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“Brexit»: el triunfo de la demagogia y las lecciones para Chile Opinión

“Brexit»: el triunfo de la demagogia y las lecciones para Chile

Iván Weissman S
Por : Iván Weissman S Editor El Mostrador Semanal
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El portazo que Gran Bretaña le dio a Europa es otro ejemplo de la insatisfacción que los postergados por el éxito de la globalización sienten con las elites. Los mismo se puede decir del fenómeno Trump. El hecho de que los británicos votaran por abandonar el proyecto político y económico más exitoso de la historia debería servir de advertencia a los líderes políticos y empresariales en Chile, pero acá nos seguimos mirando el ombligo e ignorando que hay millones de personas que sienten que la política tradicional les ha fallado. Continuar con la misma receta eventualmente resultará en la llegada del populismo de verdad a nuestro país.


Tengo una larga historia de amor con Gran Bretaña en general, e Inglaterra en particular.

El romance comenzó a los 9 años, cuando me enamore del Rugby, un deporte que se inventó allá y que practiqué por 25 años, y se profundizó ya de adulto durante los 13 años en que tuve el privilegio de vivir y trabajar en Londres como periodista.

Y es por eso que la victoria de “Brexit” me sorprendió tan profundamente y la viví en forma tan especial.

Independientemente de lo que decían las encuestas, jamás pensé que los británicos decidieran abandonar el proyecto político más exitoso de la historia y, sin duda, el más importante desde el término de la Segunda Guerra Mundial. Un proyecto que trajo paz duradera a Europa por primera vez en más de 1.000 años y una prosperidad económica inédita. Un proyecto que sacó a millones de la pobreza y que ha sido un fuerte defensor de valores como la tolerancia, igualdad y democracia.

¿Entonces cómo se explica el triunfo del “Brexit”? ¿Qué hizo que la nación que nos dio la Carta Magna, los Beatles e inventó el fútbol decidiera darle un portazo a Europa?

Algunos dicen que el proyecto europeo venía crujiendo hacía años y que Gran Bretaña siempre ha tenido una relación ambivalente con sus vecinos al otro lado del Canal de la Mancha.

Otros dicen que es un voto en contra de la globalización, un fenómeno que no ha beneficiado a todos y que la crisis del 2008 marcó un cambio de dirección, acentuando las diferencias. Aunque rechazar la globalización es como estar en contra de la lluvia: un esfuerzo inútil.

Argumentos similares se hacen para explicar el fenómeno Trump en Estados Unidos.

Y tienen razón, en parte.

Porque la popularidad de Donald Trump y el triunfo de “Brexit” tienen mucho en común, como muy elocuentemente lo explica la revista The New Yorker en su edición online.

“Ambos fenómenos han explotado el profundo resentimiento de la clase media y las clases obreras” con el sistema actual. También coinciden en explotar el racismo y el nacionalismo que aflora en tiempos de crisis. En Gran Bretaña es el temor a las “hordas musulmanas”, mientras que Trump apunta a los mexicanos.

Pero como hace hincapié la revista, el racismo y el nacionalismo han existido desde siempre, al igual que los demagogos que han intentado explotar el fenómeno para beneficio político. “Pero en democracias saludables se les confina a rincones” donde no influyen.

Es por eso que el portazo que Gran Bretaña le dio a Europa es un ejemplo de que la crisis de las elites no se limita a Chile. Es un triunfo de la demagogia y el populismo y tiene lecciones para nosotros.

Demuestra la insatisfacción que los postergados por el éxito de la globalización sienten con las elites. Porque el hecho de que los británicos votaran por abandonar el proyecto político y económico más exitoso de la historia debería servir de advertencia a los líderes políticos y empresariales en Chile.

Millones de personas en países ricos e ingresos medios han tomado la decisión de que la política tradicional les ha fallado. La elite política y empresarial es vista como en bancarrota, ya que para muchos los estándares de vida no han mejorado desde la crisis del 2008. Y el resultado es el alza que estamos viendo en el populismo y la demagogia.

Y acá nos seguimos mirando el ombligo e ignorando que también hay millones de personas que sienten que la política tradicional les ha fallado y el modelo no les soluciona sus problemas. La derecha sigue sin aceptar que ese modelo se agotó; y la izquierda, que fue exitoso.

Tanto los políticos como los empresarios siguen tratando de salir de la crisis en que el modelo está empantanado usando las mismas recetas, olvidando la famosa frase atribuida a Einstein: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.

Seguir con la misma receta eventualmente resultará en la llegada del populismo de verdad a nuestro país.

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