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Portuarios y mineros: mundos opuestos de un fortalecido sindicalismo

Mientras los primeros pelean por $ 3.600 y el derecho a colación, los trabajadores del cobre obtienen bonos millonarios y luchan por mejores pensiones y seguridad laboral. Ambos pueden poner en jaque la economía.


Este domingo, las autoridades del gobierno anunciaron —aliviados— el fin del paro de los trabajadores portuarios, que comenzaba a significar importantes pérdidas para las exportaciones chilenas, y inicio de las conversaciones. Sin embargo, a menos de 24 horas del acuerdo, una nueva amenaza de paro fue levantada, esta vez por la Federación de Trabajadores del Cobre (FTC) y la Federación Minera de Chile (FMC), en representación de los sindicatos de Codelco y de las principales mineras del país.

El renovado vigor del sindicalismo chileno no está pasando desapercibido. El gobierno lo viene monitoreando hace varias semanas y el paro de hoy de los trabajadores del cobre complica a La Moneda, ya que no le da respiro tras la movilización de portuarios y porque han demostrado que tienen el poder de poner en jaque la economía.

La huelga portuaria tuvo costos de casi US$ 3,000 millones y puso en juego más de 100,000 puestos de trabajo.

El ministro de economía, Pablo Longueira dijo que para una economía abierta como la chilena, en donde el 80 % del producto está vinculado al comercio exterior, los puertos son fundamentales.

«Los trabajadores portuarios de Chile tienen ingresos muy superiores al promedio de un trabajador chileno. No estamos hablando de un sector, a todos nos gustaría que todos ganaran más, pero no estamos hablando de un sector que no tenga fuerza para defender sus remuneraciones (…) Nada justifica el daño que se está haciendo a Chile», precisó.

El impacto de la huelga de los trabajadores del cobre, anunciada para hoy, ya se sintió en el mercado. Ayer, el precio del metal rojo tuvo su mayor alza en dos semanas ante el temor que la huelga afecte los embarques de cobre y que esta «advertencia» de los trabajadores sea una señal que las relaciones se complicaran aun más dado que este es un año electoral.

El presidente ejecutivo de Codelco, Thomas Keller, calificó de “marginal” el impacto que podría tener este paro en la producción nacional, aunque reconoció que “cualquier interrupción de nuestra producción no nos gusta”. Keller aseguró que son la incorporación de las nuevas tecnologías y la modernización de la empresa lo que “trae algún grado de preocupación para los trabajadores”.

Desde el gobierno han manifestado su preocupación ante la medida que podría poner en peligro cerca de un tercio de la producción mundial de cobre y emplazaron a los sindicatos a resolver los conflictos vía diálogo. “Yo quiero decirles responsablemente (…) la vía para que avancemos y progresemos como país no es la vía de los paros”, afirmó el ministro de Hacienda, Felipe Larraín. “Venimos de un paro prolongado de frutas en los puertos del país, que afortunadamente está terminando, pero todo esto nos está costando como país”, añadió.

Ese costo tiene preocupado a los gremios. La semana pasada el presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), Andrés Santa Cruz, advirtió acerca del impacto negativo de las huelgas.

En entrevista con Radio Agricultura, el representante de los empresarios sostuvo que “hay un daño a la imagen país sin duda, y por otro lado un daño a todo el sector exportador en especial al frutícola, donde el costo de este paro lo terminan pagando los pequeños y medianos agricultores. Yo hago un llamado a todos los sectores a terminar este paro”.

Lo interesante es que el sindicato portuario y el de los trabajadores del cobre viven en mundos opuestos del sindicalismo. Aunque ambos sectores están entre los que mejores remuneraciones reciben en Chile, los mineros siempre han tenido mucho más poder. Pero la fuerza y unidad que mostraron los portuarios en esta paralización pilló al mercado por sorpresa y es una muestra del renovado vigor que detenta el sindicalismo.

La huelga de los portuarios la gatilló un reclamo de los trabajadores del puerto de Angamos (Mejillones) para que su jornada de trabajo pagada incluyera media de colación o que se les diera una compensación por no parar a comer. Después de tres semanas se llegó un acuerdo para que la empresa pagara 3.600 pesos (7,6 dólares o 6 euros) a cada trabajador por no detenerse a comer. Las demandas que plantean los trabajadores del cobre son muy distintas y reflejan el rol de locomotora de la economía que tiene la industria en Chile: la mejora en las pensiones, mayor seguridad labora, la renacionalización del cobre y el litio, la legislación de un nuevo Código laboral, un mayor respeto a la ley de subcontratación y la discusión de petitorios propios según cada sindicato.

Según los líderes gremiales, Raimundo Espinoza (FTC) y Gustavo Tapia (FMCH), esta movilización tiene “gran trascendencia histórica”, ya que “por primera vez, ambas organizaciones representativas de los trabajadores de la minería estatal y privada, hacemos realidad la unidad sindical en acción, coordinándonos para impulsar un plan de movilizaciones en ascenso”.

Espinoza explicó que «por la tercecerización los costos han aumentado 300 % y decimos que ha sido un error porque han entregado áreas estratégicas a externos».

El líder de la FTC acusa falta de políticas claras en el tema de seguridad laborar. «Después de los 33 el tema de seguridad ha habido más de 50 muertos. En Codelco cuatro muertos en últimos cuatro meses».

También alegan arrogancia y prepotencia de los ejecutivos de las distintas divisiones de Codelco con los trabajadores, «lo que se nota en el trato, en la forma de ordenar las cosas. No es menor lo del accidente, ya que es producto de que no escuchan a la gente cuando no toman medidas adecuadas sino que se enfocan en proteger más la producción».

Ejecutivos al interno de la minera estatal dicen que algunas de las peticiones son válidas, pero no para llamar a huelga. Y con respecto al tema de seguridad, apuntan a que las cifras oficiales dan cuenta de mejoras substanciales. De acuerdo a los indicadores de seguridad oficiales de Codelco la tasa de frecuencia de accidentes global para dotación propia más contratista cayó en 2012.

La movilización minera ocurre en momentos en que la industria en chile está viendo sus costos dispararse sin aumento substancial en la productividad y esto golpea los márgenes y las utilidades.

Diego Hernández, presidente ejecutivo de Antofagasta Minerals, sostiene que los costos se han duplicado, los salarios se han disparado y la productividad del minero chileno está estancada.

Por ejemplo, hoy un trabajador empleado en la minería recibe un sueldo promedio de $1 millón mensual, versus los $ 500 mil que promedian las remuneraciones en Santiago y los cerca de $ 200 mil que es el sueldo mínimo.

Las principales causas en la escalada de costos y caída en utilidades son las menores leyes de mineral —porcentaje de cobre extraído por cada tonelada de material— que exhiben los yacimientos nacionales. Si hace 20 años la ley promedio en Chile era de 1,61 %, ese porcentaje se redujo a la mitad, alcanzando 0,87 %.

La caída en utilidades de la mineras ya está teniendo un impacto en las arcas fiscales. Cifras del ministerio de Hacienda muestran que el PIB minero ha crecido menos que el PIB total y que los ingresos fiscales gracias al cobre han caído de 8,4 % del producto bruto a 3,4 %. Hoy la minería representa el 13,5 % del PIB nacional, la mitad que en 2006.

Ejecutivos mineros que no quisieron ser nombrados, argumentan que bajo el actual escenario de la industria, que los mineros vayan a la huelga no tiene lógica. El temor para ellos es que lo de hoy sea sólo un preámbulo de movilizaciones más prolongadas y duras en un año que se anticipa será crispado, puesto que es un año de elecciones presidenciales.

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