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El experimento nos estalló en la cara Chile 0 – Irán 2

El experimento nos estalló en la cara

Andrés Alburquerque
Por : Andrés Alburquerque Periodista El Mostrador Deportes
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¿Cuál era la idea de Jorge Sampaoli? ¿Imponerse con suplentes a un equipo fuerte y disciplinado que venía de hacer una buena presentación en el Mundial de Brasil? ¿Probar a ultranza a jugadores ya vistos? ¿O solamente hacer un ensayo, un experimento extraño y difuso que tenía como consecuencia lógica hacer un papelón?


Quizás ni el mismo técnico argentino de la Roja lo tenga muy claro, y se diluya en respuestas imprecisas, tratando de explicar lo inexplicable.

No, no buscamos resultados a como dé lugar ni pretendemos que Chile le pase por encima a cuanto rival se ponga por delante. Pero resulta bastante más consecuente que los amistosos internacionales se enfrenten con la mayor seriedad, sin mirar en menos a ningún adversario y, sobre todo, buscando un padrón de juego que permita llegar a la Copa América con un once definido, reconocido y, en la medida de lo posible, estelar.

Cuando un equipo necesita incorporar variantes y tener en la banca jugadores que apuren a los que suelen vestir la camiseta titular, no puede hacerlo dejando afuera a la mitad de la escuadra. Hay que probar con dos, hasta tres. Hacerlo de otra forma es una falta de respeto.

Para los titulares, para los suplentes, para el rival y para el público. Esos cientos de chilenos que debieron hacer en muchos casos grandes sacrificios para viajar desde cualquier punto de Europa para llegar a la fría Sankt Pölten y tenían la ilusión de ver la mejor versión de la Roja.

Debieron conformarse con una imagen pálida y desdibujada de su selección, que apenas en los 30 minutos finales presentó a sus estrellas. Cuando ya era demasiado tarde.
Tampoco se entiende este tipo de experimentación cuando los seleccionadores se quejan permanentemente de que tienen tan pocas opciones de entrenar con los seleccionados. ¿Para qué tenerlos a todos si se entra a la cancha con una formación tan desvanecida? ¿O con jugadores fuera de puesto, como Erick Pulgar, transformado por arte y magia del entrenador en un “nueve y medio” al estilo argentino? El volante defensivo (o zaguero, si prefiere) ni participó en la destrucción ni en la creación. Insólito.

Irán apostó al orden que ya había mostrado en el Mundial, con salidas rápidas en contraataque que siempre descompensaron a la defensa Roja. Antes de la apertura de la cuenta, los “persas” ya se habían aproximado con peligro varias veces al arco de Bravo, especialmente recargados por el sector que debían cubrir Fuenzalida y Roco.
Y el gol llegó de la manera más dolorosa: un tiro de esquina (que, además, no correspondía) que cayó en mitad del área chica y que conectó con un puntazo bajo Nekounam libre de marcas, porque Millar lo dejó escabullirse sin oponer mayor resistencia.

Los iraníes celebraron alborozados, quizás porque para ellos ganarle a Chile era más importante que para Chile ganarle a ellos. Al menos ese era el mensaje que Sampaoli había enviado al campo antes del partido.

Pese a todas sus imperfecciones y gracias al tándem construido con esfuerzo por Fernández y González, Chile se creó dos buenas ocasiones para empatar sobre el final de la etapa. Primero en los pies de Orellana, quien desvió de zurda tras un buen centro del puntero izquierdo (38’), y luego por el mismo González, quien cabeceó a las manos del arquero un centro de Orellana (43’).

Sampaoli mandó a la cancha a Alexis Sánchez y a Charles Aránguiz en el inicio de la segunda parte para intentar llegar al arco rival, pero pronto un rápido contraataque hizo que la cuesta se empinara todavía más para Chile. Se escapó Ghoochannejhad por la derecha y alargó hacia el centro para la entrada libre de Amiri, quien batió a Bravo con un toque preciso (50’).

Chile trató de revertir su suerte y tuvo varias ocasiones (derechazo desviado de Fernández, toque desmedido de Fuenzalida, tiro libre del mismo Fernández) y desniveló la cancha con los ingresos tardíos de Isla, Medel, Pizarro y Gutiérrez.

No llegó a finiquitar Alexis (77’, 79’ y 81’), y ya el partido se diluyó en una tenencia infructuosa y carente de sorpresa.

Respondió bien Juan Cornejo como lateral izquierdo, Fernández hizo un partido correcto, González al menos empujó y centró con intención, mientras quedaron al debe varios: Roco, Fuenzalida, Millar, Pulgar, Orellana y Vargas.

Ahora viene un rival distinto y con galones: Brasil. Y esta vez Sampaoli ya habrá aprendido que las improvisaciones no resultan y que los experimentos suelen explotar en las manos.

PORMENORES
Estadio: NV Arena de Sankt Pölten, Austria.
Público: 4.000 espectadores, aproximadamente.
Árbitro: Manuel Schüttengruber (Austria).

Chile (0): Claudio Bravo; José Pedro Fuenzalida (62’ Mauricio Isla), Enzo Roco (62’ Gary Medel), Gonzalo Jara y Juan Cornejo; Rodrigo Millar (62’ David Pizarro), Erick Pulgar (46’ Charles Aránguiz) y Matías Fernández; Fabián Orellana (46’ Alexis Sánchez), Eduardo Vargas y Mark González (62’ Roberto Gutiérrez). DT: Jorge Sampaoli.

Irán (2): Alireza Haghighi; Vouria Ghafouri, Pejman Montazeri, Jalal Hosseini y Hashem Beikzadeh; Andranik Teymourian, Javad Nekounam y Ashkan Dejagah; Masoud Shojaei (69’ Omid Ebrahimi), Vahid Amiri (89’ Vouria Ghafouri); y Reza Ghoochannejhad (73’ Karim Ansarifard). DT: Carlos Queiroz.

Goles: 0-1, 21’, Nekounam; 0-2, 50’, Amiri.
Tarjetas amarillas: Nekounam y Teymourian.

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