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La máquina para crear dinero Opinión

La máquina para crear dinero

«Un dólar es una promesa de pago de EE.UU., y un bolívar es una promesa de pago de Venezuela. Así, queda la población absolutamente a merced del Estado, pues cuando se pierde la confianza en el país, esa promesa de valor se esfuma, y la gente ve su riqueza desaparecer de la nada. Esto es lo que les ocurrió a los chilenos en la época de Allende, a los argentinos con los gobiernos kirchneristas, a los venezolanos ahora con Maduro, y en innumerables ocasiones en que pésimos manejos de las personas encargadas del Estado han desembocado en terribles e injustas pérdidas para sus habitantes».


Imagínate que en un pueblo no existe el dinero, solo el trueque. Entonces todos nos ponemos de acuerdo en que necesitamos crear dinero para comerciar mejor. Así, adquirimos una máquina que imprima dinero y, como el dinero representa bienes reales, decidimos imprimir una cantidad determinada y dejarla en un pozo, en donde uno solo puede sacar dinero del pozo si a cambio entrega un bien real, para que sea justo. Yo puedo, por ejemplo, entregar los zapatos que manufacturé, y a cambio sacar dinero del pozo. Nadie podría tener más dinero del que merece, pues todos entregamos los frutos de nuestro trabajo a cambio de dinero. Ahora, imagínate que tú te quedaste con la máquina de imprimir dinero y la tienes escondida en tu casa… ¿estarías tentado a imprimir sin que nadie supiera? Esto te permitiría obtener dinero sin aportar con un bien real al pueblo, o sea… ¡sin tener que trabajar! Además, al agrandar la cantidad de dinero total en el pueblo, harías que el dinero de cada uno de los demás habitantes valiera un poco menos (dado que habría más dinero para la misma cantidad de bienes reales). Todos serían un poco más pobres, y tú, un poco más rico. ¿Qué injusto sería, no?

Bueno, por si no lo sabías, esa máquina para imprimir dinero existe, y la tienen los gobernantes de cada país. ¿La usan? ¡Por supuesto que la usan! Y cada vez que imprimen dinero, el tuyo vale menos para compensar lo que ellos crearon de la nada. Entonces existen dos tipos de impuestos: los que te cobran abiertamente (IVA, renta, empresas) y los que te cobran a escondidas. En esta última categoría se encuentra el “impuesto inflación”, que es lo que pierdes cuando tu gobierno usa la máquina para imprimir dinero.

Es útil para nuestro ejercicio recordar que el dinero surgió como medio de intercambio. Cuando el zapatero quería un pescado del pescador, y este no quería un zapato a cambio, le pedía algo que tuviera la misma riqueza que el pescado. Una moneda de algún metal precioso. Así, podía el pescador ir con esa moneda donde el panadero e intercambiarla por pan. Y el panadero podría con esa moneda conseguir ropa del costurero (esto se llama “comercio”). Entonces los metales preciosos se convirtieron en guardadores de riqueza y de trabajo. El oro comenzó pronto a ser el instrumento de intercambio, y fue la búsqueda de oro la que motivó las expediciones de europeas que terminaron en el descubrimiento de América en el siglo XV. Por supuesto, andar cargando grandes cantidades de oro era incómodo, y comenzó a surgir en distintas partes del mundo el dinero en forma de billetes, que simplemente eran pedazos de papel que representaban oro. Por su liviandad y comodidad, favorecían enormemente el comercio.

El oro como dinero siempre ha tenido una gran ventaja: no se puede fabricar, lo que equivale a que no existe la máquina de imprimir dinero. Nadie puede apropiarse de ella y así apropiarse en forma encubierta del dinero de los demás. Representa siempre el real estado de la economía, lo que a su vez es la gran desventaja para el consenso economista pues no permite suavizar ciclos económicos. El gran problema para los gobiernos con el oro es que limita su nivel de influencia en el país, lo que en general es absolutamente contrario a lo que quiere cualquier político. Es por esto que el patrón oro ha caído en varias ocasiones, generalmente en periodos de guerra, cuando los límites naturales del metal se hacen insoportables para los gobernantes y terminan obligando a la gente a cambiarse al dinero de papel, para así poder usar la máquina para imprimir dinero.

La última vez ocurrió en 1971 cuando Richard Nixon se había gastado todo en la Guerra de Vietnam, y terminó unilateralmente con la convertibilidad del dólar al oro. Desde ese entonces rige en el mundo el sistema fiduciario, o el dinero de papel. Con este sistema, el dinero (un simple papel) es nada más que una “promesa” de valor, basado en la confianza y solidez de quien lo emite (los estados). Un dólar es una promesa de pago de EE.UU., y un bolívar es una promesa de pago de Venezuela. Así, queda la población absolutamente a merced del Estado, pues cuando se pierde la confianza en el país, esa promesa de valor se esfuma, y la gente ve su riqueza desaparecer de la nada. Esto es lo que les ocurrió a los chilenos en la época de Allende, a los argentinos con los gobiernos kirchneristas, a los venezolanos ahora con Maduro, y en innumerables ocasiones en que pésimos manejos de las personas encargadas del Estado han desembocado en terribles e injustas pérdidas para sus habitantes. Justos pagan por pecadores. Es bueno destacar que desde 1979 se prohibió en Chile que el gobierno usara la maquinita, para evitar episodios como los recién mencionados.

El oro como dinero es visto en el mainstream económico como algo utópico. Lo llamativo es que es ese mismo mainstream económico el que nos ha llevado a innumerables crisis, a dificultad para recuperarnos de ellas, y a que ni siquiera haya un consenso sobre cómo deben hacerse las cosas en materia económica. Después de todo, la economía como ciencia es tremendamente joven y es probable que no estemos ni cerca de entender realmente cómo funciona. Leer las proyecciones económicas es parecido a leer el horóscopo. Por esto, el patrón oro tiene al menos una clara ventaja sobre el dinero fiduciario: elimina del todo la interferencia de los gobernantes sobre ti, el intervencionismo, el estatismo, y todo tipo de control que intente una autoridad imponerte. El patrón oro defiende tu libertad, pues es innegable que la tentación de tener esa maquinita ahí lista para usar es muchas veces irresistible. Y tú… ¿usarías la máquina para imprimir dinero?

Pablo Witto

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