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Los peligros para el funcionamiento del cerebro de una dieta alta en grasas y azúcares CULTURA|CIENCIA

Los peligros para el funcionamiento del cerebro de una dieta alta en grasas y azúcares

La doctora en Biología Celular Molecular y académica de la Universidad San Sebastián, Eugenia Morsello, realizó una exhaustiva investigación sobre los mecanismos celulares y su reacción ante una dieta alta en grasas saturadas donde comprobó que esta práctica puede afectar la función de las neuronas, favoreciendo el desarrollo de enfermedades. “Demostrar que comiendo una dieta chatarra puede influir en nuestra actividad cerebral puede generar un impacto importante a la hora de ayudar a cambiar hábitos alimenticios de las familias y personas”, sostuvo la doctora.


Según datos de la Organización para la Cooperación y el Comercio (OCDE) en Chile, el 74,2% de las personas tiene exceso de peso, entre ellas, 31,2% son obesas. Las cifras son preocupantes y motivo de investigación para encontrar las causas de este problema. La doctora en Biología Celular y Molecular y docente de la Universidad San Sebastián, Eugenia Morselli, investiga los mecanismos celulares que favorecen el desarrollo de enfermedades metabólicas asociadas a la obesidad, informó el diario La Tercera.

Su línea de investigación señala que una dieta alta en grasas saturadas cambia la composición de lípidos en el cerebro, generando diversas consecuencias negativas en el organismo. Morselli ha dedicado parte de sus investigaciones a estudiar la autofagia, un proceso a nivel celular que se encarga de limpiar las células y renovarlas, generando reacciones clave a nivel cerebral para el buen funcionamiento neuronal.

El consumo de altos niveles de grasa saturada y azúcares modifica la composición de lípidos que se encuentran a nivel del cerebro, en particular de la región que se llama hipotálamo, bloqueando el proceso de autofagia, lo que desequilibra la eliminación de sustancias tóxicas y producción de nuevos nutrientes para generar energía.

“El hipotálamo es la región del cerebro, entre otras cosas, que regula la sensación de saciedad y hambre», dice Morselli.

Y agrega que “la insulina, a través de la circulación de la sangre, es capaz de llegar hasta las neuronas del cerebro, a las barreras hematoencefálicas y los receptores pueden captar esta señal. Con este mecanismo bloqueado, la respuesta de la insulina no ocurre, por lo que elimina la señal de saciedad o hambre”, explicó la experta.

En otras palabras, si el proceso de autofagia no funciona correctamente, las moléculas tóxicas aumentan y pueden provocar enfermedades como Parkinson, Alzheimer o cáncer, entre otras y además las personas se enfrentan a un círculo vicioso donde quieren comer más porque no tienen la señal de “pare” que envía la insulina al cerebro.

¿Existe una diferencia entre hombres y mujeres?

En una investigación de post grado de la doctora Morselli, se descubrió que si le daban la misma comida alta en grasas y azúcares a animales machos y hembras el aumento de los lípidos se veía reflejado solamente en los machos.

“Aunque ambos suben de peso, los efectos dañinos se ven más en los machos que en las hembras. Esto, porque las hembras tienen un receptor de estrógeno que produce un efecto protector contra la respuesta inflamatoria inducida por el consumo de esta dieta alta en grasa y azucares”, explica la investigadora de la USS.

Morselli asevera que “esto fue luego analizado con mujeres pre menopáusicas obesas, las cuales no desarrollan mayores enfermedades cardiovasculares, hasta que se llega a la menopausia, donde el equilibrio entre el estrógeno y el receptor de estrógeno propio de esa etapa disminuye”. De todas formas, agrega la científica, el riesgo de contraer obesidad, Diabetes Mellitus Tipo 2, entre muchas otras enfermedades crónicas, sigue siendo un riesgo importante para ambos sexos.

Modificar hábitos

Este tipo de estudios son clave para visualizar lo importante que es algo tan sencillo como el alimentarse de manera saludable. Al cambiar los hábitos se puede mejorar la calidad de vida y evitar muchísimas enfermedades asociadas al cerebro y a nuestro cuerpo, aumentando de manera significativa la calidad de vida.

“Demostrar que comiendo una dieta chatarra puede influir en nuestra actividad cerebral puede generar un impacto importante a la hora de ayudar a cambiar hábitos alimenticios de las familias y personas”, agrega la doctora.

Añade que este mecanismo (el de la autofagia) se puede reactivar con una dieta balanceada, perdurable en el tiempo, acompañada de ejercicio. No se requiere ayuda externa para activar este proceso, porque está en nuestras manos ayudar al cuerpo de manera natural”, comenta la doctora.

Educar en hábitos saludables

Educar en torno a prevención en salud es fundamental para toma de conciencia en el país, Morselli afirma que “la buena noticia de este problema es que se puede comunicar desde temprana edad, y eso es lo que hemos estado haciendo con charlas en colegios, porque en la USS pensamos que son los niños los primeros en ayudar a cambiar la cultura en las casas. Las costumbres alimenticias son muy importantes; lo veo con mi hija, que ella misma me dice que no quiere comer algo con tres sellos”.

Morselli habla de “la necesidad de juntar diferentes especialidades para poder elaborar políticas públicas más eficientes. Hoy existen fundaciones gubernamentales y políticas públicas que financian investigaciones y estudios clínicos para cumplir con este objetivo de ir aterrizando este problema de salud. Desde el Centros de Enfermedades Crónicas de la Universidad San Sebastián estamos reclutando profesionales de diferentes ámbitos, porque se trata de patologías multifactoriales que se requieren comprenderlas desde distintas perspectivas”.

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