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Educación Técnico Profesional: una alternativa de estudios de excelencia que sigue pendiente Opinión

Educación Técnico Profesional: una alternativa de estudios de excelencia que sigue pendiente

Jorge Ibáñez y Gabriela Campos
Por : Jorge Ibáñez y Gabriela Campos Subdirector de Política Educativa; analista de Incidencia Pública de Fundación Educación 2020, respectivamente.
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No podemos negar los esfuerzos y avances realizados los últimos años, sin embargo, el rol de la ETP sigue siendo secundario en relación con la educación científico-humanista a nivel secundario y a la educación profesional en el nivel superior, considerando los múltiples desafíos pendientes que presenta. Es urgente para el desarrollo humano y económico de Chile avanzar decididamente en las materias planteadas, a través de políticas de Estado que trasciendan los distintos gobiernos y el involucramiento articulado del sector privado, para que así la ETP sea una alternativa de estudios de excelencia, de alto valor social y que responda a los retos de la modernización del mundo del trabajo.


Durante el mes de agosto se celebró el día de la Educación Técnico Profesional (ETP), modalidad educativa de gran importancia para los y las estudiantes del país. A 80 años de la creación de la Dirección General de Enseñanza Profesional, cabe preguntarse: ¿qué rol le otorgamos a la ETP en la formación de las nuevas generaciones y en el desarrollo social y económico del país?

En los últimos años, y en el marco de la Estrategia Nacional de Formación Técnico Profesional, se ha avanzado en una agenda de modernización importante con la creación de nuevos Centros de Formación Técnica, la implementación de un sistema de acceso centralizado a la educación superior técnica, la puesta en marcha del Marco de Cualificaciones Técnico Profesional (MCTP) y el avance en su poblamiento sectorial, la incorporación de indicadores de evaluación de desempeño específicos para liceos TP y otras medidas de articulación territorial con el sector empresarial.

A pesar de lo anterior, la ETP sigue enfrentando grandes desafíos para convertirse en una vía de inclusión y movilidad social, que brinde oportunidades de desarrollo para todos y todas, sobre todo en contextos de alta desigualdad como ocurre en Chile. Recordemos que esta modalidad representa, nada menos, que el 37% de la matrícula de 3º y 4º medios, un poco más de 160.000 estudiantes (Mineduc, 2022) y cerca del 58% de la matrícula de primer año en educación superior (Servicio de Información de Educación Superior, SIES, 2022). Además, la gran mayoría de estudiantes que eligen esta modalidad provienen de familias de menores ingresos del país. En este sentido, es fundamental y urgente asegurar el desarrollo de trayectorias formativo-laborales significativas, a través de políticas que articulen los distintos niveles y modalidades formativas con el mundo del trabajo, pertinentes a cada territorio.

Para esto es necesario, primero, contar con un modelo de gobernanza interministerial y sectorial que coordine la articulación de los componentes del sistema TP (educación, capacitación y certificación), los ministerios implicados (educación, trabajo, mujer y equidad de género y economía) y los sectores productivos, garantizando el efectivo involucramiento y compromiso de estos últimos para la definición y actualización permanente de contenidos y en la formación de competencias específicas y transversales.

En segundo lugar, contar con una política de articulación del sistema de ETP entre sus distintos niveles educativos e instancias formativas con el mundo del trabajo, a través del poblamiento completo e implementación del marco nacional de cualificaciones vinculante al sistema TP y que establezca un mecanismo de evaluación de cualificaciones uniforme, permitiendo el reconocimiento de aprendizajes previos. Esto favorecerá el tránsito fluido entre la EMTP, la ESTP, cursos de capacitación y el mundo laboral, permitiendo el necesario reconocimiento y valoración de estudiantes y trabajadores(as) que recorren distintos caminos formativo-laborales a lo largo de sus vidas, pertinentes a sus realidades, deseos personales y oportunidades.

Por último, es fundamental que los y las estudiantes de la ETP desarrollen habilidades para el siglo XXI, competencias necesarias para desempeñarse en un contexto laboral flexible y cambiante. El mundo actual requiere personas que se desenvuelvan en la diversidad, contribuyendo no solo en el desarrollo económico del país, sino también en la construcción de una sociedad más democrática, justa, humana y colaborativa.

No podemos negar los esfuerzos y avances realizados los últimos años, sin embargo –respondiendo a la pregunta inicial–, el rol de la ETP sigue siendo secundario en relación con la educación científico-humanista a nivel secundario y a la educación profesional en el nivel superior, considerando los múltiples desafíos pendientes que presenta. Es urgente para el desarrollo humano y económico de Chile avanzar decididamente en las materias planteadas, a través de políticas de Estado que trasciendan los distintos gobiernos y el involucramiento articulado del sector privado, para que así la ETP sea una alternativa de estudios de excelencia, de alto valor social y que responda a los retos de la modernización del mundo del trabajo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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