Publicidad
La madurez de la Convención Constitucional Opinión

La madurez de la Convención Constitucional

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
Ver Más

Y aunque el panorama es mucho más auspicioso, la Convención debería sacar los aprendizajes del affaire en que eligió a su directiva, para conseguir más respaldo ciudadano al proceso –que va mucho más avanzado de lo que la gente cree–. Por supuesto que es preferible que los convencionales voten cruzado, que apoyen a uno y luego se den una voltereta y le quiten el respaldo –solo unos minutos después–, a que usen la cocinería política. También resulta preferible que fueran los propios integrantes del Colectivo Socialista los que bajaran sus aspiraciones de convertir a Ramona Reyes en presidenta, ante la sola duda de sus antecedentes previos. Esas son buenas señales para el país.


Lo cierto es que las nueve votaciones con que se resolvió la presidencia de la Convención Constitucional (CC), lograron generar un ambiente de inquietud en un sector de la opinión pública, que no tuvo un correlato interno. Más allá de las caras de agotamiento, de las conversaciones de pasillo y el auge y ocaso de todos(as) los candidatos(as) que hasta el día anterior figuraban como “posibles”, los convencionales parecieron vivir esos dos días con bastante más cordura y buen espíritu democrático que los titulares –algunos muy malintencionados– con que algunos medios tradicionales quisieron proyectar a un organismo caótico y confundido. 

Pero, más allá de las tediosas votaciones, la verdad es que el mecanismo –estilo cónclave Vaticano– de elección terminó forzando un consenso en que los partidos políticos convencionales quedaron bastante descolocados. No les sirvieron de nada los intentos por conducir un acuerdo político clásico, esos de “yo te doy esto, pero tú me entregas aquello”. De hecho, las descoordinaciones entre el Frente Amplio (FA) y el Partido Comunista (PC) derivaron en un conflicto al más clásico estilo de la política de los últimos 30 años. Por amarrar un acuerdo que cubriera los dos cargos más importantes –presidenta(e) y primer(a) vicepresidente(a)–, terminaron perdiéndolos ambos. Una derrota categórica de la política tradicional, de las viejas prácticas.

Es evidente que para quienes serán el “oficialismo” en dos meses más, lo ocurrido es una señal de alerta. El Frente Amplio intentó una jugada fallida, dejando en evidencia la falta de habilidad política de sus principales líderes en el organismo, encabezados por Fernando Atria y Beatriz Sánchez. Espero que el Presidente electo, Gabriel Boric, haya tomado nota, porque, en la práctica, hubo un quiebre en Apruebo Dignidad. Hugo Gutiérrez (PC) señaló que el FA los había “ninguneado”, mientras Constanza Schödenbaut le hacía ver la tozudez y los intentos de exclusión del Partido Comunista.

¿Dónde estuvo el error de Apruebo Dignidad, pero también de otros partidos? En que parecieron olvidar la composición y origen de la CC y aplicaron una fórmula que tiene más sentido para el Congreso. Esa misma manera de actuar –al estilo de la “cocinería” de Zaldívar– fue matando la figura de cada una de sus cartas, aunque también arrastró a otros(as) candidatos(as) de lujo, como Cristina Dorador –una científica de Antofagasta con mucho carisma– o el mismo Benito Baranda. 

Pero creo que la Convención Constitucional salió fortalecida, pese a que, sin duda, las cosas pudieron hacerse y comunicarse mejor. Tanto María Elisa Quinteros como Gaspar Domínguez representan mucho el espíritu ciudadano original con que fueron elegidos sus 155 integrantes. La odontóloga integra un colectivo de 11 constituyentes que provienen de organizaciones sociales. El médico ha luchado por la diversidad sexual y fue electo por Independientes No Neutrales (INN), un grupo que había perdido protagonismo y que tiene en la heterogeneidad de sus integrantes su principal atributo. Ambos son sub-40, lo que ayuda no solo al anhelado recambio generacional en nuestra agotada política, sino que, además, permitirá legitimar la instancia en el target que fue decisivo para elegir a Boric.

Lo anterior, luego de un periodo difícil, en que la Convención Constitucional perdió fuerza al desplegar un relato refundacional que fue utilizado y capitalizado por una derecha que logró mezclar peras con manzanas en las elecciones parlamentarias. Sin embargo, el cambio de directiva de la semana pasada permitió también hacer un giro de dirección. La directiva de Loncon/Bassa pagó el costo de la instalación de un proceso inédito y desconocido, pero logró soportar el fuego de los grupos que no toleran la idea de que la Carta Fundamental refleje el Chile de estos tiempos. Quinteros y Domínguez toman la conducción de una CC mucho más madura y que entra en tierra derecha con un grado de legitimidad que debería ir en ascenso, a lo que se suma una visión fresca y generacional de dos líderes que no están contaminados con los partidos y “políticos” tradicionales

Y aunque el panorama es mucho más auspicioso, la Convención debería sacar los aprendizajes del affaire en que eligió a su directiva, para conseguir más respaldo ciudadano al proceso –que va mucho más avanzado de lo que la gente cree–. Por supuesto que es preferible que los convencionales voten cruzado, que apoyen a uno y luego se den una voltereta y le quiten el respaldo –solo unos minutos después–, a que usen la cocinería política. También resulta preferible que fueran los propios integrantes del Colectivo Socialista los que bajaran sus aspiraciones de convertir a Ramona Reyes en presidenta, ante la sola duda de sus antecedentes previos. Esas son buenas señales para el país.

Más allá de los costos que dejaron en los partidos y colectivos las volteretas y cruces –en la derecha sacó chispas que Luciano Silva (RN) votara por Eric Chinga y María Elisa Quinteros–, lo cierto es que los movimientos internos respondieron a una lógica de negociación en que el mundo independiente y representativo de la sociedad civil tuvo mucho más peso. Y eso es una buena señal para esta etapa decisiva que inicia la nueva directiva, principalmente por la lectura positiva que puede hacer la ciudadanía. Esto, sumado al respaldo que la instancia tendrá de parte del Ejecutivo a partir de marzo. Pero la dupla Quinteros-Domínguez tendrá que poner mucho foco en la forma de comunicar los avances de esta fase y, así, sintonizar mejor con las expectativas y necesidades de la gente, y por supuesto, aumentar la legitimidad de este importante proceso para Chile de cara al plebiscito de salida.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias