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Caso Bilbao: Las dudas sobre las “otras” operaciones en CFR

Caso Bilbao: Las dudas sobre las “otras” operaciones en CFR

Enrique Elgueta
Por : Enrique Elgueta Periodista y consultor senior en Comsulting.
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Hoy ya se da por sentado: las compras con información privilegiada de títulos de CFR que le imputa la SEC –el regulador de Valores de Wall Street– a Juan Bilbao y Tomás Hurtado, ex ejecutivos de Consorcio, tuvieron su origen en operaciones bursátiles efectuadas en Chile.

Ambos se hicieron de 742.222 ADS (American Depositary Shares) gracias a las adquisiciones de 74,22 millones de acciones de la farmacéutica.

La conversión de títulos locales en ADS (100 acciones equivalen a 1 ADS) se produjo gracias al mandato de compra que instruyó CG Compass –broker en EE.UU. del holding chileno Compass Group– a las oficinas que BTG Pactual tiene en Nueva York; una orden que luego derivó a la plaza local, considerando la escasa –o nula– liquidez de ADS, razón por la que se necesitaban títulos chilenos para luego hacer la conversión.

Como se ha dicho, BTG Pactual fue el principal comprador de acciones de CFR entre el 12 de marzo y el 7 de mayo, período en el que Bilbao y Hurtado habrían operado con información privilegiada, según la demanda de la SEC. La firma explicó cerca del 60% de las compras en la acción de la farmacéutica, operaciones que, sin embargo, alcanzaron en total más de 161 millones de acciones, una cifra muy por encima de los títulos correspondientes a ambos imputados, un hecho que hoy tiene al mercado preguntándose quién más compró.

¿Siguiendo a Bilbao?

Las compras hechas por Pactual fueron a través de distintos vehículos. Hubo órdenes de operadores externos (OE), órdenes directas (OD), operaciones por cuenta propia y también de relacionados, según los códigos asignados a las distintas transacciones hechas por BTG.

Aquellas transacciones que se convirtieron en ADS en EE.UU. se realizaron mediante el vehículo con el cual la corredora efectúa arbitrajes (mover una acción de una bolsa a otra cuando hay diferencias de precio) en mercados internacionales y que en el telepregon se identifica con el código RELC (que significa Relacionado Compra).

Fue a través de dicho vehículo que Bilbao y Hurtado se hicieron de 74.222.220 acciones de CFR. Sin embargo, en el período en cuestión hubo compras netas (el saldo entre compras y ventas) de 88.715.312 acciones informadas como RELC, quedando un remanente de 14.493.092 acciones que no correspondieron a las órdenes de los ex Consorcio.

Un tema no menor, pues durante los seis meses previos no se hizo ninguna compra a través de dicho vehículo, lo que evidencia la escasa demanda por arbitrar las acciones de CFR y el mínimo interés por convertir estos papeles en títulos norteamericanos. De hecho, parte importante de la propiedad que los extranjeros tenían en CFR estaba directamente custodiada en bancos locales (Banco de Chile, Santander o Itaú), según información de la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) a marzo del año pasado.

Esa diferencia de 14,5 millones de títulos se podría explicar, en teoría, por compras de relacionados a BTG Pactual o de terceros inversionistas que adquirieron CFR a través del mismo vehículo utilizado por Bilbao y Hurtado, el cual, como ya está dicho, no era muy utilizado para efectuar compras en este papel, considerando la estadística de los meses previos.

Sin embargo, según conocedores de estas operaciones, si bien estos negocios se informaron bajo el vehículo RELC –lo que sugiere que hubo compradores que siguieron a Bilbao–, lo cierto es que habrían sido varios los inversionistas detrás de estas compras.

En un mismo “palo”, como le llaman los traders, compraron inversionistas extranjeros, institucionales locales y hasta retail; sin embargo, la sola presencia de una acción adquirida por alguna sociedad relacionada a Pactual explica que todo el lote (folio) se considere como una transacción RELC, debido a los sistemas de información de la Bolsa.

