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Sebastián Edwards, socialista pero no demasiado Opinión

Sebastián Edwards, socialista pero no demasiado

Rafael Urriola U.
Por : Rafael Urriola U. Director Área Social Chile 21
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En plenos años 70 y con la Unidad Popular en el gobierno, la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile estaba escindida entre quienes querían una Facultad de Ciencias Sociales que incluyese Economía, pero también Sociología y Psicología, y quienes querían que todo siguiese igual, y que finalmente constituyeron la Sede Oriente de la Facultad de Ciencias Económicas.


Un gran debate se vivió en la Europa de los 70 del siglo pasado con el llamado eurocomunismo y el ascenso de fuerzas democráticas en lugares que, como Portugal y España, vivían longevas y primitivas dictaduras. Al ascender al poder en Portugal, Mario Soares, presidente del Partido Socialista, el diario La República de Italia tituló: “Mario Soares, socialista ma non troppo” (Mario Soares, socialista pero no demasiado), en alusión a sus posturas socialdemócratas.

Pocos años antes, en plenos años 70 y con la Unidad Popular en el gobierno, la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Chile estaba escindida entre quienes querían una Facultad de Ciencias Sociales que incluyese Economía, pero también Sociología y Psicología, y quienes querían que todo siguiese igual, y que finalmente constituyeron la Sede Oriente de la Facultad de Ciencias Económicas.

En ese entonces en República 517, sede de la facultad, los debates acerca de los más diversos temas, económicos, ideológicos pero especialmente políticos, se producían en los estrechos pasillos de la Escuela, todo lo que permitía que se agrupasen estudiantes a escuchar las, a menudo, apasionadas discusiones.

En una de ellas un joven socialista, con su camisa verde oliva, arrinconaba a su oponente, un simpatizante del Frente de Estudiantes Revolucionarios FER, brazo estudiantil del MIR, quien había ingresado a la Universidad con un cupo especial que se les otorgó a tres obreros para hacerlo. Eugenio Villarroel era su nombre, había trabajado desde niño en la Empresa Royal y cursaba en Inacap un curso técnico, cuando postuló y quedó aceptado en la Escuela de Economía en uno de esos tres cupos.

Los términos del debate en ese momento eran que el dirigente estudiantil socialista enrostraba al del MIR hacerle el juego a la derecha con su postura infantilista que llamaba a la revolución y a prepararse para un enfrentamiento violento, en lugar de cerrar filas detrás del gobierno de Salvador Allende. De su parte, Villarroel -que nunca fue militante en realidad- basaba su convicción en que no creía que la derecha cediese el poder que detentaba y que más bien provocaría el enfrentamiento de todos modos.

Como se acostumbraba a usar en aquellos tiempos, el experimentado dirigente socialista esgrimió libros de Lenin contra Villarroel, acusándolo de pequeño burgués, porque su infantilismo le hacía el juego a la derecha, para lo cual además citó a varios connotados pensadores bolcheviques que afirmaban cosas semejantes.

Villarroel, que no tenía ningún conocimiento de aquellos autores y visiblemente “arrinconado” por los embates intelectuales de su ocasional rival, recordando el rimbombante apellido de su contrincante y su propia ascendencia popular le terminó diciendo. “Bueno, ya. Tú tienes razón. Ambos hemos traicionado a nuestras clases: yo, al proletariado del cual provengo, y tú a la burguesía…”. En medio de carcajadas, todos los oyentes partieron a sus aulas.

Sebastián Edwards, quizás recordando, y casi desmintiendo a Villarroel en los hechos de toda esta historia, hoy está demostrando que su traición no era tal, sino apenas un punto de vista que la vida se encargaría de moldear.

Rafael Urriola U.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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