Publicidad

Nueva Constitución: aunque debate parte en septiembre, para el empresariado no es cueca

Héctor Cárcamo
Por : Héctor Cárcamo Periodista El Mostrador Mercados
Ver Más


Tres reformas centrales: tributara, educacional y nueva Constitución. Las tres dadas a conocer antes de ganar las elecciones presidenciales de noviembre de 2013, una ya aprobada y otra en camino.

La reacción del empresariado a las tres ha sido casi idéntica: rechazo absoluto. "No es el momento", dicen algunos, "genera incertidumbre y golpeará la inversión", dicen otros. Más allá de si ese efectivamente será el efecto de las reformas, lo que refleja es lo crispada que sigue la relación entre el Gobierno y el sector privado.

El martes por la noche, la Presidenta Bachelet –presionada por la crisis política generada por el caso Caval-Luksic y la revelación de financiamiento político ilegal desde SQM para la coalición de Gobierno– dio a conocer parte de las propuestas derivadas de la comisión Engel que hará suyas y que, en general, apuntan a regular y sancionar con fuerza la relación entre el dinero y la política respecto de su financiamiento, atacar las actuaciones corruptas de funcionarios públicos y sus familiares, y castigar fuertemente los delitos y faltas del sector empresarial y el mercado de capitales.

Sin embargo, en los últimos segundos de su discurso al país, la Mandataria sacó una carta que no estaba en los planes de muchos: a partir de septiembre próximo –indicó– iniciará un proceso constituyente que dará pie a una nueva Constitución para el país. Es decir, a poco más de un año de haber iniciado su Gobierno, Bachelet ya puso sobre la mesa las tres reformas que comprometió.

El anuncio sorprendió, en partícular al sector privado, que no tardó a salir a criticarlo. El comentario más común: genera incertidumbre justo en momentos en que la economía menos lo necesita.

Para la Presidenta, la decisión de ir por todo refleja que está dispuesta a sacrificar el impacto económico y el costo político para cumplir lo que prometió. El tiempo dirá si ese costo valió la pena y si la ciudadanía la acompañará.

CPC dispara

El presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) desde fines de marzo pasado, Alberto Salas, disparó con todo contra la idea de tener una nueva Constitución.

"Hemos insistido en que la incertidumbre que ha introducido el conjunto de reformas profundas desarrolladas por el Gobierno, ha afectado significativamente el nivel de inversión, al punto de dificultar que nuestra economía retome el merecido ritmo de crecimiento, con todos los beneficios que ello trae sobre el empleo, las familias y las personas. Sumar ahora la tremenda incertidumbre de una reforma constitucional causa gran inquietud en los actores económicos, con lo que podría verse aún más afectada la inversión, por la paralización o retraso en la concreción de proyectos, por la falta de certeza que se abre en variados ámbitos con un anuncio como este", señaló Salas.

Más aun, el dirigente gremial oriundo del rubro minero y que fue presentado por los medios como dialogante y meritocrático cuando asumió al frente de la CPC, criticó que no se conociera el objetivo de la nueva Constitución y que la actual, aunque impuesta en dictadura, ha dado –a su juicio– certezas y estabilidad al país.

“Perfeccionar la democracia y las reglas de una nación es una oportunidad, cuando es necesario y se hace bien. Pero es un error iniciar un proceso con apuro y sin que conozcamos el objetivo, en una materia tan fundamental como nuestra Constitución que ha dado la estabilidad y certezas indispensables para el progreso que Chile ha alcanzado las últimas décadas", afirmó Salas.

La CPC es la mayor agrupación de gremios de las grandes empresas. Tiene entre sus socios a la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), la Sociedad Nacional de Agricultura, la Cámara Nacional de Comercio (CNC), la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras (Abif) y la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), esta última que involucra a toda la industria.

Von Mühlenbrock otra vez

A las declaraciones de Salas, se agregaron las que dio al cierre de la tarde de ayer el presidente de Sofofa, Herman von Mühlenbrock, en su cuenta anual. El ex ejecutivo de Gerdau Aza en Chile fue reelegido ayer, superando sin dificultades al presidente de Sonda, cercano a la DC y amigo del ex Presidente Sebastián Piñera y que había dicho hace algunos días que “el desprestigio (de los empresarios) nace de faltas cometidas por los propios empresarios” y que los empresarios “debemos dar la cara".

Navarro no ganó, no hubo debate y ayer Von Mühlenbrock debutó disparando nuevamente a Bachelet, acusando a su Gobierno de estigmatizar a los empresarios.

