Publicidad
El fracaso y esperanza de las artes frente a las crisis actuales CULTURA|OPINIÓN

El fracaso y esperanza de las artes frente a las crisis actuales

Samuel Toro
Por : Samuel Toro Licenciado en Arte. Doctor en Estudios Interdisciplinarios sobre Pensamiento, Cultura y Sociedad, UV.
Ver Más

Preocupan las tendencias de organizaciones de artistas que se mantienen en las mismas formas o maneras de actuar y concebir la realidad de sus campos, algo así como un intento a eso llamado “volver a la normalidad”, la cual no es otra cosa que volver a las mismas formas de concebir el arte y las relaciones socio-políticas convencionales que se establecen en torno y en relación a él. Me refiero a las condiciones de variados grupos, colectivos, organizaciones, festivales, etc., que no rearticulan sus propias maneras subjetivas de acción; sus propias maneras de concebir la “realidad” y establecer principios y modelos ficcionales de acuerdo a esas posibilidades. El arte tiene la labor social, e integral, de hacer esto último de maneras “imposibles” en sus posturas de subjetividad radical.


Hace unos días estuve escuchando, y viendo, gran parte de un coloquio organizado por el Instituto de Filosofía de la Universidad de Valparaíso titulado “Estéticas contemporáneas en tiempos de pandemia”. En este se integraron proyectos de estudiantes de filosofía de pre-grado junto con académicos y académicas de la facultad (incluyendo a investigadoras de otras disciplinas).

Mi interés en este coloquio se da por la gran pertinencia que se enfocó en relación a pensar, desde la universidad (y fuera de ella), las posibles nuevas formas de encontrarse y -por añadidura- actuar frente a estas crisis actuales, las cuales fueron tomadas desde la perspectiva de las catástrofes ocurridas en la humanidad mucho antes de la presente pandemia. En este sentido, la actual crisis se puso en perspectiva histórica dentro del campo de lo sensible (Ranciére) en relación a una de las preguntas sobre de qué maneras los conocimientos, informaciones, campos disciplinares, acciones directas, etc., pueden ser vías de reflexión estética-políticas con respecto a las nuevas formas de abordar y generar nuevos mundos a partir de las crisis actuales (y probablemente por venir). Podría especificar con respecto a los distintos planteamientos que se generaron en el coloquio, pero no viene al caso particular, pues la diversidad de temáticas extendería demasiado la columna y, además, no es necesario en relación al espíritu de la misma, la cual es una referencia a la importancia de abarcar -a partir de los lugares, instituciones o espacios políticos y estéticos- la relevancia de la reflexión en torno a de qué manera, intelectual y artísticamente, nos relacionamos, y actuamos, con esta realidad actual y, de que manera buscamos reflexiones creativas con respecto a posibles campos de acción vinculados a esta coyuntura y la que se vendría, inevitablemente.

En este último sentido, me preocupan las tendencias de organizaciones de artistas que se mantienen en las mismas formas o maneras de actuar y concebir la realidad de sus campos, algo así como un intento a eso llamado “volver a la normalidad”, la cual no es otra cosa que volver a las mismas formas de concebir el arte y las relaciones socio-políticas convencionales que se establecen en torno y en relación a él. Claramente, la mayoría de los grupos o los campos artísticos (bourdianamente hablando) no plantean esta última posición, pero, sin embargo, viven en ella constantemente en sus reflexiones y sus formas de exigir maneras de continuar la formalidad de ejecutar lo que, educadamente, han entendido como arte y cultura durante una tradición histórica positivista de siglos: las formas de adecuación y transformación del humano a través de la razón para lograr cambios en la subjetividad general. Esto último ha generado múltiples falacias en relación a qué es lo que corresponde, subjetivamente, a la condición del humano en su “mejor” expresión ontológica con respecto a las crisis y la crítica de los y las artistas en el mundo.

De acuerdo a esto último, me refiero a las condiciones de variados grupos, colectivos, organizaciones, festivales, etc., que no rearticulan sus propias maneras subjetivas de acción; sus propias maneras de concebir la “realidad” y establecer principios y modelos ficcionales de acuerdo a esas posibilidades. El arte tiene la labor social, e integral, de hacer esto último de maneras “imposibles” en sus posturas de subjetividad radical (sino, es solo arte burgués). Es muy extraño, y sintomático, que en Chile no se genere esto (solo algunas excepciones teóricas de comparación pos-estructuralistas con respecto a la comparación científica neo-positivista en relación a como comprendemos un cuerpo social y cultural complejo). La gran mayoría de las posturas organizadas e individuales que se aprecian, en el territorio, se encuentran validando y exigiendo reivindicaciones con respecto a las maneras de abarcar un arte ligado a las normalidades anteriores a la revuelta del 2019 y la pandemia actual, pero no a una reflexión profunda con respecto a las nuevas maneras y formas de abarcar lo estético en los contextos de crisis radicales, o de catástrofes.      

El coloquio que menciono al comienzo tuvo la fortuna de intentar abarcar estas preguntas:  ¿qué somos y qué nos toca vivir como entes socio poíticos-estéticos frente a esta nueva calamidad biopolítica? Obviamente no existieron respuestas al problema, pues las circunstancias  (y esto era un consenso en los y las participantes) no se resolvía en posturas de cálculos ni teóricas (como sucedió, por ejemplo, con el texto mediático-filosófico que circuló titulado “Sopa de Wuhan”), sino en la interrogante de lo desconocido en el encuentro de las relaciones que nos toca vivir con respecto a la potencia de un acontecimiento “nuevo” que nos remece en las maneras de intentar concebir posibles nuevas maneras de abarcar, subjetivamente, el mundo (y por qué no decirlo, la época) y de hacer frente a ella mediante los saberes que, cada vez más, son marginados en el debate cultural, y que son parte de lo que, en la construcción cultural forman parte de lo que hemos sido y seguinos siendo (dándonos cuenta o no): lo político- filosófico y poético en potencialidad transformadora.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias