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Semana clave para el Banco Central Europeo con Draghi en busca de negociar QE, aunque encuentra que la política está atrapada en la austeridad


Mario Draghi ha hecho una oferta a los gobernantes europeos: favor con favor se paga.

Al intensificar la retórica sobre su disposición a iniciar una flexibilización cuantitativa, el presidente del Banco Central Europeo también pide a los gobiernos que abran la billetera. Su mensaje a los líderes europeos que se reunieron el fin de semana en una cumbre en Bruselas es que ya es hora de que impulsen la demanda interna mediante el uso de la “flexibilidad” incorporada a su pacto presupuestario.

En momentos en que la recuperación de la zona de 18 países se estanca y crece el riesgo de una deflación, Draghi instó la semana a instrumentar una triple combinación de flexibilización monetaria y fiscal combinada con reformas estructurales. El presidente francés François Hollande sofocó la semana pasada un intento de golpe contra la austeridad, lo que subraya lo difícil que va a ser, mientras que la presión para reducir el déficit, que encabeza Alemania, amenaza con dificultar un mayor estímulo por parte del BCE.

"Se trata, como siempre, de paquetes y acuerdos, y sin duda la idea de que hay que combinar medidas relacionadas con la oferta y con la demanda es acertada”, dijo Guntram Wolff, director del instituto Bruegel de Bruselas. “La cuestión de si Francia e Italia van a poder cumplir o no es algo más compleja”.

Una medición de los bonos gubernamentales del mundo se acercó esta semana a un elevado nivel récord al tiempo que subían las acciones europeas luego de que el discurso de Draghi en Jakson Hole, Wyoming, pareció indicar que el BCE está más cerca de un amplio programa de compra de activos.

Margen fiscal

Los inversores se concentraron en dos párrafos en los que se mencionaba una caída de las expectativas inflacionarias como indicio de que es posible una flexibilización cuantitativa. Sin embargo, el presidente del BCE dedicó mucho más tiempo a sostener que los gobiernos de la región debían disponerse a gastar más para impulsar sus economías.

“Sería útil que la política fiscal pudiera desempeñar un papel más importante junto con la política monetaria”, dijo. “Pienso que hay margen para hacerlo”.

Si bien en teoría los gobernantes de la Unión Europea coinciden –y en una cumbre de junio declararon que el bloque debería “sacar el mejor partido de la flexibilidad incorporada al actual Pacto de Estabilidad y Crecimiento”-, aún hay poco consenso respecto de qué implica.

Cuando el ministro de Economía e Industria de Francia, Arnaud Montebourg, criticó este mes al gobierno por adherir a políticas de austeridad “absurdas”, fue destituido. El primer ministro Manuel Valls dijo que Francia debe reducir su déficit porque ha “estado viviendo por encima de sus posibilidades durante 40 años”.

En el marco del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, los países de la UE están sujetos a un mayor control, que comprende el riesgo de multas, cuando su déficit presupuestario exceda el 3 por ciento del producto interno bruto. Si bien la zona del euro en su conjunto tuvo un déficit de 2,9 por ciento en el primer trimestre, la brecha de Francia fue de 4,3 por ciento y la de España fue de 7 por ciento. Alemania tuvo 0,4 por ciento de superávit.

Esta es una semana clave para el Banco Central Europeo con Draghi en busca de negociar QE pero enfrentado a con la realidad que la política está atrapada en la austeridad.

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