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La cultura sí importa, pero no al Gobierno CULTURA|OPINIÓN

La cultura sí importa, pero no al Gobierno

Elisa Massardo
Por : Elisa Massardo Licenciada en Historia y Estética y diplomada en Periodismo Cultural, Crítica y Edición
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Gestores y creadores del país están dando el 100% de su esfuerzo, trabajando de manera prácticamente gratuita (no es novedad), para generar contenido, abarcar problemáticas, conflictos, resolviendo, resolviendo, avanzando, aprovechando el tiempo libre, ¿y no hay tiempo para presentarse a las mesas de diálogo? El país necesita solvencia en las políticas culturales, no el reemplazo de unos fondos concursables por otros. Basta de invisibilizar y opacar las actividades culturales y a sus actores. Se necesita una respuesta ahora, el país arderá en llamas con los niveles de violencia que existen, el narcotráfico se está apoderando de las poblaciones y los ciudadanos toman la “justicia” por sus manos. ¿Realmente seguiremos relegando la Cultura a un segundo plano cuando se ha demostrado que tiene el poder de resolver conflictos?


«Tener sexo, comer, hablar, TODO ES CULTURA. La risa, la tecnología, la forma de vestirse…»

  • Consuelo Valdés, ministra de cultura, septiembre 2019.

Siempre relegada al final de la materia económica, siempre recibiendo donaciones para que las empresas paguen menos impuestos, fondos públicos como compensación por años de olvido, siempre pidiendo favores, trabajando gratis y haciendo los múltiples roles que se requieren para crear, difundir, exponer o publicar. Con esta base no es difícil comprender por qué la mesa de diálogo con el gobierno no resultó y extrañamente resultará, ¿de qué sirvió crear un Ministerio de las Culturas y las Artes si finalmente sigue tan relegado de las políticas públicas como siempre? Quizás solamente para llenar más puestos gubernamentales y subir las tasas de empleo a nivel país con puestos burocráticos.

Ministra, ¡la gente tiene hambre! Quieren trabajar y no se puede, ¿cuál es la respuesta? Pocas entrevistas, pocas políticas y gestiones culturales que en la práctica no resuelven la problemática actual que afecta a los miles de involucrados en generar artes, culturas, patrimonio, artesanías, entre otros, dentro del país. Van más de 5 meses desde que se anunció el fondo de $15 mil millones de presupuesto para las urgencias del sector pero a través de concursos que van teniendo lenta respuesta, lenta entrega. Han pasado 5 meses, se logró retirar el 10% de las AFP y ¿aún no se pueden hacer transferencias directas o subsidios concretos a los centros culturales, teatros, librerías? ¡Las librerías están siendo multadas por trabajar!

En el sector cultural, “entre 85% y el 90% vive en contexto de informalidad, sin ningún tipo de protección previsional y de salud”, explicó hace pocas semanas Consuelo Valdés tras las encuestas sectoriales. ¿Es una novedad? ¿No fue esta la razón para que Fondart modificara la plataforma respecto a las boletas y contratos de honorarios, justamente, para poder regular la situación previsional en el mundo de las artes? ¿Qué es lo nuevo además de la falta de recursos que le impide al Estado, al gobierno, al ministerio, actuar frente a una realidad que es mero reflejo de los conflictos sociopolíticos que tenemos a nivel nacional actualmente?

La cultura, las artes y sus manifestaciones son un reflejo del acontecer social. Ciudades como Medellín han combatido el narcotráfico a través de políticas culturales, que han incluido la creación de bibliotecas públicas, parques abiertos y talleres gratuitos; mientras que en Chile el presupuesto sufrirá nuevas rebajas presupuestarias según indicó el subsecretario de las Culturas Juan Carlos Silva, nivelando con los otros ministerios y relegando las necesidades actuales de los actores culturales. Nuestro lema pareciera ir a la inversa, no solo de la realidad, sino también de la necesidad y de los beneficios que trae un trabajo profesional, firme y con soporte cultural. ¡Quitemos cultura, aumentarán las drogas y la violencia! ¡Quitemos presupuesto público, se fomentará inevitablemente la violencia y la odiosidad en lugar de esparcimiento, la sanidad mental, la distensión! ¿Qué están haciendo? 

Gestores y creadores del país están dando el 100% de su esfuerzo, trabajando de manera prácticamente gratuita (no es novedad), para generar contenido, abarcar problemáticas, conflictos, resolviendo, resolviendo, avanzando, aprovechando el tiempo libre, ¿y no hay tiempo para presentarse a las mesas de diálogo? El país necesita solvencia en las políticas culturales, no el reemplazo de unos fondos concursables por otros. Los concursos siempre han sido, para quienes postulan año a año, una loca cacería de puntos que ponen en el mismo nivel a instituciones disímiles, desde Corpartes hasta el Teatro de la Memoria (como si hubiera punto de comparación entre uno y otro a nivel de lineamientos, presupuesto o infraestructura), a editoriales universitarias con las independientes, a medios de difusión profesionales con autogestionados.

Basta de invisibilizar y opacar las actividades culturales y a sus actores. Se necesita una respuesta ahora, el país arderá en llamas con los niveles de violencia que existen, el narcotráfico se está apoderando de las poblaciones y los ciudadanos toman la “justicia” por sus manos. ¿Realmente seguiremos relegando la Cultura a un segundo plano cuando se ha demostrado que tiene el poder de resolver conflictos?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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