"(..) el 2014 debutó con un nuevo Gobierno, cuyo programa contempló grandes reformas que han estigmatizado el rol de la empresa en la sociedad y afectaron incluso principios como la certeza jurídica y la libertad de emprendimiento. Esto profundizó los cuestionamientos", aseveró, para luego apuntar directamente a las reformas que “aportan más incertidumbre a un mercado que apretó con fuerza el freno durante el último año y que necesita señales claras para recuperar las tasas de crecimiento e inversión que venía registrando".

No es la primera vez que el líder de la Sofofa dispara contra las reformas. Una semana después que asumiera el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, en marzo de 2014, Von Mühlenborck lo ‘recibió’ en un evento que organizaba la entidad que preside y, a propósito de la reforma tributaria que se avecinaba, advirtió que "si los proyectos que evalúan las empresas se vuelven poco rentables por aumento impositivo, sin duda que se llevarán adelante, pero en otro país".

FMI a dos bandas

Ayer el director del Fondo Monetario Internacional (FMI) para el hemisferio occidental, Alejandro Werner, se reunión con diferentes autoridades económicas de país, entre ellas el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, y el presidente del Banco Central, Rodrigo Vergara.

Por la tarde, Werner fue consultado por el anuncio de Bachelet respecto de una nueva Constitución. El directivo del FMI tuvo dos posturas. Por un lado, dijo que el impacto de las reformas en curso ensombrece el horizonte de Chile, desplegando una crítica al Gobierno de Bachelet; sin embargo, al mismo tiempo el funcionario del FMI –la misma entidad que el actual ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, dirigió para el hemisferio occidental entre fines de 2008 y 2012– advirtió que era prematuro hacer análisis mientras no se conocieran más detalles.

Con todo, consultado por los periodistas respecto de si puede tener consecuencias (negativas) como en otros países de la región, advirtió que no cabe la analogía. "La comparación no es relevante, depende de cuál era el entorno económico en que las economías estaban inmersas", recalcó.

Su partner en la visita, el jefe de la misión para Chile del FMI, Roberto Cardarelli, reiteró su postura a favor de las reformas, ya dada a conocer en meses pasados. "No se puede descartar que haya un impacto temporal sobre la confianza, pero es un efecto temporal que creemos que en el largo plazo va a ser positivo", sostuvo, agregando que las reformas de Bachelet “van en la dirección correcta”.

Como en el pasado, Werner afirmó que el componente de la desaceleración de la inversión en el caso de Chile en el último año y medio está en el plano externo, aunque Cardarelli complementó asegurando que la disminución de la confianza de las empresas también jugó un papel. “Las reformas son necesarias, lo hemos dicho antes, porque son reformas que van a aumentar la productividad a largo plazo y van en la dirección correcta", planteó.

BTG y la bicicleta

El llamado del FMI no tuvo eco para uno de los grandes bancos de inversión de la región que llegó a Chile hace tres años. BTG Pactual, de capitales brasileños, convocó a un seminario que se realizó en la mañana de ayer en Hotel W.

Una de sus estrellas era el economista jefe de BTG Pactual, Luis Óscar Herrera. Quien fuera funcionario del Banco Central hasta junio de 2014, hizo una de las principales presentaciones en el evento para empresarios y ejecutivos locales.

Luego de analizar aspectos micro y macroeconómicos locales, Herrera entregó sus conclusiones, tras las cuales fue aplaudido generosamente por la concurrencia.

Los aplausos no sólo eran por su análisis. En él discurso final hizo un analogía entre la economía chilena y una bicicleta, en la cual advertía del riesgo de las reformas que está llevando a cabo el Gobierno y que, según él, afectan el crecimiento del país, objetivo central.

“Todas las proyecciones de crecimiento potencial para Chile y la región no están escritas en piedra, son simplemente un ejercicio de continuidad, suponiendo que siguen las políticas actuales. Es posible hacerlo mejor o peor, dependiendo de las políticas que se adopten en el futuro por parte de las autoridades”, arrancó en su cierre.

Agregó que, en tal línea, “es importante sin embargo partir del pronóstico correcto” y que “el problema que tenemos hoy en Chile no es un problema de demanda, de orden externo”, sino más bien de oferta y productividad, que implican reformas y medidas a nivel local. A su juicio, el tema de los precios del cobre y otros commodities en el mundo “produce ruido cíclico, pero lo que da tendencia de crecimiento es el crecimiento de productividad”.

