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Boletín de alerta para el tejido social Opinión

Boletín de alerta para el tejido social

Gabriel Gaspar
Por : Gabriel Gaspar Cientista político, exembajador de Chile en Cuba y ex subsecretario de Defensa
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Chile cambió en octubre, la historia dirá cuánto.  En positivo, el enorme costo que el país ha pagado puede verse ampliamente recompensado si al final del proceso surge un Chile que garantice estándares de derechos sociales a toda su población, acordes al desarrollo alcanzado. Por cierto, si a ello agregamos que luego de todo el proceso constitucional emerge un sistema legitimado, aceptado por la amplia mayoría y con una renovación de su representación política, el resultado será muy promisorio.


La movilización iniciada el 18/10 tiene por fin una válvula de descompresión. El acuerdo multipartidario conseguido la madrugada del 15/11 en el Congreso crea un mecanismo, centrado en lo institucional. El tiempo dirá si será suficiente para contener la violencia. También resta por ver si las elites políticas son capaces de responder con urgencia a las demandas sociales que ha planteado el movimiento. Respecto a la pacificación, los primeros momentos han sido prometedores a lo largo del país, pese a los fuertes incidentes sucedidos en la capital la tarde-noche del propio 15.

El hilo se había estirado al máximo y se avizoraba un mix de desborde policial, violencia y pérdida de autoridad. Ante ello, La Moneda optó por dejar la iniciativa política a las negociaciones en el Congreso. Este se transformó en el nuevo centro de gravedad de la crisis y por ello el acuerdo logrado es muy positivo por su amplitud (recordemos que no es unánime).

El propio Congreso estaba amenazado de ser superado por la iniciativa de los alcaldes que ya preparaban una consulta nacional para el próximo 7/12. De haberse efectuado, habría sentado las bases para una solución a la crisis y, a la vez, habría dado paso al reemplazo de los actuales congresistas por los emergentes líderes locales.

El acuerdo abre un variado abanico de procesos: las fricciones dentro de los partidos, empezando por el Frente Amplio. A ello podemos sumar la emergencia de nuevos liderazgos, aquí destaca Desbordes, el presidente de RN que mostró más sintonía que la mayoría de los presidenciables previos al 18/10. También queda un Gobierno debilitado, sin capacidad para garantizar el orden público durante un mes, ni habilidad para construir una solución política. Recordemos solamente que hace una semana, luego de una larga reunión del oficialismo en casa del Presidente, el anuncio trasnochado era a lo más una reforma a la Constitución. También queda una secuela de procesos judiciales, ya sea por los excesos policiales o por el vandalismo.

En el horizonte inmediato asoman dos desafíos. El más urgente es la capacidad de la clase política de poder construir un acuerdo en torno a pensiones, sueldo mínimo y endeudamiento, por citar algunas de las demandas más sentidas por los manifestantes. Si no hay respuesta rápida a esto, el movimiento se puede reactivar. El otro desafío es cómo garantizar la más amplia participación de cara al plebiscito de entrada. No hay que ser cientista político para olfatear que va a ganar el Sí por abrumadora mayoría y que la población va a optar por un mecanismo nuevo, sin presencia de “constituyentes” provenientes del Congreso. Este mes de movilización ha generado una saludable voluntad de participación en la cosa pública pero de compleja organización.

Otro tema no menor será la recuperación económica, que está por verse. La flexibilidad de las autoridades financieras y del empresariado tienen la palabra. ¿Lo peor? El asomo de inflación junto a un incremento del desempleo. Ojo con el impacto dentro de la población inmigrante, mucha de ella parapetada en servicios e informalidad que sufrieron un mes de parálisis.

A su vez, esta primavera puso en relieve la debilidad de la cohesión social. Una nueva sociedad, postransición, hastiada de la desigualdad, pero con incipiente tejido social. ¿Será capaz de construir horizontes colectivos? Antaño Nacha Guevara cantaba que en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos. ¿Surgirá un movimiento como los indignados ibéricos que buscó reemplazar al duopolio del PP-PSOE? ¿O emergerán poderosas movilizaciones apartidarias que se expresen en nuevas mayorías, como ocurrió en Brasil y en México, aunque con orientaciones muy diferentes?

Tema no menor, la primavera del 2019 mostró las debilidades en la conducción civil tanto de Carabineros como de las FFAA. Respecto a estas ultimas, se manifestó algo que viene reiterándose en otras crisis de la región: las Fuerzas Armadas no pueden resolver problemas políticos, esto es responsabilidad de los políticos. Autoridades que no conocen la doctrina de las instituciones y se han manejado hasta la fecha con afanes más comunicacionales que estatales, se vieron en aprietos en estos días, mejor dicho, no se vieron.

Colofón

Chile cambió en octubre, la historia dirá cuánto. En positivo, el enorme costo que el país ha pagado puede verse ampliamente recompensado si al final del proceso surge un Chile que garantice estándares de derechos sociales a toda su población, acordes al desarrollo alcanzado. Por cierto, si a ello agregamos que luego de todo el proceso constitucional emerge un sistema legitimado, aceptado por la amplia mayoría y con una renovación de su representación política, el resultado será muy promisorio.

Si los chilenos además empezamos a reconstruir el tejido social, abandonando el funesto “no estoy ni ahí”, si la sociedad se refunda y emerge una nueva escala de valores donde la solidaridad y el respeto al derecho ajeno se instalan sobre el individualismo y el abuso de los privilegios, si logramos parte de ello en la convivencia social, le daremos más sustento a la seguridad social y a la nueva institucionalidad.

Tengo fe en Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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