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Opinión: Un difícil comienzo y un panorama complicado para la economía


El año 2014 no partió bien. El crecimiento de la economía alcanzó un magro resultado que no se observaba desde el año 2010. La inflación se acercará a 4% en los próximos meses y los términos de intercambio caen con fuerza. Un panorama difícil.

La economía local inició un proceso de desaceleración a partir del segundo semestre del año pasado asociado principalmente al agotamiento de un ciclo de inversión minera excepcionalmente dinámico y al fin de proceso de reconstrucción de nuestra economía. Lo anterior se ha visto reflejado en una fuerte caída de las importaciones de bienes de capital, buena aproximación de la inversión en maquinarias y equipos, un menor dinamismo de la construcción y la convergencia gradual del crecimiento del consumo a niveles coherentes con el ingreso. Esta serie tuvo su último episodio al publicarse el IMACEC del mes de enero, que alcanzó un 1,4%, el menor desde marzo de 2010.

Recientemente, una nueva noticia ha oscurecido el panorama para nuestra economía. El precio del cobre ha alcanzado niveles cercanos a US$3,0 la libra, disminuyendo sólo en 2014 más de 6%. Lo anterior asociado a cifras de desaceleración de la economía China. Peor aún, de no mediar que el gobierno chino logre cumplir con su meta de crecimiento de 7,5% para 2014, las perspectivas no son auspiciosas, considerando que el dólar a nivel internacional podría ganar terreno a medida que la FED continúe retirando las medidas no convencionales de política monetaria, lo que podría afectar negativamente la cotización del cobre a nivel internacional.

Ante este panorama, el Banco Central de Chile decidió iniciar un proceso de bajas en la Tasa de Política Monetaria (TPM), el cual hasta el momento ha alcanzado 100 puntos base y probablemente continuará en los próximos meses. Efectivamente es una medida adecuada.

Por otra parte, tal como era de esperar, el tipo de cambio reaccionó ante este movimiento en la TPM. El peso se ha depreciado un 8,8% en 2014 y un 22,2% respecto al mínimo alcanzado en 2013. Esto se explica por el ya mencionado ajuste en la TPM, un ajuste a la baja en las perspectivas de crecimiento para la economía, la caída en el precio del cobre y una salida generalizada de flujos de capitales de economías emergentes. El vicepresidente del Banco Central señaló que la depreciación del peso es parte de la solución y no un problema. Esto es un gran activo de nuestro marco de política. De todas formas, la evolución de la moneda ha golpeado con fuerza la inflación y pronto observaremos que el IPC en 12 meses se acercará a 4%. Lo más probable es que el impacto del tipo de cambio sobre la inflación sea sólo transitorio y que a partir del segundo trimestre observemos una reversión en las cifras de inflación. De todas formas, en el corto plazo todavía se registrarán efectos directos y de segunda vuelta sobre algunos productos específicos de la canasta.

La depreciación del peso ha sido significativa y mayor a otras monedas de países emergentes que tienen fundamentos económicos más débiles en relación a Chile. En este sentido, parece haber una explicación adicional que ha generado mayores presiones sobre los flujos de capitales hacia nuestro país. No es descartable que la reforma tributaria anunciada por el nuevo Gobierno pudiera haber generado alguna incertidumbre, sobre todo observando la evolución de la inversión. Esto es bastante natural y ya ha sido internalizado por el mercado. Sin embargo, queda una tarea importante respecto a esto. Clarificar los tiempos respecto a cada una de las medidas anunciadas resulta fundamental y necesario para disminuir cualquier eventual incertidumbre restante.

Finalmente, la mirada optimista es que probablemente tocamos fondo con el IMACEC de enero, que habría estado afectado por factores puntuales, como el paro portuario. De todas formas, el ritmo de entrada de la economía a 2014 no supera el 3% y para eso el Banco Central está tomando las medidas adecuadas. La actividad debería ir de menos a más durante este año, con la mirada puesta en la economía internacional, que podría compensar en parte el menor dinamismo de la demanda interna.

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