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Lo que dejó la Cuenta Pública: más dudas, pocas certezas Opinión

Lo que dejó la Cuenta Pública: más dudas, pocas certezas

Joaquín Aguirre,
Por : Joaquín Aguirre, Economista, gerente de estudios de Sartor Finance Group desde febrero de 2021.
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La inversión privada está con freno de mano, lo que se ha retratado en la baja confianza empresarial y en las encuestas de percepciones de negocios del Banco Central, que hoy señala que más de la mitad de las empresas que tenían planes para invertir durante el presente año, han decidido no hacerlo. Entonces, y usando conceptos keynesianos, ¿cómo despertar los espíritus animales de las pymes si vamos a limitar las horas de trabajo y subir los impuestos? ¿Va a ser el aumento del producto potencial el que se va a hacer cargo de esos problemas de manera inmediata? Esto se parece a quitarle la anestesia a un paciente justo cuando el dolor es más agudo.


No se le puede exigir mucho a una Cuenta Pública. Solo hay unos pocos minutos (aunque en algunas ocasiones se hagan eternos) para recordar el plan de gobierno, hacer un par de anuncios novedosos y se acabó. Así, estas instancias carecen de sorpresas e impactos relevantes, pues el programa ya está delineado y en gran parte informado a la población.

Sin embargo, hay elementos interesantes que se pueden extraer del discurso del Presidente Gabriel Boric. 

En primer lugar, hay un relato conciliador. Con una retórica muy bien trabajada, el Mandatario destaca la necesidad de reducir la incertidumbre y generar buenas condiciones financieras y de inversión e, inmediatamente, señala que “un país que está fracturado no puede crecer”, haciendo hincapié en un pacto tributario que reduzca la desigualdad. En este punto, es muy relevante abordar la fractura social, pues fue ese, precisamente, el problema que gatilló la violencia que dio origen a un nuevo marco constitucional que se avizora con una cuota de peligro considerable para nuestro desarrollo económico.

En segundo lugar, hay una propuesta que puede sonar un poco fantasiosa y que tiene que ver con el crecimiento del producto potencial a un 4%, con un fuerte incremento en la productividad. El diablo está en los detalles, pues aumentar la productividad y casi duplicar nuestra potencialidad no ocurre de la noche a la mañana, sobre todo con el viento en contra que acarrea el escenario estanflacionario, la incertidumbre constitucional, el aumento del precio de los insumos, la reforma tributaria, y la permanente amenaza de algún atentado adicional a los activos previsionales. 

Es en este punto donde se percibe un desafío y, para los más escépticos, una contradicción. La inversión privada está con freno de mano, lo que se ha retratado en la baja confianza empresarial y en las encuestas de percepciones de negocios del Banco Central, que hoy señala que más de la mitad de las empresas que tenían planes para invertir durante el presente año, han decidido no hacerlo. Entonces, y usando conceptos keynesianos, ¿cómo despertar los espíritus animales de las pymes si vamos a limitar las horas de trabajo y subir los impuestos? ¿Va a ser el aumento del producto potencial el que se va a hacer cargo de esos problemas de manera inmediata? Esto se parece a quitarle la anestesia a un paciente justo cuando el dolor es más agudo.

No podemos dejar de abordar al gran elefante en la habitación, que tiene que ver con la incertidumbre económica asociada a la Carta Fundamental. ¿Vamos a expropiar a precio justo?, ¿vamos a imponer un desequilibrio sindical en la relación del trabajo y las empresas?, ¿vamos a tener una cámara regional con unidades territoriales que van a hacer más burocráticas las iniciativas?, por mencionar unas pocas. Por muy linda que suene la Cuenta Pública, la última palabra hoy día la tiene la Constitución.

Con todo, fue una Cuenta Pública que relata de manera coherente nuestras necesidades pospandémicas en términos de empleo e impulso económico, pero, para hacer frente a los desafíos delineados, la gradualidad de las medidas será clave.  

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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