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Sorpresa inflacionaria se tomó la última reunión de política monetaria del Banco Central y queda abierta la puerta para un eventual recorte de tasa

Sorpresa inflacionaria se tomó la última reunión de política monetaria del Banco Central y queda abierta la puerta para un eventual recorte de tasa

Minuta de la última reunión de política monetaria del emisor recoge la preocupación del consejo tras el sorpresivo registro IPC de septiembre, aunque advierten la necesidad de recopilar mayor información antes de llevar a cabo un eventual recorte de tasa. Mercado espera un recorte antes de fin de año.


La sorpresa inflacionaria de septiembre se tomó la reunión de política monetaria de octubre, según señala la minuta de la última reunión publicada esta mañana por el Banco Central.

Si bien el Consejo del emisor acordó de forma unánime mantener la Tasa de Política Monetaria (TPM) en 2,5%, quedó abierta la puerta a una eventual baja en la tasa, aunque señalaron que esperarán más datos de la economía.

El documento muestra que los consejeros mostraron su preocupación por la convergencia inflacionaria tras el sorpresivo registro IPC del mes patrio (-0,2%), aunque señalan que los efectos comunicacionales de un recorte en esa reunión debían ser considerados, advirtiendo la necesidad de recopilar mayor información antes de llevar a cabo un recorte en la TPM.

Tras el dato de IPC, advierten que ello motiva ajustes bajistas en las perspectivas de inflación de mediano plazo y eleva las tasas de interés reales, lo que podría ser perjudicial para las perspectivas de recuperación de la actividad económica, según indican.

Dato inflacionario de octubre, a publicarse mañana por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) sería determinante para la conformación de expectativas respecto a la TPM, ante la expectativa del mercado que ya prevé un recorte de tasa en 25 puntos base antes de fin de año, según la última encuesta de operadores financieros.

En la minuta, un Consejero indicó que «con la información disponible era posible reconocer que la sorpresa de inflación era de una magnitud relevante, haciendo necesario aquilatar y monitorear el riesgo de un escenario en que su persistencia, su efecto en las expectativas, e incluso las tasas largas, comprometieran la meta a dos años. Sin embargo, por ahora, no le parecía que ese fuera el escenario base. El costo de esperar más antecedentes le
parecía menor, en contraparte al riesgo inverso. Una acción fundada en riesgos, o medidas preventivas que pudieran revertirse rápidamente, sumaría volatilidad al mensaje del Banco, lo que podía ser más costoso en un momento en que se requerían acciones y mensajes precisos. Además, la opción de reducir la TPM con sesgo a la baja era más exigente en su comunicación, pues se podía caer en el riesgo de exagerar el mensaje relativo a riesgos y confundir el proceso de formación de expectativas».

Otro integrante señaló que «no había evidencia que justificara un cambio en la dirección general de la política monetaria ni tampoco un ajuste en la TPM. Sin perjuicio de ello, creía que era importante evaluar si había persistencia en las sorpresas a la baja en la inflación, así como posibles efectos de segunda vuelta, que deberían provenir principalmente del mercado de trabajo. Por ello, votaba por mantener la TPM en 2,5%, señalando eso sí
la necesidad de evaluar si las sorpresas recientes de inflación se traducían en desviaciones significativas de la convergencia a la meta, que justificaran un ajuste marginal de la tasa en el futuro. Añadió que la diferencia entre una baja de 25pb ahora y la opción de acompañarla por otra baja consecutiva de 25pb era minúscula si el mercado esperaba una pronta reversión de dichos ajustes. Esto no era sorprendente, porque las simulaciones mostraban que cambios que se percibían como poco persistentes tenían muy poco efecto. Por lo mismo, era difícil comprender la inclusión de un sesgo a la baja como complemento de la decisión de bajar tasas ahora».

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