Y si bien valoró que en Chile haya políticas fiscales y monetarias sólidas, advirtió que esto no basta para repuntar en el crecimiento.

“A veces en periodos extraordinarios como el reciente, tenemos suerte que el boom de commodities puede reemplazar esas ganancias de productividad y generar impulso de crecimiento, a la rentabilidad de proyectos o contratación de trabajadores, pero tarde o temprano ese impulso empieza a decaer”, explicó.

Entonces, Herrera dejó caer su tesis de fondo con la analogía de la bicicleta, una declarada crítica al proceso de reformas iniciado por Bachelet, que ya pasó la tributaria, que cursa la mitad de camino en la educacional y que el martes terminó de cerrarse con el anuncio presidencial de abrir el debate sobre la reforma constitucional.

“Mantener un crecimiento dinámico es esencial para la estabilidad en una sociedad como la nuestra que está caracterizada por grandes desigualdades en la distribución del ingreso. Nuestra sociedad es como una gran bicicleta: la carga puede estar mal distribuida, es cierto, por lo cual es inestable, pero mientras la bicicleta continúe avanzando con suficiente velocidad va a mantener el equilibrio y la carga se va a poder ir arreglando en el camino”, sostuvo.

Luego continuó con la figura, recordando que “andar esta bicicleta y avanzar era muy fácil cuando íbamos pedaleando en bajada; ahora, en cambio, tenemos que redoblar esfuerzos para pedalear cuesta arriba o incluso en el plano”.

Por ello, sostuvo que “no es el mejor momento para frenar esta bicicleta y pararse a distribuir la carga, porque vamos a terminar en el suelo o todo cuneteado” y, por el contrario, aseguró que “es momento de pedalear más fuerte, mantener el crecimiento y la estabilidad social”.

Su cierre provocó aplausos, pues declaró que hoy “es prioritario poner énfasis en reformas estructurales que alienten el crecimiento de largo plazo y promuevan una mayor igualdad de oportunidades”.

Las palmas en el W terminaron de confirmar, en consecuencia, tanto el aparente temor del empresariado chileno a los cambios como la comodidad que tenía con el país construido desde el inicio de la dictadura de Augusto Pinochet en 1973.

¿Por qué el temor de la elite?

La Presidenta Bachelet advirtió en su discurso que sus propuestas enfrentarían el cuestionamiento de muchos. La causa de esa molestia está en el programa de Gobierno y en el modelo productivo chileno concentrado en recursos naturales.

El abogado del estudio Ferrada Nehme, Luis Cordero, tiene una explicación para la reacción adversa del empresariado ante el anuncio del proceso constituyente.

“La única razón es porque no quieren abrir una discusión sobre la nueva Constitución. Hay que distinguir el objeto del procedimiento. La crítica sobre procedimiento, de que esté vinculado a cosas de cabildos, no es lo fundamental. El tema es que no quieren una nueva Constitución, aceptan ajustes de reformas constitucionales, pero no una nueva”, explica.

Según el abogado, que lideró la comisión de mercado de capitales y que ha sido asesor de la SVS –en tiempos de Piñera– y del Gobierno actual en otras materias, la molestia del empresariado con cambiar la Constitución se afinca además en que algunos de los aspectos planteados en el Programa de Bachelet sobre constitucionalidad apuntan a revisar el concepto de derecho de propiedad.

En particular, dice, porque ir a una nueva Constitución supone debatir y discutir sobre la manera en que se usan los títulos de propiedad en recursos naturales.

Lo de fondo, señala Cordero, es que no existe una actitud abierta al debate y porque, como inversionistas, les intimida el riesgo. “No quieren una reforma más. Me parece que su actitud se explica por su aversión al riesgo regulatorio, ya que modificar las reglas del juego es riesgo regulatorio. Pero el problema es que esto forma parte de una discusión más colectiva. Ellos debieran incorporarse al debate más que otra cosa. No se puede penalizar la posibilidad de discutir”, señala.

Quizás el más fiel reflejo de ese temor al debate del empresariado fue el contradictorio comentario de Nicolás Vergara, conductor del programa insignia de la elite: 'Hablemos en Off', de Radio Duna.

“No le tengo susto a que se discuta sobre una nueva Constitución sino al resultado de una Constitución construida sobre la base de cabildos, reuniones públicas y asambleas de interés locales”, dijo Vergara.

Radio Duna es propiedad de Álvaro Saieh, dueño de CorpBanca, SMU, diario La Tercera y revista Qué Pasa.

Publicidad

Tendencias