En el banco de inversión de capitales brasileños han visto con preocupación cómo en el mercado se especula respecto de su participación en el Caso Bilbao, razón por la cual han mantenido un estricto hermetismo sobre la materia.

No obstante, fuentes al tanto de estas transacciones sostienen que toda la documentación correspondiente se entregó a la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS), entidad que investiga la arista chilena del caso, con absoluta convicción y confianza de que el único rol de BTG Pactual fue como intermediario.

Ahora, si estas operaciones –atomizadas gracias a la participación de fondos mutuos, fondos de inversión, compañías de seguros, inversionistas particulares y otros extranjeros– tenían información ventajosa sobre CFR, es materia de investigación por parte de la SVS, sostienen ejecutivos al tanto de la materia.

Las compras en Chile

Pero también hubo más compras a través de vehículos distintos al RELC y que totalizaron más de 64 millones de acciones. La mayor parte de estas transacciones las explicaron cuatro operaciones OE que involucraron 47.940.440 acciones.

Todas se efectuaron el mismo día y en el mismo instante, lo que genera suspicacias en el mercado: el 2 de abril de 2014, a las 16 horas, con 9 minutos y 9 segundos. La explicación más obvia, según afirman corredores que conocen la operatoria diaria de la rueda, es que fueron órdenes predigitadas por parte de operadores externos en las dos puntas (compra y venta) que se traspasaron acciones a $110, mediante lotes que no pudieron ser interferidos por terceros al ser transacciones automáticas.

Este tema de hecho ya se puso en discusión en el reciente Caso Cascada, donde la SVS ha cuestionado que, para hacer efectivo el esquema que lideraba Julio Ponce, distintas operaciones en bolsa se hacían en forma automática, cumpliendo la formalidad de la normas pero vulnerando el espíritu, pues aseguraban mayoritariamente a los compradores de las acciones en juego y no permitían la competencia por ellas.

Este tipo de transacciones ocurre “todos los días” en la bolsa, sostienen los traders, razón por la que existen cuestionamientos a la necesidad de que haya una categoría de operaciones como OD –con su respectiva regulación–, ya que en la práctica muchas de éstas se informan como si fueran ejecutadas por un operador externo (OE) cuando en realidad es el corredor el que ‘cruza’ a dos inversionistas, idéntico a las OD (las que tienen exigencias de difusión y montos máximos más acotados).

“¿Para qué siguen existiendo la OD si en la práctica existe sólo para montos chicos, pero para las grandes en las que un corredor también está en ambas puntas, se transa como OE?”, sostiene en este sentido un jefe de una mesa de acciones, cuestionando el espíritu de la forma en que en este y en otros casos se opera en el mercado, impidiendo la competencia y la llamada “formación de precio”, que significa que la disputa entre compradores permite buscar el precio que refleje mejor la oferta y la demanda.

De hecho, a través de un sistema de ruteo denominado Fidessa, un corredor puede ejecutar una orden como si fuera un operador externo, pero eximiéndose de la difusión previa de 30 segundos, como se establece para las OD de hasta UF30 mil, pudiendo no ser interferidas. De hecho, las OE permiten “cruzar” un palo de hasta UF 100.000 (unos US$ 4,5 millones), más de tres veces la OD.

Adicionalmente, los 4 palos ‘cruzados’ por BTG (y que son comunes en el mercado) podrían haber tenido no más de dos protagonistas, pese a que en teoría debieron ser más actores transando, ya que se hicieron cuatro transacciones en el mismo instante. Sin embargo, la norma permite que el corredor divida una megaoperación en cuatro distintas, evitando así cumplir la norma de las OD (monto y difusión), pero, además, realizándola como OE (con operadores externos que usan la clave de una corredora y operan directamente en la bolsa).

Sobre la materia, conocedores de este tipo de operaciones sostienen que pudieron haber sido inversionistas institucionales que operaron grandes paquetes evitando la interferencia de terceros, situación que también es materia de estudio por parte de la SVS.

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