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Despedida al legado inagotable de Ximena Cristi CULTURA|OPINIÓN

Despedida al legado inagotable de Ximena Cristi

Hace varios años ya, con ocasión de «Cristi x Cristi. 70 años de pintura», exposición al cuidado del MAC, Ximena Cristi me habló de su método pictórico. La composición le resultaba fundamental, así también el encuadre y el estudio de la luz como estrategia personal para hacer aparecer aquellas formas -cuerpos y objetos- que lejos de estar en su retina les daba existencia desde un saberse observadora crítica, alguien para quien el lenguaje plástico le permitía realmente crear un mundo tan propio como común a los demás.


“Algunas veces suelo hacerme la pregunta menudo formulada como ¿cuál es el papel del pintor?, cuál es su destino?, ¿cuáles son sus objetivos? Si bien el placer de pintar es más que suficiente para llenar la vida del pintor, a través de su paulatina madurez se hace muy claro que existe una razón de mayor peso, la cual ha permitido que la pintura persista en el tiempo, que exista hoy cuando la ciencia y la máquina fácilmente podrían desplazarla” 

 –Extracto de la memoria de Ximena Cristi optar al título de licenciado en Artes Plásticas con mención en pintura.  Universidad de Chile, 1978 

 Podría decirse que su pintura es intimista: objetos cotidianos, rincones de su casa o taller, los paisajes que habitó y respiró, escenas de la vida como tantas que guardamos en nuestra memoria. Sin embargo, Ximena me soltó con regocijo que nada de ello le resultaba calmo ni fácil, que la pintura es un esfuerzo racional y emocional a la vez y que se ocupa, precisamente, de develar lo oculto, incluso lo inusitado. “Y cuando todo parece que está bien ordenadito, todo estalla, viene el caos y recién ahí aparece la obra”, me dijo. 

Pero esta conciencia profunda sobre lo que “aparece”, que se devela a partir del trabajo del artista, de su método, de habitar el tiempo y la distancia, de retornar a lo que es necesario dejar, nos habla de que el mundo es un lugar complejo en el cual resuenan cuerpos de diverso cuño, que se interrelacionan inevitablemente -mesa, jarrón, sillón, ventana, mujer, niños, hombres, caballos, pasto, cielo…) y que lejos de responder al canon representacional -frente al cual se rebeló con pasión porque quería más-, la pintura de Ximena Cristi resulta en un mirar político.

Su obra no es una pintura intimista y no lo es porque Ximena Cristi fija la mirada del otro en aquello que le es revelado desde su propio habitar y el habitar siempre es político.  En un esfuerzo extraordinario un grupo de investigadoras mujeres fueron invitadas por esta Secretaría a dar cuerpo al primer catálogo razonado de su obra, un volumen rotundo y ambicioso, que respondió a la necesidad urgente de reinterpretar la historia del arte chileno a partir de la figura y obra de una imprescindible.

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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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