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Opinión: Family Office es mucho más que la administración de patrimonio


Gonzalo Jiménez Seminario, Presidente de Proteus Managment Consulting y Director Centros de Familias Empresarias UDD

Los denominados “Family Office” han ido ganando terreno en nuestro país. Así, cada vez es más común, que grandes grupos empresariales familiares decidan dar paso a oficinas o plataformas de inversión que gestionen integralmente su patrimonio. De este modo, se supera un manejo que muchas veces podría tildarse de “negligencia culpable” en la administración de fortunas, y que contrasta radicalmente con los incuantificables esfuerzos y sacrificios con que fueron gestadas por los fundadores.

Sin embargo, no debemos mirar a los Family Office (FO) sólo como una administradora financiera, sino que más bien como una forma de profesionalizar las inversiones familiares. Es decir, cumpliendo un rol mucho más amplio y comprometido con su grupo empresarial, desarrollando la filantropía, o incentivando la participación de las próximas generaciones. Estos desafíos, que van más allá de la mera administración de las riquezas, exigen una desarrollada inteligencia emocional por parte de los Gerentes de las FO, elemento que muchas veces queda en segundo plano para financistas o ex banqueros obsesionados con el proverbial “Show me the money”.

En este sentido, cabe cuestionarse además, cuándo es realmente necesario o recomendable contar con este tipo de agentes para administrar el patrimonio familiar, pregunta que se puede responder a través de tres factores principales:

En primer lugar, la organización debe encontrarse en un buen momento de liquidez que justifique la contratación de gestores o asesores dedicados especialmente a esta tarea. Además, la empresa familiar debería contar, idealmente, con hijos y parientes que quieran realmente involucrarse en los negocios del fundador o que deseen emprender, de manera de ir más allá del natural deseo de preservar o incrementar el patrimonio. Finalmente, es necesario que exista una motivación transgeneracional, es decir, que sus miembros manifiesten el deseo de trascender en el tiempo como familia empresaria.

Lo relevante es que la función del Family Office no se limite sólo a poner los recursos en diversas canastas de inversión, con una motivación rentista legítima aunque limitante; si no que se oriente, por ejemplo, a la promoción de nuevos negocios o emprendimientos, así como también al interés por la filantropía.

En definitiva, las FO pueden ser actores claves para ayudar a convertir a Chile en una nación de empresarios, constituyéndose en un blanco móvil para todos los países que aspiran a superarlo.

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