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Las señales macroeconómicas invisibles


Al cumplir tres años el gobierno se ha esforzado en mostrar indicadores económicos con señales muy favorables que serían el resultado de una buena gestión pública. El crecimiento del PIB para 2012, se estima en alrededor del 5,6 %. Un porcentaje muy alentador dada las dificultades de la economía mundial y porque forma parte de un periodo que muestra crecimiento en tres años de manera consecutiva. Con lo anterior queda la sensación que la economía no solo se ha recuperado luego de la crisis de 2008, sino que se encamina por una senda de crecimiento persistente.

Ante este dato los grupos más conservadores que apoyan al gobierno expresan sus preocupaciones por los medios de comunicación (editoriales de El Mercurio y opiniones de economistas que representan esta visión) puesto que observan que esa tasa positiva es producto del crecimiento de la demanda interna y por tanto plantean que quizás sea necesario ralentizar la economía antes de que se produzca un calentamiento que podría tener como consecuencias tanto una baja en la tasa de crecimiento, como presiones inflacionarias.

Estos sectores de opinión sugieren una receta por demás permanente: elevar las tasas de interés —aunque ello implique disminuir el tipo de cambio—, pues así se disminuye la cantidad de dinero en la economía; insisten en no subir los salarios, y obviamente, proponen bajar el gasto público. Allí están sus claves y obsesiones de siempre: tasas de interés, salarios y gasto público.

Sin embargo, hay otra forma de entender lo qué pasa acudiendo a la misma información e incluso compartiendo el diagnóstico de que efectivamente ha crecido la demanda interna. Si se siguen las premisas indicadas en las observaciones siguientes, es posible llegar a conclusiones distintas respecto a las causas de ese crecimiento de la demanda interna y sobre todo a la política económica requerida para conducir de otro modo la estrategia de crecimiento económico en Chile.

• Una primera observación es de orden general y necesaria para abordar de manera previa al análisis de la demanda interna. Cabe recordar que el Producto Interno Bruto (PIB) es distinto que el Producto Nacional Bruto (PNB), pues este último —que habitualmente se mide como Ingreso Nacional Disponible (IND), luego de agregar las transferencias— es alrededor de 5,5 % más bajo que el primero (la estimación preliminar, sujeta a correcciones, para 2012 indica que el PIB, en términos corrientes, alcanzó a 278 mil millones de dólares y el IND llegó a 267 mil millones de dólares). ¿Por qué? Porque corresponde al ingreso percibido por las unidades residentes en el país. Vale decir muestra que en Chile las remesas que salen por repatriación de utilidades y transferencias son mayores que los ingresos que por estos ítems reciben los nacionales. En consecuencia, el ingreso nacional es menor que el producto interno. Como se observa es significativo que entre una y otra variable la diferencia ascienda a 11 mil millones de dólares, equivalentes a cinco billones de pesos. Cabe tener en cuenta, además, que las remesas por utilidades de la minería del cobre explican gran parte de estas magnitudes. Esta observación si bien muestra un hecho que aparece más o menos estructural y por tanto no sería explicativo del comportamiento de la demanda interna en los últimos años, pone entonces de manifiesto una característica que cabe tener presente, para analizar la dinámica en este periodo.

• La Balanza de Pagos de 2012 muestra que, en los últimos años, Chile tiene un déficit en la cuenta corriente que, en concordancia con lo anterior, alcanza una gran magnitud. Vale decir, en Chile, aunque la balanza comercial tiene superávit, los movimientos de renta (remesas) y las transferencias hacen que el saldo de la cuenta corriente sea negativo, esto es, no ingresan más dólares de los que salen. Vale decir, en términos corrientes o tratando de explicar los flujos año a año, se observa que por esta vía no existe un excedente de dólares. Con este dato, que puede ser visible para quien lo quiera ver ( www.bcentral.cl ), es difícil entender que cada día se diga que la paridad con el dólar cae por el alto precio del cobre. Así entendido, queda claro que esa no es la razón por la que cae el tipo de cambio. La explicación habría que buscarla en el origen del ingreso de dólares y por tanto profundizar tanto en el comportamiento de la cuenta de capital de la Balanza de Pagos como en explicaciones más estructurales que tienen que ver con el estilo de crecimiento adoptado.

