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No hay que dejarse engañar por el alza de 12,5% en bonos basura

Los bonos de calificación más baja han tenido un espectacular aumento en lo que va del año, un mejor desempeño que las acciones de Estados Unidos y los bonos gubernamentales, pero una creciente cantidad de compañías reestructura su balance financiero, con lo que baja categoría y entra en impago. Esto terminará por poner fin a los sensacionales retornos.


A los inversionistas que reinvirtieron todo su dinero en los bonos de menor tasa a fines del año pasado: felicitaciones. Se ganaron la lotería con los mejores retornos en dicha deuda desde 2009.

A la compañía con un balance financiero en problemas que espera obtener dinero prestado este año: buena suerte. Los inversionistas simplemente ya no están arrojando su dinero a cualquier compañía de calificación basura.

Un ejemplo de eso es U.S. Xpress Enterprises, que optó por desechar una oferta de deuda de US$320 millones en la tarde del miércoles, según Sridhar Natarajan y Michelle F. Davis, de Bloomberg News. ¿El problema? Los inversionistas no estaban listos para invertir en una compañía de camiones en un momento difícil para el sector, a menos de que se les pagara mucho. La compañía de camiones se retiró.

Si bien ese fue el primer acuerdo de bonos basura que se retiró del mercado en dos meses, contribuye a destacar la dinámica más bien extraña de este año en el mercado de bonos basura de Estados Unidos de US$1,4 billones. Los bonos de calificación más baja han tenido un espectacular aumento de 12,5 por ciento en lo que va del año, un mejor desempeño que las acciones de Estados Unidos y los bonos gubernamentales, pero una creciente cantidad de compañías reestructura su balance financiero, con lo que baja categoría y entra en impago. Esto terminará por poner fin a los sensacionales retornos.

Esta es la encrucijada que enfrentan tanto banqueros como economistas. Cada vez es más difícil para los prestatarios obtener dinero a pesar de la estampida hacia valores más riesgosos alimentada por los bancos centrales. Eso significa que ni siquiera cuando los inversionistas canalizan grandes cantidades de dinero en valores de mayor riesgo el objetivo de su dinero es apoyar negocios en dificultades.

En cierto sentido, así debe ser. Es bueno saber que los inversionistas no prestan de forma indiscriminada. Debe haber un nivel de prudencia al evaluar la solvencia de los tomadores de crédito. El inconveniente es que esta dinámica llevará mayores porcentajes de impago y podría terminar por afectar los retornos globales.

La calidad del crédito corporativo ya se ha deteriorado. Según datos de Moody’s Investors Service, la proporción de impagos de grado especulativo en 12 meses en los Estados Unidos ya ha trepado de 2,1 por ciento hace un año a 5,4 por ciento en la actualidad.

La mayor parte del problema viene del sector de materias primas, que se vio afectado por la caída el año pasado de los precios del petróleo y los metales. Las compañías de energía, que se deterioran a un ritmo acelerado, han vendido la menor proporción de los nuevos bonos de alto rendimiento de este año en más de una década, según datos que recopiló Bloomberg.

Pero las preocupaciones van más allá del petróleo y el gas. Las posibilidades de una recesión en EE.UU. han aumentado debido a las débiles ganancias corporativas desde 2014, escribieron en un informe el 14 de julio los analistas de UBS Stephen Caprio y Matthew Mish.

Con más compañías en problemas será más difícil pagar la deuda pendiente, lo que seguramente afectará los retornos de estrategias de bonos de alto rendimiento a largo plazo. Eso pondrá eventualmente un tope a cuánto pueden subir los precios.

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