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El presidente que no habla en público desde hace casi 6 años y ahora busca la reelección MUNDO

El presidente que no habla en público desde hace casi 6 años y ahora busca la reelección

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Decenas de miles de personas en todo el país, la mayoría jóvenes, se lanzaron a las calles en inusuales manifestaciones contra el anciano Abdelaziz Bouteflika. Se trata de la protesta más multitudinaria desde la Primavera Árabe.


A los 82 años de edad, el presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika no está considerando la jubilación.

Lleva una vida de recluso, débil y paralizado desde que sufrió un derrame cerebral en 2013 y no ha hablado en público desde entonces. Sin embargo, anunció que buscará ser reelegido para un quinto mandato.

Según observadores regionales, es probable que gane los comicios programados para el 18 de abril. Pero su intención de prolongar sus 20 años en el poder ha provocado una airada reacción del público en general.

Decenas de miles de personas en todo el país, la mayoría jóvenes, se lanzaron a las calles el viernes y durante el fin de semana en inusuales manifestaciones contra el anciano y afligido mandatario.

En la capital, Argel, la policía lanzó gas lacrimógeno para dispersar la protesta más multitudinaria desde la Primavera Árabe.

Pero es posible que las consignas de «no en mi nombre» no llegaran a oídos de Bouteflika. El presidente no abordó directamente las manifestaciones, pues actualmente se encuentra en Suiza recibiendo tratamiento médico.

El «muerto viviente»

Los críticos más acérrimos llaman a Abdelaziz Bouteflika el «muerto viviente».

Cristina Mas, experta en asuntos de África del Norte, dice que la oposición se refiere a él como «El Marco», ya que «por su debilidad e incapacidad de asistir a ceremonias públicas -incluyendo el lanzamiento de su más reciente candidatura- frecuentemente se le reemplaza con una foto enmarcada«.

Hay tanta incertidumbre en torno al presidente Bouteflika «que el lunes, el embajador argelino en París tuvo que emitir un comunicado para confirmar que Bouteflika estaba, en efecto, vivo», comenta Mas.

De manera que, si el presidente Bouteflika es incapaz de asumir día a día el gobierno del país, ¿quién está a cargo?

«El poder»

Argelia puede aparentar ser una democracia en muchos aspectos, pero «el país está gobernado por ‘El poder'», un selecto grupo de altos militares y empresarios no electos que toman las principales decisiones en la administración del país y que, gradualmente, han tomado las riendas mientras el presidente Bouteflika está relegado a un rincón», comenta Mohamed Yehia, editor del Servicio Árabe de la BBC.

Cristina Mas coincide: «‘El poder’ es una casta que se apoderó del sector público a través de las décadas y ahora lo administran como un negocio privado. Es un círculo cerrado que rodea al enfermo presidente -liderado por su hermano menor, Said Bouteflika, y el jefe del estado militar, Ahmed Gaid Salah».

Marc Marginedas, un periodista que vivió y trabajó en Argelia en los años 90, es más directo: «‘El poder’ es una mafia política militar que fue establecida y controlada por el presidente Bouteflika después de la guerra civil de los 90, cuando él surgió como el hombre fuerte que podía ofrecerle al país alguna estabilidad».

Desde entonces, «ha habido un cambio hacia una economía de libre mercado patrocinado por ‘El poder'», indica Yehia.

«Una década de sangre y muerte»: cómo Bouteflika llegó al poder

«Para entender la Argelia de hoy, hay que echar un vistazo a lo que sucedió en los 90», dice Mohamed Yehia.

El país logró la independencia de Francia en los años 60 después de una prolongada guerra. Le siguió una frágil democracia, «pero cuando los islamistas estuvieron a punto de ganar las elecciones de 1990, el ejército intervino«, añade Yehia, y lo que siguió fue una devastadora guerra civil por todo el país.

