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La noche más oscura de la derecha y el debate en torno al voto obligatorio Opinión

La noche más oscura de la derecha y el debate en torno al voto obligatorio

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Desde hoy se inicia la carrera presidencial. Si las elecciones fueran hoy, es probable que la derecha no estuviera en la papeleta de la segunda vuelta. El sector tiene pocos meses para revisar el porqué de la lejanía y la falta de conexión actuales con la ciudadanía, tanto en el plano cultural como con las demandas expresadas desde el 18/0 en adelante, y, por supuesto, deberá buscar la forma de alejarse lo más posible de un Gobierno que a estas alturas solo resta.


Partamos por el hecho de que nuestros parlamentarios y el Gobierno cada día nos dan más muestras de vivir en otra galaxia, una especie de dimensión desconocida. La paupérrima participación registrada ayer domingo –menos del 20%, por lejos la más baja de todas las elecciones realizadas hasta ahora– era completamente previsible. La segunda vuelta con voto voluntario demostró que era completamente innecesaria.

Si el problema es el sistema electoral actual, pues, ¡cambien entonces el sistema, señoras y señores parlamentarios!, porque la legitimidad con un 80% de abstención deja muchas dudas. Pero si hay alguien que tiene una gran responsabilidad en la baja participación, es el Gobierno. ¿Cómo es posible que recién hayan decretado cuarentena a horas de los comicios, cuando era un hecho que veníamos con cifras muy malas durante las últimas tres semanas? Se pudo contener el brote antes y evitar dar una señal comunicacional tan equívoca, como iniciar un confinamiento masivo 24 horas antes de que la gente concurriera a votar. El doble mensaje era evidente.

Las elecciones realizadas en 13 de las 16 regiones del país –tres se habían resuelto en primera vuelta– dejaron en evidencia la derrota aplastante que tuvo la derecha los días 15 y 16 de mayo, la que se agudizó a nivel de esta nueva figura que reemplazará a los antiguos intendentes. El oficialismo apenas obtuvo un gobernador. De seguro, en Chile Vamos deben estar responsabilizando a Piñera de esta verdadera humillación. Por su parte, la ex Nueva Mayoría alcanzó un triunfo significativo –10 gobernadores–, que le puede dar un nuevo aire para la carrera presidencial que entra en la recta final, sin embargo, el respaldo que obtuvieron de la derecha deja una cuota de dudas respecto del peso real de sus figuras electas.

El caso de Orrego es emblemático. Su legítimo pero apretado triunfo, se vio fuertemente reforzado por los apoyos de los presidenciables de Chile Vamos en los días previos y gracias a las comunas del sector oriente, las que marcaron la diferencia para derrotar a Karina Oliva.

También quedó claro que estos(as) primeros(as) gobernadores(as) que tendrá el país no reflejarán para nada el peso real entre hombres y mujeres en la sociedad. Recordemos que la Convención Constitucional tiene paridad de género y también que se ha avanzado mucho en tal sentido a nivel parlamentario. Sin embargo, las tres mujeres elegidas como gobernadoras –que encabezarán las regiones de Coquimbo, Aysén y Maule– representarán una minoría de apenas el 18% en relación con sus pares hombres. De seguro, desde hoy saldrá un grupo de dirigentes(as) a señalar que se debe corregir este error, sin embargo, hace solo unos meses ellos mismos validaron esta fórmula. Lo mismo ocurrirá con el voto voluntario. Les aseguro que las mismas voces que hace nueve años pregonaban contra el sufragio obligatorio, iniciarán una cruzada por volver cuanto antes al voto obligatorio.

Pese al triunfo de la ex Concertación –10 de 16 gobernadores(as)–, en el Frente Amplio-PC deben haber quedado tranquilos por los resultados generales, incluyendo la categórica victoria de José Miguel Carvajal en Tarapacá, representando a Comunes. Sin embargo, la derrota de Karina Oliva debería hacer reflexionar a sus dirigentes, y en especial a Gabriel Boric, ya que el portazo al PS y el “respaldo” de la «Abuela» trajeron consecuencias concretas. Me imagino que habrán entendido que, en una segunda vuelta presidencial, los apoyos cruzados pueden marcar la diferencia.

Por otra parte, en la ex Nueva Mayoría, el PS y la DC se repartieron casi en partes iguales los cupos. Además, las elecciones de ayer marcaron el entierro del PPD. Eugenio Tuma –uno de sus dos competidores– perdió rotundamente en La Araucanía, pese a que en primera vuelta había obtenido la primera mayoría. El exdiputado y exsenador no fue capaz de conseguir el respaldo del resto de la oposición, pese al oxígeno que trataron de darle Paula Narváez y Yasna Provoste, que acompañaron a Tuma en su campaña. Provoste tampoco puede sacar cuentas alegres. Aunque algunos de los candidatos que la apoyaron resultaron electos –como Rodrigo Díaz en Biobío–, la derrota de Carlos Pezo en Atacama, la región de la que es parlamentaria, constituye una señal de alarma para la presidenciable.

Desde hoy se inicia la carrera presidencial. Si las elecciones fueran hoy, es probable que la derecha no estuviera en la papeleta de la segunda vuelta. El sector tiene pocos meses para revisar el porqué de la lejanía y la falta de conexión actuales con la ciudadanía, tanto en el plano cultural como con las demandas expresadas desde el 18/0 en adelante, y, por supuesto, deberá buscar la forma de alejarse lo más posible de un Gobierno que a estas alturas solo resta.

Esta semana veremos el primer debate en Chile Vamos, y le advierto que a lo mejor pensará que se ha equivocado de canal: la competencia será por quién se aleja más de la derecha. Y en la oposición, supongo habrán entendido que, para ganar, se necesita llegar a acuerdos, porque Jadue no saca nada con pedir estatutos de garantía si aún no ha ganado las elecciones y cuando no es descartable que el duelo Oliva-Orrego se repita, esta vez, entre el alcalde y la senadora Yasna Provoste. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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