o a la situación económica del que habla o decide. Se termina, así, defendiendo una postura u otra. Por esta razón, es común encontrar en artículos y textos de la década de los 70 a los 90s, en los cuales se echa la culpa de todo ya sea a los países capitalistas o a los socialistas, a los industrializados o a los países en vías de desarrollo. Pero en todos estos casos, no se aportaban datos que apoyaran una u otra postura.

Para superar este problema se inició en 2010 un estudio en la Universidad de Adelaide (Australia), el cual ha contribuido bastante a aclarar la situación. Como resultados de las investigaciones se confeccionó un listado objetivo de los países con más impacto negativos sobre el medioambiente ( http://neofronteras.com/?p=3119 ). El listado se dividió en dos grupos de países, uno clasificó a los países por el índice de impacto medioambiental proporcional, en donde el impacto fue medido en función de la disponibilidad total de los recursos. El segundo, los clasificó según el índice de impacto absoluto midiendo la degradación total a escala global que porvocaban. Se usaron siete indicadores de degradación del medio ambiente: pérdida de bosque nativo; conversión de hábitats; capturas pesqueras; uso de fertilizantes; contaminación del agua; emisiones de CO2; uso de la tierra; y especies en peligro de extinción. Los índices del estudio deliberadamente no incluyeron datos económicos o de salud de la población, midiendo solamente el impacto medioambiental.

En el primer listado los diez peores países resultaron ser: Singapur, Corea del Sur, Qatar, Kuwait, Japón, Tailandia, Bahrein, Malasia, Filipinas y Holanda. Es decir, se equivoca Piñera, aquí no aparece ningún país socialista. Por otra parte, los países con peor ranking o aquellos que producen mayor impacto negativo sobre el medioambiente global, en términos absolutos, son los siguientes, empezando por el peor: Brasil, EEUU, China, Indonesia, Japón, México, India, Rusia, Australia y Perú. En esta lista, los que han sido socialistas en los últimos 70 años, son únicamente China y Rusia, en tercer y octavo lugar respectivamente.

Sugiero informar al Presidente que la actual crisis climática y del medio ambiente, responden a los patrones de producción y consumo que contaminan y despilfarran recursos, independiente del sello capitalista o socialista, aunque los primeros llevan la delantera por décadas en el consumo humano excesivo de los recursos naturales y quema gigantesca de combustibles fósiles. Que en los países socialistas hubo un accidente fatal, el de Chernobyl en Ucrania, si es verdad. Pero también hubo dos bombas atómicas en Nagasaki e Hiroshima, lanzadas por EEUU y una serie de detonaciones nucleares experimentales por las potencias militares no socialistas de la NATO, sin olvidar los accidentes nucleares de Japón originados por sismos.

En las últimas décadas se han acumulado cantidades masivas de datos publicados por ONU Medioambiente (GEO6) que demuestran que una fuente importante de la degradación es por una parte la crisis climática y, por otra, la elevada pérdida de biodiversidad con degradación y pérdida de hábitats y especies que comprometen los servicios medioambientales de los ecosistemas tales como los alimentos, absorción de CO2, fuentes de agua, etc., que naturalmente y gratuitamente favorecen una mejor calidad de vida a miles de millones de personas en todo el mundo.

Volviendo al estudio sobre el impacto medioambiental de los países, señalemos por último que su principal resultado fue encontrar que la riqueza total de un país (medida por el producto interior bruto) es el indicador más importante del impacto medioambiental. Al comparar los índices frente las variables socioeconómicas (tamaño de la población humana, ingresos brutos y calidad de gobierno) se encontró que la riqueza total era la variable explicativa más importante. Es decir, cuanto más rico es un país más impacto medioambiental produce. Los países socialistas no pertenecen a ese grupo.

Igualmente, en el estudio no se encontraron pruebas que apoyaran la idea muy difundida por los economistas capitalistas (conocida como curva de Kuznets) que sostiene que la degradación medioambiental se estabiliza o declina una vez traspasado cierto umbral de riqueza per capita. Según este enfoque, cuando aumenta la riqueza de un país se obtiene mayor acceso a tecnologías más limpias y entonces se desarrolla una conciencia medioambiental, de tal modo que el impacto empieza a declinar. Este lindo cuadro, que seguramente inspiró a Piñera a decir las inexactitudes que declaró a Emol TV, ya no se sostiene. Los resultados del estudio de la Universidad de Adelaide los echó abajo para siempre con evidencias concretas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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