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La anacronía de los partidos y la encrucijada del centro político: ¿existe realmente esa fuerza intermedia? PAÍS

La anacronía de los partidos y la encrucijada del centro político: ¿existe realmente esa fuerza intermedia?

Nicole Martinez
Por : Nicole Martinez Periodista El Mostrador
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Desde el 2009 –coinciden analistas– el centro político se fue debilitando y disipando, con el fin de la Concertación, que fue clave en el periodo transicional posdictadura. Hoy, para algunos ese centro está huérfano de representación política partidaria, mientras que para otros esa nomenclatura de «izquierda-centro-derecha» ya no existe ni se justifica con el cambio social, que se acrecentó con el estallido del 2019. A partir de ahí es que varios explican también el éxito de los independientes y, en especial, de la Lista del Pueblo, a la que le reconocen la facultad de un trabajo más territorial y sobre la base de pisos comunes, más allá de las ideologías políticas partidistas. Tras las elecciones de los días 15 y 16 de mayo la incertidumbre de las alianzas y de la reconfiguración de partidos creció y, para los expertos, solo la próxima elección parlamentaria y presidencial podría dar luces más claras sobre cómo quedará la cancha y quiénes disputarán a ese electorado que quiere alejarse de los polos de izquierda y derecha.


En la última encuesta CEP, un 41% de los encuestados se autodefinió como de centro, mientras que un 17% no se identificó con ningún sector político. Una tendencia que se ha observado en otras mediciones, donde la mayoría de las personas se distancia de los polos de derecha e izquierda. Pero ¿cómo es ese grupo de centro, qué piensa y qué busca? En opinión transversal de analistas políticos, se trata de un grupo poco estudiado, homogéneo, sin representación política hoy, que quiere reformas profundas pero graduales, y que en el inconsciente se asocia a la clase media.

A juicio del analista político de la Universidad Central, Marco Moreno, este fenómeno “es propio de sistemas políticos donde existe el centro político, a lo menos sociológicamente hablando. No tiene hoy día quién lo represente adecuadamente”.

Para la mayoría de los especialistas, el centro político como tal terminó el 2009 con la Concertación. Luego hubo un intento de revivirse con la Nueva Mayoría, pero más reformista, moderándose de nuevo en la elección del 2017, donde la derrota de Alejandro Guillier fue lo que habría terminado por sepultar a ese centro que los analistas sitúan, mayoritariamente, en la centroizquierda más que en la centroderecha. Desde ahí –dicen– intentó retomar esa representación Unidad Constituyente, a la que varios de sus integrantes ya dieron por muerta.

Las elecciones de los días 15 y 16 de mayo dieron como resultado una Convención Constitucional anclada más hacia la izquierda, con la baja representación de la derecha, que no logró un tercio, y un centro casi inexistente, donde la Democracia Cristiana consiguió elegir apenas dos nombres, siendo solo uno militante de sus filas, algo que transversalmente se leyó también como un voto de castigo a la política tradicional. Sin embargo, los sectores políticos más moderados sí tuvieron un buen resultado en los comicios municipales y de gobernadores, por lo que –a juicio de los analistas– ese centro social sigue existiendo, y será recién la elección parlamentaria y presidencial la que logre dar mayor nitidez a un tablero político que aún está ubicando sus piezas.

Pero no es la única mirada. Esto, porque otros analistas apuntaron a que esa separación del espectro político en tercios ya no es contingente ni se adapta a los cambios sociales que ha tenido el país. Por ejemplo, el director de Tú Influyes, Axel Callís, sostuvo que hoy los vectores de identificación política están en otra dimensión, como en pueblo-élite o moderados-liberales, pues la fórmula de la izquierda-centro-derecha ya no da cuenta de la complejidad actual, por lo que el centro es ficticio.

“El chileno tiende a la mitad, lo que es distinto a la DC o al espacio político de la moderación. Los ejes izquierda-derecha, Estado-mercado, liberal-conservador, etc., se han ido mezclando y ya no son coherentes en el electorado. Puedes ser liberal en el plano sexual y conservador en lo económico (…). No hay espacio para un bloque que se autodenomine de centro. Lo que puede existir en Chile es una derecha, una izquierda y una izquierda más moderada, como pasa con Unidad Constituyente”, puntualizó.

Los expertos coinciden en que ha existido una desconexión de los partidos, la falta de comprensión de que no es la misma realidad de los 60, 70, 80 ni 90, que les ha imposibilitado leer lo que busca la ciudadanía y, con ello, ofrecer un proyecto convocante a ese espacio que se autodenomina como centro, llevándolos a arrinconarse en sus trincheras.

En esta línea, el analista político Andrés Cabrera manifestó que “el principal problema de los partidos es la tendencia a la momificación e incapacidad de transformarse cuando se van transformando las circunstancias históricas, y eso pasa con partidos como la Democracia Cristiana, que fueron fundamentales para el proceso transicional”. A su juicio, movimientos políticos más nuevos, como el Frente Amplio y la Lista del Pueblo, tienen mayor capacidad de crecer políticamente y eso les permitió tener un mejor resultado en la elección pasada.

De hecho, a pesar de que la Lista del Pueblo es posicionada a la izquierda, hay activos que para especialistas permitieron convocar a quienes no se sitúan necesariamente en ese sector. La Lista del Pueblo definió entre sus mínimos comunes la crítica a la derecha, la negativa a perpetuar el actual sistema, el rechazo a los partidos políticos, fin del sistema de AFP, fin de la explotación medioambiental y una negativa al TPP-11, los que no son activos excluyentemente de la izquierda, sino que de una ciudadanía más heterogénea que salió a manifestarse desde el 18 de octubre de 2019, y el trabajo territorial que hizo la Lista del Pueblo es lo que le permitió obtener buenos resultados, a pesar de la desigualdad frente a partidos tradicionales, con más recursos.

Claro ejemplo de esa capacidad es lo que plasmó la constituyente Adriana Ampuero –del distrito 26 y representante de la Lista del Pueblo–, en Radio Pauta, donde subrayó que los pisos comunes de esa instancia son mayoritariamente trasversales al país, porque gran parte de la ciudadanía está pidiendo profundización de derechos sociales, entre otros puntos. «Pertenezco a una generación que está aburrida de esta polarización entre izquierda y derecha que nos ha llevado a un show permanente en la política», recalcó, agregando que existe una disposición a dialogar y «que la Convención sea la casa de todas y todos».

Pamela Figueroa, politóloga y académica de la Usach, complementó que “cuando la sociedad cambia, cambian también los clivajes, los ejes. La definición de izquierda, centro y derecha también tiene contenidos asociados y una tensión entre la élite y la ciudadanía que es transversal a la izquierda, centro y derecha. La ciudadanía avanzó a una agenda nueva y eso genera nuevos clivajes, como el rol del Estado, derechos sociales, etc. Los partidos en el futuro se deben ordenar en esos ejes. Necesitan actualizarse a nuevas formas de hacer política y a mayor democracia interna».

Esto último, porque en los mismos partidos políticos han reconocido que a veces hay posturas disonantes entre lo que plantean las directivas y lo que postulan las bases de la colectividad, que son del mismo espacio, pero con una forma diferente de abordar los temas.

Ante la orfandad del centro, son varios quienes intentan mover sus posiciones para convocarlo, al menos en lo presidencial. Uno es el candidato independiente y exministro del actual Gobierno, Sebastián Sichel, quien en La Tercera dijo que el centro se ha desvanecido “porque se ha ubicado en una posición geográfica que es como pusilánime, que no es defender posiciones, es defender intermediación”.

¿Quién capitaliza al votante de centro?

El analista Marco Moreno sostuvo que hasta ahora ningún partido puede convocar a ese sector. “Tienen miedo del cuestionamiento que se pueda hacer tanto de la derecha como de la izquierda, al moverse hacia el centro. Lavín, cuando intentó hacerlo, tuvo un fuerte cuestionamiento de su sector, que ha levantado la idea de atrincherarse en la identidad de derecha. En la izquierda, la socialdemocracia está siendo objeto de una impugnación de la otra izquierda. Si un partido buscara identificarse con este electorado de centro y estar dispuesto a pagar el costo, podría tener un especial éxito”, sostuvo.

En la Democracia Cristiana algunos admitieron que existe ese temor de repetir el camino propio y la travesía por el desierto que hicieron en la pasada presidencial con Carolina Goic, y que en el actual momento no están en condiciones de liderar solos una capitalización del centro, pues hay todavía un proceso en curso de análisis poselecciones y de resolver lo presidencial.

Sin embargo, sectores creen que hay una oportunidad de convocar al electorado reformista moderado con el resto de Unidad Constituyente. Otros en la falange piensan que si la presidenta del Senado, Yasna Provoste, se instala como su nueva candidata, puede lograr representar a ese grupo de ciudadanos y también a sectores de la izquierda. Parte de eso comparte el expresidente del partido, Ignacio Walker, quien recalca que nadie por sí solo puede hacerlo. “El centro está huérfano de representación política, y la élite política está mucho más polarizada que la base”, agregó.

Sin embargo, en el oficialismo algunos apostaron a que pueden también disputar ese espacio, con un tono moderado, de cambios, con acuerdos y consensos. Y es parte de lo que planteó el diputado de RN Camilo Morán, quien afirmó que “hay herramientas” y que “en la centroderecha se vienen demostrando distintas sensibilidades. Hay una derecha que es social. Que tiene una sensibilidad distinta, que cree en la solidaridad y en la economía social de mercado de verdad. Hay una disposición de esta derecha que está convencida en hacer cambios, pero con plena responsabilidad, sin panfletear y prometer lo imposible como la hacen grupos de izquierda”.

La incertidumbre de cómo se van a rearticular las fuerzas políticas afecta en gran medida a la oposición, donde no han logrado alinearse durante los últimos años, y en especial tras la irrupción de una tercera fuerza política que fue en su momento el Frente Amplio. En ese conglomerado también existen diferencias y hay quienes ven en Revolución Democrática un espacio más moderado dentro de esa izquierda.

Al interior de RD algunos admiten que el partido tiene la facultad de convocar mayorías, a diferencia de otros sectores de izquierda. Por ejemplo, el senador Juan Ignacio Latorre planteó que se quiere jugar un rol en esa línea, al igual que el Frente Amplio, pero con un sello que los distinguiría de los demás partidos. “Somos claramente un partido de izquierda y no de centro, pero de una izquierda que quiere hablarles a las mayorías, que no se conforma con hablarles a los convencidos ni a un nicho identitario testimonial”, sostuvo, agregando que la prioridad de los frenteamplistas es mantener los lazos con el mundo social, con los movimientos sociales y territoriales.

En lo que sí hay un acuerdo completo, es que en el actual escenario se torna complicado dar certezas acerca de lo que va a ocurrir o quién logrará hacerse cargo de ese espacio, mejorando la conexión con la realidad del país y sus bases. Igualmente, las miradas están puestas en las elecciones parlamentarias y presidenciales, donde podría continuar con mayor ritmo un proceso de reconfiguración política, ya sea con nuevos partidos o con nuevas alianzas políticas, y que podrían tener un inicio más claro en una segunda vuelta presidencial.

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