«Fue una década de sangre y muerte, unas 200.000 personas murieron en diez años», afirma Yehia. Marginedas, que fue testigo de esa época, concuerda: «Esos fueron los días más oscuros de Argelia».

Pero, en 1999, Abdelaziz Bouteflika llegó al poder. «Se impuso sobre los generales y los servicios secretos y mantuvo a los islamistas al margen», comenta Marginedas.

«Fue un trueque: una democracia imperfecta a cambio de estabilidad y relativa prosperidad, y funcionó durante dos décadas».

Lo mismo opina Yehia. «Hubo un entendimiento en Argelia: la política se dejó de lado a cambio de estabilidad. Pero este tipo de tregua también abrió el camino a una corrupción generalizada«.

La actual crisis de liderazgo surge del hecho que «ahora Bouteflika está débil y hay una nueva lucha interna entre las facciones. ‘El poder’ no ha podido ponerse de acuerdo en un sucesor de Bouteflika y se ha visto forzado a lanzar su candidatura otra vez, aunque esté tan débil que ni siquiera pueda aparecer en público», señala Mas.

El desencanto de los jóvenes argelinos

De acuerdo a los medios locales, la más reciente serie de protestas antigubernamentales en Argel y otras importantes ciudades fue la mayor en más de 30 años, y fue liderada principalmente por estudiantes y los sectores más jóvenes de la sociedad.

Argelia es un país joven: con una población de poco más de 42 millones, uno de cada cuatro habitantes es menor de 15 años, y la edad mediana son 27,8 años (datos de la ONU).

Pero la cifra oficiales de desempleo juvenil es de 30% y los miembros más jóvenes de las sociedad «están cada vez más frustrados con un presidente tan inaccesible y débil», dice Marginedas.

La economía de Argelia continúa dominada por las industrias del petróleo y gas, pero el actual colapso de ingresos por crudo y la reciente caída del sector energético han profundizado la crisis financiera.

«El Estado ha sido incapaz de mantener los subsidios de alimentos, energía y vivienda, y de generar empleo o sostener una economía boyante», explica Mas.

«Las protestas de la Primavera Árabe que se extendieron por el Norte de África en 2011 parecieron haber pasado Argelia por alto», continuó Mas. «El trauma de los años 90 seguía siendo un disuasivo y no había un deseo real para regresar al caos».

Marginedas coincide: «Desde entonces ha habido un cambio generacional. Las personas que ahora marchan por las calles son demasiado jóvenes para recordar le derramamiento de sangre durante la guerra civil«.

«No en mi nombre»

Los estudiantes y manifestantes que marcharon en las calles la semana pasada coreaban «no en mi nombre», «adiós Bouteflika» y «el pueblo rechaza a Bouteflika y Said», quien es el hermano menor del presidente que es un miembro clave de «El poder» y quien se cree es el que gobierna en su nombre.

En un último intento por aferrarse al poder, el presidente Bouteflika y sus aliados han «usado a Siria como un ejemplo de lo mal que pueden resultar las cosas: si deponen el actual gobierno arriesgarán millones de muertos y refugiados», dice Mas.

«He escuchado el emotivo grito de los manifestantes», dijo Abdelaziz Bouteflika en una carta que fue leída a través de la televisión nacional, el domingo en la noche.

Prometió que, de ser reelegido en abril, convocaría una conferencia nacional para adoptar reformas políticas y programar una segunda elección en la que él no sería candidato.

Pero esos argumentos parecen tener poco efecto en las nuevas generaciones, mientras que la gente mayor está empezando a preguntar qué fue lo que realmente sucedió durante la guerra civil.

«Hay un número creciente de personas que están empezando a exigir respuestas», expresa Marginedas. «Quieren saber quién fue responsable de las masacres en el pasado».

En las últimas dos décadas «ha habido paz, mas no reconciliación», añade Marginedas. «Un cambio político podría arrojar nueva luz sobre lo que sucedió en realidad en Argelia».

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