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Bachelet & Boric, íntimamente ligados Opinión Crédito: Agencia UNO

Bachelet & Boric, íntimamente ligados

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Las señales de la alianza Boric-Bachelet son evidentes. Aunque el balance es más positivo para Boric –porque el respaldo se consolida en el momento en que el Presidente requiere afirmar un Gobierno que partió con más turbulencias de las pensadas–, ambos ganan con esta sociedad. Quedan pocos meses (agosto) para que Bachelet terminé su período en la ONU y este espacio le permite a ella –independientemente de su paso siguiente– consolidar su liderazgo político y, por qué no, facilitar un ingreso más formal de la ex Concertación al Gobierno. Pero, especialmente, la dupla Boric-Bachelet puede ser fundamental para la segunda fase del proceso constitucional, incluso ante la eventualidad del triunfo del Rechazo. Mal que mal, desde la derecha, en su estrategia desesperada por convencer a la ciudadanía de que ahora están dispuestos a cambiar la Constitución “sí o sí” –como declaró un muy poco creíble Schalper el fin de semana–, han intentado rescatar el proyecto de Bachelet –que criticaron y despreciaron en su momento–, argumentando que es una buena alternativa al texto que saldrá de la CC.


Supongamos que todos los presidentes, desde el retorno a la democracia, fueran el elenco de una compañía de teatro. Aylwin sería el abuelo sabio pero severo; Lagos representaría al papá exigente; Frei, al tío simpático y distraído; Piñera al padre calculador y poco cariñoso. Bachelet actuaría de mamá comprensiva y apoyadora; y Boric sería el hijo –millenialls por cierto– rupturista y carismático. En el primer acto de la obra, vemos a la madre que decide que es el momento de regresar para apoyar al hijo bonachón y empático que vive un momento difícil. Para ello, deberá dejar atrás las duras críticas y los reproches recibidos –“ya verás cuando tú seas adulto y padre”, le decía ella, “ahí me vas a entender”–.

Es interesante lo que le ha pasado a Gabriel Boric con dos de las figuras emblemáticas de la ex Concertación-Nueva Mayoría, a quienes responsabilizó, en su momento, de contribuir a que se mantuviera el statu quo impuesto por la derecha y que no se produjeran los cambios que el país necesitaba, durante treinta largos años. Pese a las ácidas críticas de Boric a los conglomerados de centroizquierda –desde que irrumpió como dirigente de la Fech, en 2011, hasta la primera vuelta de 2021–, tanto Lagos como Bachelet se jugaron por el candidato de Apruebo Dignidad en el balotaje. De distinta forma, pero jugados al fin.

Lagos –quizás quien más dardos había recibido del Frente Amplio y el propio Boric– fue el primer político del mundo de la centroizquierda en salir a decir que iba a votar por el joven candidato en el balotaje. Fue un acto único –no se le vio más durante la campaña–, pero suficiente. Tampoco se le podía pedir más. Bachelet, en cambio, dio un paso más allá. Además de entregarle su apoyo, hizo gestos públicos y puso a su Fundación a disposición de la campaña. Vino a votar a Chile y se reunió con el entonces candidato en los días previos a la elección. “No da lo mismo por qué candidato se vota, por eso voy a votar por Gabriel Boric”, dijo, sin importarle las críticas que llegarían desde la derecha por el cargo que sustenta. “El apoyo de la ex Presidenta Bachelet es un gran honor en momentos claves de nuestra historia”, respondió el candidato. Fue un acto clave para convencer a algunos reacios de la ex Nueva Mayoría y, por supuesto, para los ciudadanos que siguen viendo a Bachelet como un referente.

Pero no se quedó ahí. Una vez electo Boric, Bachelet siguió entregando mensajes, disponiendo a su grupo más cercano y a su Fundación de manera clara y oportuna: el mundo del progresismo se cuadraría con el futuro Gobierno. Los gestos fueron suficientes. Durante el verano, se concretó la llegada de los primeros colaboradores de Bachelet al entorno del Mandatario electo, pese a la molestia de varios dirigentes del Frente Amplio y el PC. Al gabinete se integraron cinco bacheletistas declarados, como Mario Marcel, Antonia Urrejola, Carlos Montes, Jannette Jara –fue subsecretaria de Bachelet– y Maisa Rojas, quien fue representante de la otrora Presidenta en la Comisión Asesora Presidencial Permanente de Cambio Climático.

Pero Bachelet pasó a tener también un rol clave en uno de los procesos más trascendentes que marcarán la historia del Gobierno de Gabriel Boric, y por supuesto del país, incluso independientemente del resultado. La ex Mandataria se jugó explícitamente por apoyar la opción Apruebo para el plebiscito de salida. “Espero que se apruebe, creo que debería aprobarse… está ofreciendo un nuevo contrato social basado en un bonito proceso nacional legal”, afirmó. El hecho causó revuelo en el mundo político oficialista y también de la oposición, quienes, sabiendo el peso de Bachelet, criticaron duramente su “intervención”. Pero el verdadero movimiento de ajedrez de la funcionaria internacional se vería coronado unos días después, cuando La Moneda dio el golpe a la cátedra nominando a su exjefa de gabinete, Ana Lya Uriarte, en Interior, una señal sin doble interpretación.

Además, Pedro Güell –su exjefe del Segundo Piso– ha pasado a asesorar directamente al Presidente Boric, y hace poco asumió como directora de la Academia Diplomática, Carmen Domínguez, la –hasta ese momento– jefa de gabinete de Bachelet en Ginebra.

Las señales de la alianza Boric-Bachelet son evidentes. Aunque el balance es más positivo para Boric –porque el respaldo se consolida en el momento en que el Presidente requiere afirmar un Gobierno que partió con más turbulencias de las pensadas–, ambos ganan con esta sociedad. Quedan pocos meses (agosto) para que Bachelet terminé su período en la ONU y este espacio le permite a ella –independientemente de su paso siguiente– consolidar su liderazgo político y, por qué no, facilitar un ingreso más formal de la ex Concertación al Gobierno. Pero, especialmente, la dupla Boric-Bachelet puede ser fundamental para la segunda fase del proceso constitucional, incluso ante la eventualidad del triunfo del Rechazo. Mal que mal, desde la derecha, en su estrategia desesperada por convencer a la ciudadanía de que ahora están dispuestos a cambiar la Constitución “sí o sí” –como declaró un muy poco creíble Schalper el fin de semana–, han intentado rescatar el proyecto de Bachelet –que criticaron y despreciaron en su momento–, argumentando que es una buena alternativa al texto que saldrá de la CC.

Volvamos a la obra de teatro. La madre –Bachelet– vuelve al país para apoyar al hijo en problemas. Ya olvidó las críticas, no hay rencor. Sabe que tiene capital político y puede sumar respaldo emocional para el momento difícil que vive el hijo –ella terminó con 40% de apoyo su segundo mandato–. Ambos son carismáticos, creíbles y conectan bien con la gente. La madre entiende también que su hijo –Boric– necesita ayuda. Ella tiene la experiencia, el peso de los años y eso puede combinar bien con la juventud impetuosa que llegó al poder con más ganas que destrezas políticas. Se potencian y necesitan mutuamente, porque el hijo no puede seguir siendo Presidente, Jefe de Estado, ministro de Interior y, además, liderar la coalición de gobierno. Fin del primer acto.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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