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Inmunidad de rebaño: ¿el inevitable y reservado plan para frenar la epidemia en la RM? Opinión

Inmunidad de rebaño: ¿el inevitable y reservado plan para frenar la epidemia en la RM?

Felipe Cabello Cárdenas
Por : Felipe Cabello Cárdenas MD Professor Department of Microbiology and Immunology, New York Medical College. Miembro de la Academia de Ciencias y de la Academia de Medicina, Instituto de Chile.
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Diferentes modelos han pronosticado para octubre de este año entre 25 mil y 30 mil fallecimientos por COVID-19. Sería interesante investigar si los efectos moderados que se están viendo de disminución de la infección, se deben totalmente a la cuarentena o a una disminución del número de susceptibles o a ambos factores, actuando de manera sinérgica. Es importante también vigilar la respuesta inmune de los recuperados al virus, ya que esta pareciera ser heterogénea y en algunos casos de corta duración, lo que influenciaría negativamente el alcance de una inmunidad de grupo efectiva, de acuerdo a estos cálculos.


Las noticias de las últimas semanas y los pronósticos respecto de la evolución de la epidemia COVID-19 en Chile son sombríos y rodeados de gran incertidumbre. La semana pasada el número de muertos –confirmados y sin confirmar por PCR– se elevó alrededor de los 10.100 o más, la mayor parte de ellos en la Región Metropolitana.

Los pronósticos formulados para Chile por modelos computacionales de diversas instituciones son aún más sombríos: el del Instituto de Mediciones y Evaluaciones en Salud (IHEM en inglés) de la U. de Washington pronostica que, a octubre, se acumularían alrededor de 25 mil fallecidos. Estas aciagas proyecciones, más o menos, coinciden con las de otras instituciones, como COVID-19 Projections y COVID-Analytics. El empeoramiento de estos pronósticos es consecuencia de la disponibilidad de datos más fidedignos del número de infecciones y fallecimientos, que el Gobierno ha debido entregar como resultado de la presión de científicos, expertos y periodistas, la cual fuera inicialmente ignorada.

Desde el inicio de la epidemia en Chile, el Gobierno presentó de manera falaz estas cifras, ocultando el impacto real de la epidemia y postergando acciones que, realizadas más tempranamente, como lo pidió un gran número de sociedades y academias, podrían haber modificado la crisis actual, evitando este elevado número de nuevas infecciones y de fallecimientos.

[cita tipo=»destaque»]Es necesario destacar que la evolución de la epidemia a la inmunidad de grupo en la RM debiera ser de alguna manera evitada, ya que ella conlleva un alto número de fallecimientos y, además, si fracasa puede generar la trasmisión del virus en la población de manera crónica, con posteriores ondas epidémicas también de difícil control. Esto es especialmente así, dada la alta presencia del virus en la población, la existencia aún de susceptibles en ella y la potencialmente breve y heterogénea duración de la inmunidad. La alta mortalidad por COVID-19 y el exceso de mortalidad en las comunas de la RM con una mayoría de población económica y socialmente vulnerable, le impartiría a esta evolución de la epidemia un fuerte e indeseable contenido de planeada selección natural contra los más débiles (eugénesia), lo que la hace éticamente inaceptable.[/cita]

La propagación del virus que causa el COVID-19 puede ser frenada y eventualmente detenida, disminuyendo los contactos de una persona contagiada que elimina el virus activo, sometiéndolo a confinamiento para evitar la trasmisión viral a sus contactos. Cuando existen limitaciones en identificar a estos individuos, se opta por disminuir todos los contactos de una manera general –entre individuos contagiados o no– por medio de las cuarentenas de la población, como está ocurriendo ahora en la RM y otras regiones y en muchos lugares del mundo.

