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Opinión: Palabras para “Llegar y Llevar”, pero no olvidar


Casi dos años y medio se cumplen desde que estalló el denominado caso La Polar y en tribunales una audiencia del pasado jueves 7 que buscaba discutir extender el plazo de investigación, debió ser suspendida ante la ausencia de 4 defensores de un total de 9 imputados. Parece increíble y casi una burla que, estando todos notificados de la audiencia, el abogado, entre otros, de María Isabel Farah no haya dado señales de vida siquiera.

Cada uno puede interpretar esta ausencia como mejor le parezca, pero ciertamente huele a una estrategia sacada de una mala historia, para ganar tiempo frente al inminente juicio del mayor escándalo financiero registrado en nuestro país.

Pero no sólo desde una mirada judicial este caso llama la atención. Desde otra vereda, la de la investigación periodística que se plasma en un libro, también surgen las palabras que ayudarán a mantener vivo este desastre para que nunca más vuelva a ocurrir un hecho similar.

Luego de conocida la noticia, no hubo medio en nuestro país que no publicara algún artículo relativo al tema. Cuando se cumplió el primer año de investigación, se escribieron reportajes resumiendo los acontecimientos y cómo había llegado a gestarse el gran escándalo. Pero luego de ese período y en la medida que las investigaciones avanzaban a un paso bastante lento –según algunos–, el interés periodístico como es natural decayó y en la actualidad sólo aparecen notas cuando efectivamente surge alguna noticia relacionada.

Sin embargo, un periodista fue más allá. Consideró que este fraude no podía caer en el olvido y trabajó un largo tiempo hasta conseguir la edición de un libro con la historia del caso La Polar: Llegar y llevar. Cómo se fraguó la estafa del Siglo.

Hugo Traslaviña investigó hasta determinar que el fraude se arrastró por casi una década. La multitienda implementó un entramado computacional para realizar repactaciones automáticas fraudulentas a los clientes morosos, de manera de multiplicar sus deudas con intereses. El sistema significó para La Polar revertir las pérdidas que arrastraba, hasta convertirse en una de las más atractivas de la Bolsa de Comercio.

El valor del libro no sólo radica en la historia que contiene, sino también en que se trata de un texto transversal, que todos pueden leer y, por lo tanto, todo aquel que se interese por saber cómo no se deben hacer las cosas, puede consultarlo. Y aunque es un texto interpretativo, su autor apuesta por una tesis propia pero muy ajustada a la realidad.

Desde esa perspectiva el libro de Traslaviña tiene un valor jurídico por la acuciosidad y rigurosidad que muestra, con una documentación que lo respalda plenamente. Pero también plantea que –a pesar de lo que muchos creen y por eso comenten faltas–, el mercado no se regula sólo, aunque todavía urgen importantes cambios.

El libro de este periodista es también un texto valiente. Es una lucha contra los grupos de poder y se atreve a decir lo que muchos prefieren callar. En esa línea debemos estar agradecidos por cuanto en este escándalo hubo grandes víctimas, como los accionistas minoritarios que, en un largo peregrinaje que aún no termina, siguen esperando una solución. Al menos con este libro, ellos no serán olvidados.

Pero como todo cuento, el caso La Polar también tendrá en algún momento su final. Ese día será cuando comience el juicio –todavía lejano, según las recientes audiencias–, y esperamos que cuando eso ocurra Hugo Traslaviña pueda editar un segundo capítulo en el que incluya, por ejemplo, el papel que tuvieron las Corredoras de Bolsa que, de acuerdo a un informe de la Universidad de Santiago de Chile, no fueron blancas palomas arrastradas por el lodo. Ellas fueron parte del lodo.

Por el momento, las palabras de este primer libro ayudan a mantener vivo el recuerdo. Y desde la vereda legal seguimos trabajando en busca de la justicia.

Bárbara Salinas Acuña
Abogada

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