• Pues bien, los bancos y las empresas con sede en Chile han incrementado su deuda con el exterior a magnitudes muy impresionantes. Si bien el Gobierno ahorra parte de las utilidades del cobre, al mismo tiempo incrementa su deuda externa, llegando su saldo a 23 mil millones de dólares en diciembre de 2012 (las reservas internacionales del Banco Central de Chile bordean los 40 mil millones de dólares), lo que daría para el Fisco un excedente neto de 17 mil millones de dólares. En cambio el sector privado tiene un saldo de deuda externa de 70 mil millones de dólares. De este modo, Chile debe un tercio del PIB y el sector privado debe al exterior un cuarto de ese PIB.

En el último año los privados aumentaron en 10 mil millones de dólares su deuda y el sector público incrementó su propia deuda con la apreciable suma de casi 5 mil millones de dólares. Todo lo cual, evidentemente tiene impacto en la cantidad de dólares que se mueve en el pequeño mercado de divisas de Chile.

Entonces, y esta es una conclusión relevante para los productores, exportadores o sustituidores de exportaciones, el problema de la apreciación del peso no está en que haya subido el precio del cobre; el problema está en la deuda de las empresas que tienen sede en Chile y que ingresan divisas bajo esta modalidad.

• Pero más allá de lo que ocurre con el mercado de divisas, que es relevante como precio general de la economía, lo que se concluye es que el ‘exceso’ de demanda interna, tiene que ver con estas magnitudes de deuda externa que pasan a formar parte de los flujos monetarios internos, provocando dudas respecto de hasta dónde es posible seguir impulsando este tipo de crecimiento.

• Por tanto, los ingresos de capitales deberían ser foco de la atención de la política pública. Probablemente, el DL 600 que fue creado en condiciones de aislamiento político en el tiempo de Pinochet deba ser revisado y cambiado, para que no sea posible un ingreso tan indiscriminado de inversión extranjera, que, como se ve, no solo tiene las aristas positivas con que se la reviste en términos comunicacionales.

Al mismo tiempo cabe revisar qué pasa con las remesas de divisas al exterior, toda vez que por la elusión de impuestos a esa riqueza de Chile, se está acudiendo a deuda externa para cubrir los baches de financiamiento corriente en la Balanza de Pagos.

También, surge la pregunta de si es necesario —en un país que hace cuánto sea posible por reiterar su fortaleza económica y su estabilidad institucional— mantener una tasa de interés tan alta, puesto que sigue siendo un aliciente para el ingreso de capitales, sea bajo la forma de depósitos o de inversiones, que se consiguen del exterior pagando tasas más bajas. No cabe duda que existen barreras de entrada para el negocio financiero pues solo quienes disponen de gran capital y del conocimiento y capacidad de gestión, están en condiciones para operar también en mercados de otros países con lo que logran aprovechar las diferencias de tasas entre el mercado interno y el externo.

Además, como es sabido, estas altas tasas de interés internas, resultan difíciles de pagar para los emprendimientos de empresas nacionales, lo que claramente constituye un desincentivo a la producción.

De aquí surge la pregunta sobre cuál es el estilo de crecimiento que se está impulsando y hasta dónde las políticas en que se sustenta son compartidas por la ciudadanía. La pregunta es pertinente puesto que en este esquema la producción sigue encontrando problemas para desarrollarse, el empleo del que se hace tanto alarde sigue siendo precario, de mala calidad y mal remunerado y el sector financiero y los servicios, finalmente, son los sectores que más crecen en la economía.

En esto consiste el manejo macroeconómico y aunque haya una comprensible percepción que se trata de una discusión de expertos, ahora que se inician reflexiones programáticas adquiere relevancia revisar la economía política en ejercicio. Habría que tener en cuenta además, que si se afecta las políticas de deuda externa o de inversión extranjera se estará corrigiendo una estrategia que por invisible a los medios y por estar ausente del debate público, pareciera ser de consenso. Sin embargo, cabe ser explícito en que ese virtual acuerdo se sostiene en que los fundamentos de esta economía política en aplicación están ocultos o invisibles para la ciudadanía, incluida buena parte de las elites de este país. Cuestionar la política económica en estos puntos implica reformular el estilo de desarrollo, lo que es imprescindible para construir un país más productivo y más equitativo.

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