En la RM, del 4 de julio se informaron un total de 21.017 (Informe EPI No31) casos activos de la enfermedad y, si a este número se agregan los asintomáticos y presintomáticos, que no son detectados por estar en una etapa temprana de ella, carente de síntomas o con síntomas leves, este número podría ser estimado de manera conservadora en 10 veces mayor, del orden de 210.170 casos. La identificación y confinamiento selectivo de estos individuos y sus contactos, que corresponden por lo menos a otras 210.170 personas más, es aparentemente imposible en este momento y solo resta continuar con la cuarentena general. Si estas cuarentenas fallan en reducir apreciablemente los contactos, como al parecer está ocurriendo en la Región Metropolitana en las comunas más vulnerables económicamente, el freno a la epidemia es insuficiente para evitar la continua diseminación del virus.

Alternativamente, la epidemia puede retardarse y aún detenerse a través de la disminución paulatina de los individuos susceptibles en la población y esto se logra para muchas enfermedades infecciosas, con la inmunización de una fracción importante de ella, usando vacunas efectivas. Como aún no existe una vacuna para COVID-19, la única forma de lograrlo con este virus sería a través de la infección natural que genera algún tipo de inmunidad en las personas recuperadas. Cuando la epidemia se detiene de esta forma, decimos que se alcanza la “inmunidad de grupo (rebaño o manada)”.

El número de personas infectadas informadas hasta el 4 de julio en la RM es del orden de 254.321. Como estimamos anteriormente para los contagiados activos, considerando los asintomáticos y no detectados –o informados– por transcurrir la enfermedad con síntomas leves, este número puede haber llegado aproximadamente a los 2.5 millones de una población de 8 millones, la mayor parte ya probablemente individuos recuperados y, por lo tanto, esperamos resistentes a la enfermedad. Se podría considerar entonces que el número de susceptibles en la RM ha disminuido ya en un 30% a 33% y probablemente esta disminución ya estaría teniendo efecto en reducir el avance de la epidemia.

Si el aumento de casos nuevos informados continúa en el orden de 2.400 o más diarios, y que corresponden efectivamente a 2.4000 casos diarios activos, en 100 días más habremos alcanzado 2.400.000 casos más y cerca de 5.000.000 totales y bajado el número de susceptibles a un aproximado de 60% en la Región Metropolitana, porcentaje que se ha estimado comenzaría a generar inmunidad de grupo, enlenteciendo la propagación de COVID-19.

Es importante destacar, eso sí, que este número de infectados produciría del orden de 25 mil a 30 mil fallecimientos o más, número que está dentro del rango de fallecimientos pronosticados por diferentes modelos para octubre de este año. Sería interesante investigar si los efectos moderados que se están viendo de disminución de la infección, se deben totalmente a la cuarentena o a una disminución del número de susceptibles o a ambos factores, actuando de manera sinérgica. Es importante también vigilar la respuesta inmune de los recuperados al virus, ya que esta pareciera ser heterogénea y en algunos casos de corta duración, lo que influenciaría negativamente el alcance de una inmunidad de grupo efectiva de acuerdo a estos cálculos.

Es necesario destacar que la evolución de la epidemia a la inmunidad de grupo en la RM debiera ser de alguna manera evitada, ya que ella conlleva un alto número de fallecimientos y, además, si fracasa puede generar la trasmisión del virus en la población de manera crónica, con posteriores ondas epidémicas también de difícil control. Esto es especialmente así, dada la alta presencia del virus en la población, la existencia aún de susceptibles en ella y la potencialmente breve y heterogénea duración de la inmunidad. La alta mortalidad por COVID-19 y el exceso de mortalidad en las comunas de la RM con una mayoría de población económica y socialmente vulnerable, le impartiría a esta evolución de la epidemia un fuerte e indeseable contenido de planeada selección natural contra los más débiles (eugénesia), lo que la hace éticamente inaceptable.

Es por estas razones que la reciente propuesta del Colegio Médico para recuperar la trazabilidad de la infección en la población, usando los recursos de la atención primaria, aparece como una más razonable opción, ética y científica. Esto aplica especialmente también para aquellas regiones en que la propagación del virus está aún en sus etapas iniciales, con un número de contagiados activos mucho menor, pero todavía con un gran número de susceptibles en la población.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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